Un Prius Hybrid azul platinado estacionaba fuera del vecindario sumamente conocido para los chicos dentro de este.
El sol comenzaba a asomar sus brillantes rayos dorados portando calidez y luz a las calles semi vacías.
—Gracias por traerme, fue muy lindo de tu parte— la voz de Iris irritaba al conductor que ni siquiera se tomaba la molestia de verla a los ojos.
Era la tercera ocasión que Iris montaba el vehículo, siempre con un sentimiento agridulce en su pecho pues amaba a aquel chico desde que tenía uso de razón, también entendía que él no sentía lo mismo.
—Fue un placer muñeca, nos vemos otro día— La voz gruesa atravesó el aura de incomodidad en el vehículo.
Iris tomo la manija y empujó lentamente la puerta esperando el milagro de ser detenida por aquel chico de mirada penetrante, sus pies tocaron el suelo, ella no obtenía respuesta favorable. Rápidamente su estado de ánimo descendió a -10.
La chica dirigió sus pasos a la casa que compartía a lado de su madre, observando su calzado intentando ocultar las lágrimas que escurrían de sus ojos.
—¡Nathaniell Torres Bennet!—
Tres palabras que helaron dos cuerpos, tres palabras que atravesaron dos corazones en forma de dagas.
»¡Mierda, mi madre!« Pensó el chico descendiendo del vehículo con rapidez, este paso sus manos acomodando su cabello y camino hacia su madre pasando a un lado de la abatida Iris.
—Hola Rebecca, madre— saludo a ambas mujeres besando sus mejillas. A la última le hizo una reverencia con la cabeza.
Iris paso justo a un lado de Nathaniell evadiendo su cuerpo, las tres personas sobre la entrada hicieron sus cuerpos a un lado para que se adentrara la chica de los ojos tristes.
—¿Puedes llevarme a casa cariño?— Issabella soltó en tono meloso apretando su mandíbula con una sonrisa en el rostro fingida.
—Po... po.. por supuesto madre— el chico no podía evitar sentir nervios pues ese tono siempre indicaba molestia por parte de la mujer —¡No... no... nos vemos chicas!—
Sin decir más el chico guió sus pasos hacia el vehículo azul.
—¡Nos vemos Nate!— a pesar de los malos tratos Iris no se daba por vencida, se despidió del chico de sus sueños con la mano derecha, acción que pasó desapercibida por el joven que ya había dado la espalda.
Ambas señoras se dedicaron una mirada de incertidumbre, Issabella alzó los hombros al momento que su boca se tensaba en una fina línea recta, Rebecca por su parte rodó los ojos apretando los labios.
—Nos vemos querida — Issabella beso la mejilla de su mejor amiga no sin antes dedicarme una mirada de complicidad pues este tema no podría pasar desapercibido. Se despidió de Iris de la misma forma y camino hacia el automóvil azul.
Nathaniell mantenía la vista en aquel aparato móvil, fingía prestar atención pero lo cierto es que sus nervios estaban ocultos en el presionar de cada espacio.
Su madre paso delante del automóvil escrutandolo con aquellos ojos verdes que tanto la caracterizan, las venas en ellos denotaban furia.
—Yo... yo te abro madre.— él corrió para tomar la manija antes que su madre.
Issabella subió a aquel automóvil con olor a tabaco sin apartar la vista de su hijo mayor.
Él rodeo y se instaló en el asiento del piloto, coloco su cinturón e inmediatamente puso en marcha la gran bestia azul.
—¿Desde cuándo?— la voz de la mujer salió con furia.
Nathaniell no era imbécil, esperaba ser reprendido inmediatamente pues su madre jamás tuvo pelos en la lengua.
—Algunos días— respondió fríamente sin apartar la vista del camino.
—Nathaniell, no seas un patán y tratarla bien.—
—Eso hago madre— rodó los ojos
La insolencia en su hijo detonó la tercera guerra mundial dentro del vehículo.
