El clima sofocante de Guadalajara podía percibirse desde un horario matutino, se trataba de algo común en aquella parte del país mexicano. Los habitantes ya estaban acostumbrados a las altas temperaturas que rondaban de los 22⁰ a los 30⁰, en aquella parte de la república mexicana era algo completamente normal.
—¿La has localizado?— el hombre de ojos verdes extremadamente atractivo y varonil pregunto a uno de los subordinados, su tono francés delataba que se trataba de un extranjero.
— Aún no tengo noticias, trabajo bajo estrictas normas pero parece que la tierra se la trago— respondió el azabache colocando los lentes en el puente de su nariz.
El sonido que producían unos bellos zapatos al chocar contra el fino y lustroso piso de mármol distrajo por completo al ojiverde. Los ojos de este se llenaron de esperanza al vislumbrar la presencia de uno de sus mejores hombres, este siempre traía información valiosa.
—¡Joaquín, que gusto verte!— Replicó sin tono de sentimientos.
—Sr. Bouchain, Lorenzo— saludo haciendo una reverencia con la cabeza, tenía las manos cruzadas detrás de la espalda.
—¿Qué noticias traes?—El humor del ojiverde era deplorable desde que recibió la peor noticia de su vida, hace dos meses.
—Siento mucho no traer noticias favorables. Los Del Valle han localizado nuestro paradero, además se masculla que están asociando el linaje con los Velarde.— su rostro era neutral — Creo que es hora de que regrese a su fortaleza—
Joaquín escondía cada uno de sus sentimientos con mucha facilidad, era un hombre muy bien entrenado por la maldad del ejército y las calles.
—¡NO, ME NIEGO!— el sonido de los puños al chocar contra el escritorio hizo pegar un brinco a Lorenzo que sin más tuvo que recoger sus lentes del suelo.
—Lo siento señor, es solo una sugerencia.— Joaquín permanecía con aquel rostro sin expresión clavando sus profundos ojos negros en su jefe.
—¡RAYOS!— grito Bouchain pasando con desespero ambas manos por su cabellera.
Tras varios minutos en total furia asintió.— Lorenzo programa el Jet lo antes posible, viajarás conmigo. Serás mi mano derecha en Francia—
Lorenzo asintió con la cabeza maldiciendo por dentro pues su esposa no estaría muy feliz que él estuviera ausente en el parto de su primer hijo, el cual estaba programado para dentro de siete días. Tampoco podía permitirse perder el trabajo pues las deudas que adquirió amenazaban con embargar la casa que compartía con Marylin, su esposa.
—Con su permiso— agrego deslizando sus anteojos por el puente de su nariz
—Joaquín — agrego el ojiverde observando la puerta cerrar detrás de Lorenzo. —Te necesito aquí, te quedarás a buscarla y cuando la encuentres la llevas a mi lado.
Además encárgate del estúpido del hijo de Ernesto— Sus orejas parecían destellar chispas.
—Lo que ordene señor— agrego Joaquín sumiso.
•••••
—Pondré a calentar la tetera—
En la casa Torres se palpitaba la tristeza profunda del apiñonado, el cual no podía dejar de llorar desde aquel encuentro vehícular con su madre.
Issabella acudió rápidamente a la cocina, uno de sus peores tormentos llegó antes de lo esperado, ver a alguno de sus pequeños derrotado por amor.
Tras cinco minutos dentro de la cocina se limpio las lágrimas y junto con los tés tomo valentía para salir a ser el pilar de su querido niño.
—Debes de pensar que soy un estúpido— el tono de tristeza y semblante de Nathaniell acabaron de apachurrar el corazón de Issa, no obstante solo sonrió.
— Jamás pensaría eso de mi querido hijo, no por caer te quedarás en el suelo. —Tomo ambas manos de su hijo — ¿Quieres contarme que sucedió, desde el principio?—
El chico dudo un tanto, suspiro y comenzó.
—La conocí hace poco más de medio año.
Aquel día visité a Alexander, siempre nos reunimos en la jardinera que está frente a ”La terraza”. Alex nunca llega puntual por lo que tuvimos que esperar, ese buen día en otra de las bancas estaba ella con su uniforme de enfermera color blanco, aquel que hacia su piel translúcida, se veía tan tersa y porcelanada, ninguna imperfección le note aquel día—
—¿Me estás diciendo que ahora la vez imperfecta?— Replicó rápidamente Issabella.
