Otro Día

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...Narra Ethan:...

  – Por favor, dejen a mi esposa e hija en paz– La voz suplicante del traidor provoca unas grandes ganas de reírme en su cara.

  – Debiste pensar en tu familia antes de condenarte tú mismo y a tus seres queridos– No lo evite, una sonrisa aparece en mi rostro.

  Mi mirada acompañada de una sonrisa, pasó por el traidor el cual está bañado en su propia sangre por las torturas que pasó, ya que hay que hacerse respetar, nadie me traiciona, nadie me engaña, nadie va a lograr ganarme.

  Mis hombres se divirtieron al propinarle unas golpizas a ese insecto que se atrevió a desobedecer mis órdenes. Para agregar más diversión mande a unos de los chicos a traer su esposa y su pequeña hija.

  – Te suplico perdón, haré lo que sea pero deja que se vallan– El hombre pide dejando su orgullo de lado, pidiendo entre lágrimas que haga lo que me pide.

  – Ya no necesito de ti– Camino hacia el suertudo en que presenció mis torturas en carne propia– Pero... me quiero divertir...

  Mis hombres rieron, haciendo ecos en la fábrica abandonada hace ya un par de años, nadie puede escuchar gritos, llantos, disparos o muerte.

  – P-por f-favor señor...– Una voz de niña se escucha en ese lugar.

  – Cállate– La mujer susurra en el oído de la niña a la cual cubre su  boca con su mano.

  – Déjala hablar– Digo colocando mi arma en mi espalda, entre el pantalón y mi camisa.

  – N-no m-mates a mi p-papaaaá– Dice entre llanto y sollozos desesperados.

  – ¿Cuantos años tienes nena?– Pregunto tratando de ser amable adelante de la niña.

  – Diez años– Dice sirviendo su nariz, mientras que con sus manos sucias limpia su cara llena de lágrimas.

  – Aaaayyyy – Suspiro volviendo a mirar Roger, el traidor al que le confíe mucho, y que por una tontera, falló, y en mi mafia no hay fallas– Tienes una mujer hermosa, una niña que se preocupa por su padre, hasta estabas llegando a un puesto muy importante– Me acerco a Roger el cual está arrodillado con sus manos atadas por detrás– Lástima que en un error, perdiste todo...

  – ¡A ellas no! ¡NO LES HAGAS DAÑO! ¡NO!– Se comenzó a mover de un lado a otro, como un gusano.

  – Señor, no. Se lo ruego, no nos lastime– La esposa de Roger ruega de rodillas con llantos y sollozos ante mi presencia.

  Escuchando los llantos y súplicas de la mujer y la niña, llevo mi mano a mi parte trasera donde se encuentra mi arma.

Sujeto el cabo de ella, para sacarla y tener todo su peso en mi mano.

  Hay que terminar con este problema.

  Escuchando los gritos desesperados de Roger apunto hacia su cabeza. Se remueve de un lado a otro como si eso dependiera de su vida, y sabe que perfectamente no es así. No debo de esperar más, es mucho drama para un día jueves, así que terminaré esto rápido.

  – Roger, ¿algunas últimas palabras?– Digo con seriedad mientras apunto con mi pistola.

  – No... les... hagas... daño...– Mi mirada va a la mujer y a la niña las cuales se abrazan cubriendo sus caras.

  – Bien, gracias por tus servicios. Adiós– Sin esperar más tiempo, retiro el seguro y disparo directamente en sus brazos escuchando como grita, en sus ambas piernas dándole lo último de castigo, y por último en su pecho que es donde me detengo al asegurarme de su muerte.

  – ¡Nooo!– La mujer grita escuchándose por todo el lugar junto con el llanto de la niña.

  – Erick, ven acá– Me acerco al cuerpo con Erick detrás de mí– Deshazte de esto.

  – Que desperdicio... – Hace unos ademanes a unos de mis hombres, los cuales se acercan con rapidez.

  – Joss– Me acerco a él Necesito que lleves a la mujer al tráfico de mujeres, y la niña llevársela a Malcolm.

  – Está bien– Asiente con su cabeza para caminar hacia la niña y la mujer.

  Yo, solo camino hacia una esquina observando lo que les dije que hicieran. Mis ojos observan que mis hombre mueven el cuerpo de Roger hacia uno de los autos para deshacerse de él, mi vista pasó a la mujer que está siendo separada de su hija para el tráfico de mujeres a Brasil, y la niña será llevada con Malcolm, ya que de seguro necesitará una niña con sed de venganza.

  Me canso de mirar lo que hacen por lo que me dirijo a mi 4X4 de color negra con unos detalles blancos, me subo a ella para comenzar a manejar hacia el club principal.