—¡Eres un patán!, te atreves a acostarte con esa linda muchachita y sé que no la tomarás encerio, además te valió un cacahuate mi amistad de años con Becca.
No eres capaz si quiera de abrirle la puerta del vehículo, si quiera de despedirte de ella adecuadamente y no hablemos de tratarla bien por qué solo te interesa un bien personal, el sexo. Tú sabías que es niña está enamorada de ti desde los 15 años, que siempre fue frágil y que su autoestima está por los suelos ¿Cómo pudiste grandísimo idiota?.— Issabella clavaba sus ojos verdes en su hijo, el cual no mostraba ni una pizca de sentimientos lo que provoco más la furia de ella. Aún contra todo tranquilizó su respiración y trato de bajar los decibeles de su voz.
—Nathan, hijo... hace unas semanas, en la comida familiar tú hablabas del amor que tenías hacia una chica.
Hoy que te veo sé que esa chica no es Iris ¿Qué sucedió?—
Nathaniell tomo con fuerza el volante, su mandíbula se tenso con demaciada fuerza provocando que las venas al costado de su frente se marcaran. — Hablemos de otra cosa—
Issabella noto los nudillos blancos de su hijo, el esfuerzo que este realizaba al respirar y su parpadeo era aún más constante de lo habitual.
—¡Hijo!— Su blanca mano llegó al antebrazo de su hijo —¿¡Sabés que puedes confiar en mi, cierto!?— el tono de su voz era cálido, tan cálido que Nathaniell sintió quebrarse.
De sus ojos salieron un par de lágrimas que inmediatamente las limpio con sus pulgares.
— No siempre tienes que ser fuerte, en ocasiones uno tiene que caer para tomar impulso, para salir con más fuerza, para ser victorioso—
Esas palabras las tenía tatuadas en su mente, aquellas veces que llegaba derrotado del colegio o del box, de una entrevista de trabajo o quizá de alguna riña, Issabella siempre estuvo ahí con esas palabras.
Nathaniell no pudo contenerse más y decidió hablar —Mamá, ella se fue... me abandono.
¿Puedes creer que la sinvergüenza nunca me dijo que se iba a casar?, le entregué mi corazón y ella decidió hacer malabares con el para después abandonarlo a su suerte — lágrimas comenzaban a correr por las mejillas de aquel apiñonado — Lo peor fue que caí perdidamente enamorado, me encantaba como mi corazón latía a su lado, como me observaba haciéndome saber que yo era su puto universo, me brindaba caricias que me dejaban sin aliento y después de ellas me decía cuánto me amaba.
Ilusamente pensé que todo era verdad, hasta que decidió irse sin más.
No soporto este dolor, no soporto el... el no tener cerca esos hermosos ojos que me transportan hasta la luna, ni esa sonrisa que me indica que toda la tormenta seso por completo y ni hablemos de su increíble aroma a primavera, tan cálido y lleno de vida.
Juro que intento olvidarla, pero no puedo— Limpio sus lágrimas con la manga de su camisa la cual quedó completamente húmeda y llena de fluidos nasales.
Issabella tomó el rostro de su hijo, la piel de su mano contrastaba con la del apiñonado, para ella no habían pasado los años a pesar de que Nathaniell era más alto y su cuerpo era musculoso y ancho seguía viéndolo como aquel niño pequeño que acurrucaba sobre el regazo.
—¡No hay nada que el té de mamá no solucione!— paso su mano por la rizada cabellera de su hijo.
Nathaniell la observó por el rabillo del ojo, no pudo evitar dedicarle media sonrisa.
—Tienes razón, siempre ayuda.— respondió recordando que su madre soluciona cualquier cosa con té.
—¡Vamos a casa!— Issabella sonrió queriendo transmitir paz a su pequeño.
—Vamos— sin decir más ambos descendieron del vehículo para adentrarse a la linda casa color terracota.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 100 Episodes
Comments
Ester Ayala
ummm, vaya un malentendido,,,, buen comienzo...
2024-06-01
0