—Trato de hacerlo pero por más que busco no encuentro algún mal detalle— Levemente dedico una sonrisa — Juro que mi intensión no era molestarla pero algo en ella acaparó toda mi atención, camine hasta su encuentro pero no conté que al ver sus ojos me enamoraría perdidamente de ella.
¡Si la vieras no creerías tanta belleza que porta, parece ser una Diosa del Olimpo!—
Issabella no pudo evitar soltar una pequeña risa ante las ocurrencias de su hijo —Nate, cuando uno se enamora es difícil ver las imperfecciones de la otra persona—
Nathaniell negó con la cabeza sorbiendo un trago del rico té de zarzamora —Jamás ví mujer tan bella— dejo la tasa sobre la mesa de centro con las manos temblorosas — Me enamoré inmediatamente y no por más que lo quise negar no pude, eso ahora me pasa factura—
—Pero no te quedes callado... sigue— insistió la ojiverde.
— ¿Sabés?, me acerque a ella por qué me recordaba a alguien y verdaderamente era así. Íbamos juntos al colegio—
—¿La conozco?— pregunto la madre con incertidumbre
Él afirmó con la cabeza —Alessia Velarde, la chica de oratoria—
Issabella cubrió su boca con asombro y temor. »¿Cómo demonios mi hijo se pudo enamorar de aquella muchachita del demonio?« pensó.
—Creo que la mejor decisión es que la dejaras ir— Replicó molesta.
—¿Porque lo dices madre?— pregunto clavando los ojos en su madre.
— Ella era la chica talentosa del colegio y tú el peor de aquel, recuerdo que solicité a los directivos alguna solución para que dejaras de ser tan... tan... bobo.
Ellos me recomendaron acercarte a ella, pero me negué rotundamente al enterarme que es hija de Catalina Betancourt una señora egocéntrica, descarada y sinvergüenza.
Además se comenta el rumor de que la chica es hija de una persona de procedencia ilícita pues ellas se marcharon huyendo de el padre de la chiquilla— la tasa de té era insuficiente para semejante plática.
Nathaniell tomo de las manos de su madre y con cariño trato de transmitirle paz —Madre, ella no es igual a Catalina.
La Alessia que yo conocí es amorosa, se preocupa por las personas que la rodean, por la naturaleza y los animales. Jamás se comportó déspota o egocéntrica como su madre.— defendió el castaño.
—¿Estás seguro?, pones las manos al fuego por ella cuando dices que se casaría con otro.
Relatame esa parte de la historia—.
Trago duro recordando la peor parte de su linda historia de amor — La vez que visité esta casa me dijiste que formalizara con ella, ¿Recuerdas? — Issabella asintió con la cabeza mordiendo su labio inferior —No solo estaba dispuesto a pedirle que fuera mi novia.
Tarde horas en decidir el anillo correcto, el lugar indicado para hacerlo e insistir para que me atendieran ya que el cupo en aquel fabuloso lugar donde le pediría matrimonio estaba agotado ... — lágrimas recorrieron nuevamente las mejillas —¿Para que tanta insistencia?, ¡Para nada!. Bueno sí, para asegurarme que soy un completo imbécil.—
—Por entregar tu corazón no eres el imbécil, la imbécil fue ella por no cuidar de alguien que realmente la amaba— las palabras de Issa fueran bien recibidas por Nathaniell quien inmediatamente mostró su resplandeciente sonrisa.
—¡Tienes razón mamá!, creo que es tiempo de pasar de página—.
Issa no evitó la sonrisa que le provocaron las dulces palabras de su hijo, no obstante volvió a poner su rostro de seriedad.
—¿He Iris?,¿Qué pasará con ella?—
—Madre, lo siento pero no la amo y no pienso seguir jugando con ella.
Con honestidad te digo que la pasamos bien, jamás la herí, pero ahora es tiempo de aclarar la situación y empezar a sacar de mi corazón a aquella chica— a pesar del dolor implantado en su abdomen el chico pudo sonreir derribando todos los muros que creo para cuidar su roto corazón
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