Capítulo 5

Despierto. Acabo de recordar que hoy es mi día libre, podré hacer lo que quiera, es hora de explorar éste lugar, supongo que algo interesante habrá. Me estiro lentamente, pero algo me impide salir de la cama, no quiero levantarme, aunque dormí lo suficiente aún me siento cansada. Un, dos, tres... allá vamos una vez más. Logro abandonar mi cama y me dirijo a la ventana, está nublado, no sé porque razón pensé que hoy sería un día soleado, olvidé por completo que el astro rey apenas logra asomar en algunos momentos del día y con suerte en éste lugar. Busco algo de ropa que combine con la monotonía del clima, un jean azul, una camiseta gris y mis Converse negras, el verano por aquí no se siente tan mal, excepto por su nublado, habrá que acostumbrarse. Arreglo un poco mi cabello, está casi perfecto, lacio y sedoso, veremos si la humedad coopera con eso. Busco mi cámara digital, suerte, su batería tiene carga completa. Mi entusiasmo es tan grande que casi olvido desayunar. Bajo las escaleras sin prisa pero con gracia, el aroma a tostadas con jalea de arándanos me estremece, no me puedo quejar, mi madre tiene un manjar sobre la mesa, se esmeró bastante para impresionar a mi padre y a mí.

-¡Que bien huele esto, podría percibirlo hasta un kilómetro de distancia! Mi madre sonriente, con un vaso de jugo de naranjas recién exprimidas y un plato de tostadas recién echas, responde: 

-Alguien despertó de muy buen humor hoy, el motivo perfecto para celebrar. Mi padre muy concentrado en su periódico y deleitando un rico café: 

-¡Pero, que maravilla, tu madre si que sabe complacer a su familia!

Desayunamos. Conversamos. Hoy, cada uno dedicará este día para hacer lo que le plazca. Por lo pronto, me despido de ellos con un risueño resplandor en mi rostro diciendo: 

-Volveré más tarde, iré de paseo, a ver cuan interesante es este lugar. Adiós. 

Mis padres parecían estar muy tranquilos, solo me pidieron que vaya con cuidado, nada podría salir mal, o al menos eso creo. Emprendo rumbo hacia algún lugar, tengo mí GPS en el celular por si me pierdo al andar, solo espero que donde vaya tenga buena señal. Camino sin prisa, hay poco movimiento por aquí, pareciera ser que todos están acobijados en el calor de sus casas. Aún es temprano, tengo el tiempo suficiente para luego pasar por alguna cafetería, o quizás a un bar a almorzar, pero, con tanto por descubrir, no quisiera perder mi tiempo atragantada en un poco de comida, un café no sentaría mal, los días en ésta ciudad aparentan el escenario perfecto para una sobredosis de él. Aquí vamos pues... 

Recorro las calles sinuosas y tranquilas, observo las fachadas del vecindario, tomo algunas fotografías en perspectiva, a un cielo gris profundo. Algunas personas miran desde la ventana. Es llamativo, como es posible una vida de encierro, acaso no hay vida ni alegría en este lugar. Sigo mi marcha tranquila, luego de media hora de caminata, arribo a un modesto centro comercial, enbuenahora, ¡Está abierto! -exclamé!

Entro, al parecer, la gente se concentra aquí, es un gran atractivo, o eso creo, será por eso que no había tanto movimiento callejero, o quizás por la hora de la mañana. No está nada mal, hay de todo aquí dentro, tecnología, ropa, maquillaje, juguetes, un salón de juegos y hasta salas de casino, una cafetería grande y varias opciones para comer. 

-¡Estupendo! Decido quedarme en la cafetería, muy agradable por cierto, paredes en tonos sepia decorados con discos de vinilo y de fondo sonando la canción "Is this love" de Whitesnake, una maravilla, traducido sería "Es esto amor", yo creo que sí Sr Whitesnake, estoy cautivada; me siento en una mesa al lado de la ventana que da hacía la calle, tengo una vista bastante amplia del lugar. Varios grupos de chicos y chicas parecen surgir de la nada dándole vida con su juventud a éste lugar. Hasta ahora, todo parece ir bien...

La mesera se acerca y amablemente interrumpe mis pensamientos:

-Señorita, ¿que desea ordenar? 

Una pausa quedó en el aire, cuando miré sus ojos y por un instante me perdí en ellos, unos preciosos ojos color ámbar, nunca vi algo tan particular, y una cabellera de ondas color rojiza, una muchacha digna de mucha belleza y admiración, muy joven también, parecía tener mi edad. Me quedé atónita, entonces ella se acercó un poco y me dijo: 

-¿Qué sucede? ¿Te encuentras bien? Pareciera que viste un fantasma, y por cierto, no te había visto antes por acá! Mientras me miraba dulcemente. Reaccioné de repente:

-Lo siento, estoy un poco distraída hoy, hace muy poco me mudé aquí, apenas salí a recorrer el lugar. Me miró y me respondió: 

-Tranquila, entiendo, es todo muy nuevo para tí, descuida, es una ciudad tranquila, quizás solo te dejaste llevar por la ausencia de personas en algunas zonas del lugar, solo no olvides algo, hay días así, luego la gente sale en busca de su almuerzo, al parque, de paseo o se viene aquí, sobretodo los chicos como tú, irás descubriendo de a poco, tenemos nuestros encantos también y donde salir a divertirnos. Por ser nueva, la casa invita, te traeré un delicioso chocolate con donas, ahora regreso.

Apenas pude decir gracias, cuando la delicada silueta de la mesera se contoneaba y se perdía entre las mesas. De pronto, me sentí más cómoda y me entregué al disfrute de la cafetería con su increíble música de fondo. Era cierto, de a poco empezaba a activarse el movimiento en la calle, gente caminando, autos, motocicletas, todos parecían gozar su feriado, o algo así había escuchado. ¿Feriado? Supongo que debo acostumbrarme a ello.

La mesera sin decir mucho por no darle una pausa malintencionada a mi mente, dejó el chocolate humeante y una dona decorada con crema de fresas:

-Aquí está tu chocolate, el favorito de la cafetería, que lo disfrutes.

Alze mi voz sin querer con un fuerte "¡gracias!".

Olía increíble, no suelo tomar otra cosa sino café, pero, porque no probar cosas nuevas. Resultó una delicia. 

Instantes después, unas chicas repartían panfletos a todas las mesas, repitiendo a todos, que estaban felices de recibirnos a disfrutar pasando la tarde en la Feria del Parque. Ok! Iré! Después de todo, mis padres nunca me dieron una hora precisa de retorno a casa. Busque en el GPS la ubicación de ese lugar y hacia allí me dirigí. Pase por la barra en busca de la mesera para agradecerle, muy amablemente me dijo que su turno terminaba al mediodía y también iría a la Feria. 

-Genial, nos vemos -despidiéndome con la mano. Y me perdí (literal) en busca de nuevas aventuras y a conocer esa famosa Feria de la que me habían hablado.

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