Londres, capital de Inglaterra y del Reino Unido, es una ciudad del siglo XXI con una historia que se remonta a la época romana.
En el centro se alzan el bellísimo Palacio del Parlamento, la torre del icónico reloj "Big Ben", la Abadía de Westminster, y como olvidar el río Támesis.
Es una ciudad llena de historia, un placer que todo turista debería aprovechar.
Pero para una joven de 24 años eso no era una opción, no aun, primero tenia que capturar al príncipe.
Claro que eso iba perfecto con el escenario, como una cereza en el postre, estaba en una hermosa ciudad, donde reyes, príncipes y princesas habían caminado y ella no sería menos, solo le faltaba un pequeño detalle, seducir a su amado Gabriel da Silva.
Daira se levantó temprano, durante varios minutos protesto frente al espejo, y el nombre de Aramis se reprodujo varias veces en esa boquita corazón.
Es que, gracias a su hermana con mal genio, ella tenía unas enormes ojeras.
Después de arreglarse y maquillarse, se observó en el espejo, un blazer entallado y pantalón ajustado, en rosa pastel, su color favorito, era parte de su outfit.
Asintió mas que orgullosa del reflejo que el espejo le regalo, tomo el pequeño frasco de perfume Chanel y dejo caer sobre su piel sutiles gotitas, no debía exagerar, porque en estos casos lo que abunda muchas veces puede complicarlo todo.
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Hotel Group, era el destino de la rubia que corrió con sus tacones por la acera y hasta el coche que la llevaría.
Reviso el teléfono, observo la hora, para verificar que estaba a tiempo y lo devolvió a su pequeño bolso.
El hotel era reconocido por las instalaciones que ofrece para reuniones y grandes conferencias.
Puede albergar un máximo de 150 personas en la sala y cuenta con otras tres, con menos capacidad, pero mismas comodidades.
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Los ojitos brillantes de Daira recorrieron a través del cristal las históricas calles de tan imponente ciudad, varios minutos pasaron hasta que el coche se detuvo frente al hotel y no dudo en despedirse con una radiante sonrisa que idiotizo al pobre chofer, que aseguro estar a su total disposición con tan solo un mensaje.
Ondeo su larga cabellera rubia y acomodo los lentes de sol sobre su cabecita al ingresar.
Estaba fascinada con el lugar, todo era en extremo elegante y ella se sentía como pez en al agua, pronto seria parte de ese mundo.
Acomodo el traje, respiro profundo y justo cuando iba a dar el paso choco con alguien o fue al revés, no lo tenia claro.
-Lo lamento- pestañeo varias veces para confirmar que esa imagen era real.
Una mujer de piel blanca como la nieve la vio de arriba abajo, Daira no podía dejar de ver esos ojos grises con detalles casi indetectables en celeste.
-No hay problema- esbozo la mujer con la barbilla en alto y una mueca que parecía una sonrisa o tal vez no.
Ella seguía congelada contemplándola, era como ver a una diosa, o un ser de otro mundo, pero podía asegurar que no era real, porque para sus ojos era perfecta.
-Maldición, la reina de hielo existe- pensó cuando esta giro sobre sus tacones rojos y ondeo su cabello casi blanco en una alta coleta para alejarse, moviendo su cadera sensualmente en un vestido entallado color azul.
-¡¡Kelay, espérame!!-
Un grito, obligo a Daira a voltear, para ver a hombre apuesto pasar corriendo junto a ella llevando un maletín.
-Apresúrate Hamilton, no tengo todo el día- hablo tan sensual aquella diosa, que eso lejos de parecer un reproché parecía una escena de 50 sombras de Grey
Day dejo escapar todo el aire contenido en sus pulmones, jamás se sintió de esa manera, tan pequeña o inferior.
Rápidamente movió su cuerpo como si un escalofrió la hubiera azotado por completo.
-Es hermosa- susurró con gran envidia, sentimiento no propio para alguien con el ego tan grande como ella.
Luego de superar esa conmoción, ingresó a la sala de conferencia, se acomodo en un estratégico lugar y espero.
Sus ojitos verdes se iluminaron al ver a su preciosos Gaby, dar inicio al evento
Ese aire arrogante, la piel que gritaba peligro, esa actitud de latino prepotente y sensual a la vez, envuelto en un traje en un tono verde oscuro, la dejo toda alborotada.
Gabriel camino con presencia sobre el escenario, explicando la importancia del mundo de las leyes en un contexto de constate cambios.
Decir que oyó cada palabra era mentira, ella no dejo de ver esos labios moverse y cada tanto ser hidratados con la copa de agua que descansaba en una mesa decorada con un blanco y pulcro mantel
-¿Cómo se sentiría besarlo?- se preguntó mentalmente sin dejar de verlo, y su lengua, en un movimiento inconsciente, recorrió sus los labios.
Gesto que no pasó desapercibido por el abogado que justo en ese instante fijo sus ojos en la rubia ubicada en la segunda fila. Como no verla, si entre tantos trajes oscuros una paleta rosa se hacía notar.
Gabriel trago saliva - ¿Qué hace aquí? - deliberó, pero no le dio muchas vueltas y continuo su disertación.
