Capítulo 4

Entramos a la nueva casa, ya era de noche, apenas pudimos apreciarla de frente mientras un fondo nublado la abrazaba. Era una casa normal, nada especial, pero podría decirse perfecta para una pequeña familia como la nuestra, la fachada se veía prolija, la pintura era nueva, daba la sensación de un hogar acogedor. Entramos. Definitivamente, la sensación era agradable, todo se veía perfectamente armónico, de colores suaves, quizás era más de lo que imaginé y me alegré mucho por ello.

Mis padres se quedaron en la sala, impactados, era perfecta, lucía mejor de lo que se se veía en las fotos, la habían comprado a través de una inmobiliaria en línea, el dinero de la venta de nuestra vieja casa sería invertido en ésta, de hecho antes de irnos, rápidamente aparecieron interesados, también era bonita y a pocos minutos de la playa, el sueño de muchos y eso evitaría que nos viéramos envueltos en deudas, papá era un genio negociando, y todo salió mejor de lo esperado; luego irían a ver la cocina, yo subí de inmediato a mi habitación, unas escaleras preciosas me condujeron a ella, sí, teníamos dos pisos, eso ya era fenomenal, el tener una vista desde la altura. Abrí la puerta, la observé, era increíble, pero pronto sería mejor cuando todas mis cosas estén en ella, por ahora lo único que estaba era mi cama, un escritorio y un placard vacío, vaya que hay mucho por hacer, por lo visto, los próximos días serán exclusivos para limpiar, desempacar y acomodar.

Mi cama, mi mejor amiga, la única diría, la que sabe todo de mí, de tantas lágrimas derramadas y que sigue aquí presente y más que nunca en ésta, que será mi nueva vida o al menos eso es lo que espero. 

Mamá prepara una cena rápida y liviana, estamos muy cansados, la semana fue realmente agotadora para todos, resolviendo asuntos hasta último momento y dejando absolutamente todo en orden como correspondía, pero ya quedó atrás todo eso, con el borrón y cuenta nueva presente, allá vamos una vez más.

A la mañana siguiente, desperté a las 9, eso jamás había pasado, había dormido como nunca. Me levanté, busque algo de ropa entre las cajas de la mudanza en mi habitación, y bajé por el desayuno, mis padres tomaban café, ese aroma delicioso que me hizo agua la boca, sí, a mi corta edad amaba infinitamente el café, su aroma y color intenso en cierto modo eran un vago reflejo de mi interior y lo que cargaba en él desde hace mucho tiempo.

Desayunamos en la cocina, otra vez nos esperaba un largo día, conversamos un poco, de la impresión que nos dejó la casa, ahora estaba llena de luz y de vida, tan sólo faltaba poner todo en su lugar para que esa impresión estuviera completa. Luego de un ameno rato cada cual se fue a ordenar lo suyo, la casa estaba dada vuelta de pies a cabeza, los hombres de la mudanza la dejaron así, que barbaridad, y con mi fruncir de ceño dejé muy en claro mi descontento. 

La mañana pasó fugazmente, mamá preparó el almuerzo, una vez terminado nos dedicamos entusiasmados a ordenar la casa. Pasaron las horas, era casi medianoche, habíamos terminado muy tarde, trabajamos duro para lograrlo, se veía increíble, cada cosa en su lugar, la armonía reinaba en el ambiente, y felices. Con semejante esfuerzo nos habíamos ganado un día libre en la semana, es decir, el día siguiente, lunes y cada quién decidirá que hacer en su él. Mis padres optaron por quedarse en casa apuntando lo que haría falta para renovar o mejorar la casa, compras a realizar y todo eso. Ellos almorzarían en el porsche de la casa. ¿Mis planes? Salir a recorrer, tomar fotos, conocer gente, ojalá sean sociables, después de todo voy a necesitar amigos nuevos con quienes compartir mi tiempo, obviando el dejar atrás todo aquel mal recuerdo que me había vuelto tan insegura en mi pasado. 

Fui por una ducha, preparé una mochila con elementos necesarios para la salida, ciudad nueva, no conozco nada como es de esperarse así que debía cargar con lo necesario, un abrigo, agua, algo para comer aunque no fuera más que un paquete de galletas, algo de dinero, aspirinas. Sí, el plan era vagar un poco, aunque eso significase perderme, pero que podría ser tan malo, había vivido tantas situación oscuras que me habían traumado, lo que menos temía era perderme en el intento por conocer mi nuevo lugar de residencia  

Con mi mochila ya lista, la dejé sobre una silla en mi cuarto, siempre fui muy ordenada y meticulosa, odiaba dejar las cosas libradas al azar, como quién no diría, podré tener mil defectos pero desordenada jamás. Mi plan de salir a solas estaba listo.

Me arrimé a la ventana, necesitaba un poco de aire, así que la abrí, me quedé asomada en ella un momento, veía grupos de jóvenes caminando, me preguntaba dónde irían, ojalá un día pudiera estar entre ellos, es más que obvio que salen a divertirse a algún lugar, en ese momento, sentí envidia, pero de la buena, quería salir, pero donde iría sola de noche si no conozco a nadie. Traté de calmar mi ansiedad por ese anhelo de libertad, será mejor ir de a poco, paso a paso, no quisiera cometer algún error absurdo. Todo llegará a su tiempo, así será, estoy segura de ello. 

Las luces led del alumbrado público le daban un aire de modernismo básico a Misterious City, me pregunto quién habrá sido el genio que le puso ése nombre, no se le ve nada de especial desde acá. En fin...

Será mejor, descansar un poco. Sí, sí, estaba cansada, sin embargo mis ganas de salir a explorar el lugar eran supremas, una escapada nocturna no era mala idea, pero como estaba sola y sin conocer a nadie mis padres jamás lo hubieran permitido. Debía calmarme y reponer fuerzas, era lo más sensato para no cometer una locura y acabar castigada por primera vez.

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