Hoy me espera mucho trabajo, aunque después me tomaré unas vacaciones por algún lugar.

  Tras una hora de viaje, aproximadamente, llego al club. Estaciono la camioneta en mi lugar reservado que es muy espacioso. Bajo del vehículo asegurándole para comenzar a caminar hacia dentro de este.

  – Que tal, viejo– Saludo a uno de los guardias de la puerta.

  – Todo bien– Saluda con un apretón de mano permitiéndome entrar al club de mi padre, pero de cierta manera es mío.

  Al entrar aún se puede presenciar un ambiente muy sofocante, el olor a cigarro aparece junto con varias personas al rededor de la barra donde sirven bebidas de todas clases. Camino entre las personas las cuales me abren paso mirándome con una sonrisa, o esas son las chicas que de seguro mueren por mí.

  Continúo con mis pasos hacia mi oficina que está detrás de este lugar, al llegar a la puerta la abro, paso al otro lado para cerrarla detrás de mí, liberándome de ese sofocante lugar. Sigo caminando hacia donde se encuentra mi escritorio y otras cosas que no son de importancia.

  Me ubicó en la suave y cómoda silla que está del otro lado del escritorio. No tarde en sentarme que en menos de un segundo golpean la puerta.

  – Adelante– Hablo con voz rígida y fuerte.

  – Permiso– Un hombre de unos 35 años pasa por la puerta hacia mi escritorio.

  – ¿Qué lo trae por aquí?– Pregunto apoyando mis codos en el escritorio para entrelazar mis dedos.

  – Necesito de su ayuda– Dice con voz firme como la mía– Necesito un préstamo.

  – ¿De cuánto y por cuánto?– Pregunto comenzando a abrir uno de los cuantos cajones que tengo a mi alrededor.

  – Necesitaría 100.000 por dos años– Dice aún parado delante de mi escritorio.

  Rodando los ojos saco un sobre con la cantidad pedida, además de eso también dejo arriba del escritorio un papel, el cual es donde se queda nuestro acuerdo.

  – Se los daré, pero sabe cómo devolverlo ¿verdad?– De reojo observo al hombre el cual me ve algo confundido.

Suspiro volviendo mi mirada al sobre comenzando a retirar el dinero dentro de este, para contarlo– Por si no lo sabe puede devolverlo cuando quieras pero que este dentro del plazo de los dos años, de lo contrario pagará con con trabajos ilegales, sin protección a su vida, o cualquier cosa que pase para pagar su deuda, y si me encuentro de buenas lo mataré... Debe saber que esto se ve fácil pero a muchas personas les resulta muy difícil después de pedirlo, ¿aún quiere pedirlo?

  – S-si, lo necesito– Su voz tiembla, ya encontré que es... debe ser una persona, su familia, se que es eso lo que le preocupa.

  – Debería de hacerlo de un plazo más largo ¿no cree?– Observó fijamente al hombre.

  – No, gracias, así está bien. Se que lo devolveré.

  – Lea y firme– Le acerco el papel, el cual él toma para comenzarlo a leer.

  Mis ojos van directamente a su expresión ya que  la máquina término de contar los billetes, cada vez que prosigue más se puede escuchar su respiración agitada y su garganta seca, esa expresión... Es que está en duda de hacerlo o no, pero como siempre lo harán, porque piensan que los mataré.

  Necesito algo de beber...

  Tomo mi copa el cual tiene sólo vino importado de Alemania, me gusta el vino, es muy interesante saborearlo y ver su diferencia entre otros. Mientras bebo de mi copa puedo observar al hombre el cual firma el papel para después dejar la pluma al lado de este, levantando su mirada.

  – Bien, aquí tiene su dinero– Traigo el papel hacia mí, viendo que en su aclaración está su nombre– Lo estaré viendo señor Anderson.

  – Gracias– Él se inclina un poco hacia adelante para salir con nerviosismo de mi oficina.

  Ufff esto es tan cansado y aburrido, ¿cómo no está mi padre aquí?, si después de todo él tiene que hacer esto, no yo.

  Guardo el papel junto con los otro que aún le falta tiempo, en eso que estoy tomo uno de los que se le vence el tiempo de paga mañana.

  – Pobre hombre, también le irá mal– Suspiro dejando el papel con su expediente arriba del escritorio– Bueno... a trabajar...

  Comienzo a leer lo que uno de mis detectives recolectó a mi pedido, cada detalle de su vida se resume en unos pocos papeles que utilizo para mi propósito. Al terminar de leer me coloco de pie para acercarme a la puerta de mi oficina, o mejor dicho la oficina de mi padre, para salir a ese sofocante lugar.

  Tengo ganas de matar a cada uno de ellos con un cuchillo carnicero.