Daira llego a una conclusión más que obvia al terminar la conferencia, no podía estar más enamorada, ese hombre no solo era hermoso, sino que era en extremo inteligente. Fueron las cuatro horas mas productivas de su vida y solo por verlo.
Lo esperó y cuando él estaba despidiéndose de un grupo de abogados españoles, lo intercepto.
-Muy buen discurso profesor- mordió su labio inferior y aleteo sus largas pestañas
-Muchas gracias, señorita…- dudo unos segundos fingiendo no recordar el nombre de aquella rubia que era imposible olvidar.
-Collins, Daira Collins- agrego con cierta desilusión
- Bienvenida al mundo de los invisibles- se repitió mentalmente.
- Claro\, cierto\, disculpe\, señorita Collins- desvió la mirada unos segundos- ¿Qué la trae por aquí? creí que ya estaría en Nueva York- pregunto acomodando el cuello del traje y evitando se notara como tenerla cerca lo incomodaba.
- Respira- se recordó nervioso
Para Gabriel sostener la mirada en tan bella mujer era casi un pecado, más cuando esta era o fue una de sus estudiantes.
-Como sabrá estoy cursando las ultimas materias, bueno no- aclaro nerviosa- ya terminé, solo me esperan los finales. –sonrió al ver como él asentía- Me recomendaron asistir a estos eventos, que serán útiles si quiero ser una gran abogada como usted- mostro la mejor versión tímida, era casi imposible que un hombre se resistiera esa dulzura y fragilidad
- Creo que debería estudiar para sus finales y no saltar etapas\, si me disculpa me esperan- hablo cortante
Huir no era una opción, más bien era una necesidad, ver esos ojitos verdes pestañear con un tinte de tristeza fue el detonante para saber que no era bueno estar cerca de su maldita tentación, porque eso era Daira Collins ese preciso instante.
No podía olvidarla, desde aquella clase donde tuvo que reemplazar a un colega y la vio ingresar casi sin aliento al salón.
Aun recordaba como las gotitas de sudor se deslizaban por esa piel que parecía terciopelo y como delicadamente un pañuelo tuvo el placer de recorrerla, cada movimiento en ella, hasta que se sentó, fue hipnótico, ni hablar de la preciosa sonrisa que esbozo cuando se presentó.
Reconoció que esa muñequita seria su perdición si no mantenía la distancia, a sus treinta y un dos años no estaba dispuesto a poner su carrera en riesgo por un caliente encuentro.
-Claro, nos vemos- dejo salir con dificultad cuando observo como se alejaba. Pero lo peor era ver como “su Gaby” se acerco aquella mujer impactante que no dudo en abrazarlo y susurrarle al oído
Genial, ahora sí que la tengo difícil, necesito salir de aquí – reviso el teléfono y de los nervios los devolvió al bolso sin cerrarlo.
En el otro extremo alguien se estaba divirtiendo por el abogado.
-Jamás te vi tan nervioso amigo- susurro la mujer y el cálido aliento choco contra la piel de Gabriel.
- No sé de qué hablas Kelay- trago saliva y se alejo
-Es hermosa, ¿Cómo se llama? –
-Daira- dejo escapar sin pensar y sus ojos se abrieron de par en par cuando se encontró con el gesto burlón de la mujer frente a él- Mierda- mascullo negando.
-Mira nada más, menos mal que no sabías de que estaba hablando- la risa coqueta escapo de los labios perlados
-Es muy hermosa, - hizo un pausa- hemos sido amigo por años, y nunca te he visto tan nervioso junto una mujer- agregó divertida fijando sus ojos en la rubia que guardaba el teléfono en el bolso - deja de ser tan acartonado y al menos haz una obra de bien.
Señalo con el mentón a la rubia que caminaba a la salida y sin advertir dejo caer su teléfono. - deberías ir.
-¿Qué? No... bueno…- sentía la necesidad de correr en aquella dirección, pero su cerebro le gritaba que no lo hiciera
-Ve- lo empujo y a regañadientes este corrió para tomar el teléfono y salir del lugar.
-No te creí una celestina- la voz juguetona se coló por detrás de Kelay, que volteo con aquel gesto propio de ella, una de sus cejas levantada y una sonrisa ladeada que la hacía ver distante, pero provocativa.
-Hamilton a veces pienso que no tienes vida-
-Pues no- movió sus manos como una obviedad- soy tu asistente, lo olvidas- la perfecta sonrisa apareció deslumbrante.
Ella rodo los ojos y camino en dirección a la salida- camina, porque si sigues hablando de seguro será tu ultimo día-
-Como diga mi reina- susurró divertido
-¿Qué dijiste?- giro para clavar sus fríos ojos grises en una postura amenazante.
-Nada, vamos, vamos o perderemos el avión -señalo la salida y respiro cuando la vio alejarse.
💕💕💕💕💕💕💕💕
Abrazotes
Gaby
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Comments
VásGa Nbeth
desde aquí se mencionaba a Kelay, hermosa historia, todas.
2025-04-22
0
Ursula
😳😳
2024-06-22
1
Anyka
❄️
2023-12-08
3