  – Eeeethaaan– Esa maravillosa voz aparece a mis espaldas provocando a un más el deseo de esa matanza imaginaria.

  – Erick, Joss, vamos que hay trabajo– Digo al estar al lado de ellos para salir casi corriendo de ese lugar que tanto odio.

  Prefiero mi lugar de mando.

  – ¿Aún no la soportas?– Pregunta Erick con una sonrisa en su cara al subir a mi 4X4 en la parte trasera.

  – Solo me acosté una noche con ella, además ni siquiera recuerdo esa noche– Digo viéndolo de reojo para escuchar la risa burlesca de Joss.

Vamos, sigue riendo…

  – No, gracias– Sonríe para colocarse el cinturón de seguridad y yo para sacar escarbando a mi fuerte camioneta dejando las llantas marcadas en el asfalto.

  – ¿Con cuántos nos vamos a divertir hoy?– Erick interrumpe el silencio dentro de mi vehículo al conducir hacia Miami.

  – Solo con uno, su nombre es Andrés Miller, 45 años, trabaja en un taller mecánico, convive con su esposa y tres niños, cuya edades son de 18, 15 y 12, no creo que a Malcolm le agrade a los dos mayores pero estoy seguro que el de 12 ira con él.

  – ¿Qué piensas hacer con esos dos que sobran?– Joss pregunta al sacar su cigarro especial de marihuana para fumar.

  Al verlo freno bruscamente la camioneta haciendo que los pocos vehículos de atrás se detengan de la misma manera que el mío.

  Casi chocan a mi bebé.

  – Si quieres fumar te bajas, viejo. Mi camioneta vale mucho más que tu estúpida adicción– Digo al ver como ríe Joss para ver hacia atrás.

  – ¿Lo tienes?

  – Sí, esta todo aquí dentro– Erick señala el teléfono que en éste momento sigue grabando.

  – ¿Enserio, tenemos trabajo y lo único que hacen es jugar?– Pregunto frunciendo el ceño al verlos como solo se ríen– Par de drogados de mierda– Sonrío un poco para dirigir mi mirada hacia Erick– Pásame que quiero ver– Le pido el teléfono al escuchar la bocina de los vehículos al mismo momento en que escucho sus maldiciones.

  – Ten pero no lo borres– Dice pasándome su teléfono de última edición reproduciendo el vídeo donde muestra que freno la camioneta con brusquedad.

  – ¿Sólo para esto hicieron detenerme? ¿Están drogados?– Frunzo el ceño notándose en mi voz el enojo que provocaron.

Es divertido, pero no estamos drogados– Joss dice sonriendo– Sabes que no me drogo los días de trabajo.

  – Mejor así, solo déjenme

Mostrarle algo más divertido– Sujeto el teléfono, saco mi mano por la ventanilla y lanzo el maldito teléfono adelante de la camioneta para ponerla en marcha y pisarlo con el vehículo– Muy divertido ¿vieron?

  – Aguafiestas– Escucho a Erick a mis espaldas.

  – Bueno, ¿y que piensas hacer con los que sobran?– Joss pregunta nuevamente.

  – Me divertiré con ellos– Digo con sequedad para conducir bajo sus miradas y silencio.

  Luego de horas de viaje llegamos a nuestro destino donde me bajo de la camioneta junto con mis dos hermanos, comenzamos a caminar hacia la puerta de la enorme casa blanca, donde tocamos para que una joven muchacha nos atienda y nos deje pasar para esperar al señor Miller.

  – ¿¡Emilia!? ¿¡Para qué me interrumpes a estas horas!?– Grita el viejo calvo al bajar las enormes escaleras– ¡Gente mal educada…

  – Buenas tardes señor Miller, perdone por interrumpir su siesta pero hay negocios de los que se necesitan hablar– Digo viendo mi reloj de muñeca plateado– No me haga perder el tiempo que tengo otros asuntos que hacer.

  – ¡GUARDIAS!– Grita haciendo que inmediatamente unos uniformados negros aparezcan.

  – Buena estrategia pero muy común– Agrega Erick con seriedad para sacar una tableta de su sudadera.

  – Cumpla con su trato, de lo contrario hará enojar al jefe y no es una opción recomendable– Agrega Joss de la misma forma que Erick.

  – Yo gano aquí– Dice el hombre haciendo un ademán a los guardias para que ataquen.

  – Joss...– Pronuncio viendo como saca su arma para dispárale en la cabeza a ambos guardias– Venga con nosotros, y hágale compañía a su familia– Chasqueo los dedos para hacer que Erick le muestre a su esposa e hijos a través de la tableta.

  – Está bien…

  – Jaque Mate.

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