¿Muerte?

Había salido del lugar sin decir nada más; el dolor me había dejado muda y no pude siquiera pensar en algo para responderle a esa mujer. Corrí por la acera hasta encontrarme lejos de ese maldito lugar, al que estaba convencida que nunca volvería. Me había detenido en el parque, donde tenia tantos buenos momento con Marco, haciéndome creer por un momento que nada de eso había ocurrido, que solo había sido mi imaginación, pero la chaqueta en mis manos me recordaba que nada de eso era una ilusión, todo había sido real, y yo había sido una estúpida al no haberlo notado antes.

No había soltado la prenda en ningún momento mientras corría hasta aquí, apretándola con demasiada fuerza debido a mis sentimientos. Esa chaqueta era la causa de mi malestar actual, pero era gracias a eso que había descubierto el engaño de Marco, y eso era mejor que seguir bajo una farsa, aunque doliera demasiado saberlo.

Me derrumbe bajo un enorme árbol, llenándome de recuerdos del tiempo en que compartimos juntos, sin importarme en lo mas mínimo la gente que pasaba al rededor y me miraba como a una loca, costándome demasiado ver entre cada recuerdo algún indicio de que todo fuera un engaño, no queriendo aceptar que las cosas terminaran así; el hombre con el que salí por un año, al que creía lo suficientemente honesto para terminar conmigo de buena manera antes de cometer una traición así, no era el mismo sujeto que me había destrozado de esa manera en esa pastelería.

Carajo, incluso le había comprado con mucho esfuerzos una motocicleta para su cumpleaños, lo que me había llevado a recortar mis gastos y disminuir las comidas diarias por todo un año, ayudando a la chica del otro turno con sus horas por un poco más de dinero.

Que desperdicio total.

Ahora, mi cabeza repetía una y otra vez sus duras palabras. Después de durar lo que se sintió como una eternidad, sentada debajo de ese árbol, había logrado dejar de llorar y ahora comenzaba a pensar con más claridad las cosa; dejando el sentimiento de tristeza y decepción a mi misma, remplazándolo por la ira hacia Marco y hacia la maldita mimada con la que estaba.

Era verdad que yo fui muy confiada y debí hacer mas caso a Laura, siendo ahora mas que obvio todas esas veces en las que puso escusas para cancelar nuestras salidas, o las horas de trabajo extra, incluso las constantes "visitas a su madre", eran la trampa para poder ir con ella. Pero tampoco podía torturarme tanto a mi misma con eso, echándome toda la culpa de como terminaron las cosas, pues él me había engañado desde el principio, jugando conmigo y utilizándome para sus fines.

Ni que hablar de esa bruja de bolsillo; era claro que ella también estaba siendo utilizada por él, pero era tan ingenua como yo, incluso más, pues a pesar de saber de lo que él era capaz, y sabiéndose una mina de oro para los oportunistas como Marco, aun así había caído en sus palabras, creyendo en todo lo que le decía, y sintiéndose con la confianza suficiente para haberme tratado de esa forma, como si la única estúpida ahí hubiera sido yo.

Me levante del suelo y sacudí mis pantalones, tratando de quitar toda la tierra que se había adherido; no olvide la chaqueta de mi exnovio, aún sin saber que haría con ella, pero estando segura de que en sus manos no volvería a estar. Quizás debía tirarla, pero era una linda prenda, y era prácticamente nueva, así que seria un completo desperdicio.

De pronto recordé al hombre que vivía a solo un par de edificios cerca de la biblioteca donde trabajo, el cual siempre estaba recaudando fondos monetarios o prendas, cobijas, alimento, y otros bienes mas para llevar a un pueblo algo alejado de la ciudad, donde decía que había demasiada gente necesitada a la que les urgía este tipo de ayuda. Él mismo se hacia cargo no solo de la recaudación, sino también de llevar todo lo recaudado una vez al mes al poblado, contando también con la ayuda de su esposa y algunos conocidos suyos; algunas veces no les iba para nada bien, consiguiendo muy pocas cosas, pero otra veces les iba muy bien, especialmente en época navideña.

Decidí que era ahí donde llevaría la chaqueta, siendo mil veces preferible que algo tan útil terminara ayudando a una persona que realmente lo necesitara, antes que acabar en un basurero, siendo completamente desperdiciado. Me encamine al lugar, decidiendo caminar para despejar mi mente; me apresure al notar como el cielo se oscurecía cada vez más, no queriendo permanecer más tiempo en la calle, pues aunque no temiera a la noche —al ser la ciudad demasiado iluminada y repleta de gente aún a altas horas—, no me sentía con el animo suficiente y estaba demasiado cansada, solo deseando tumbarme en mi cama y poder seguir sintiéndome miserable sola, sin miradas incomodas de personas entrometidas.

Llegue a mi destino y llame al timbre del hombre a quien buscaba; pasaron solo unos pocos minutos para que bajara al escuchar el motivo de mi visita. Así como yo desconocía su nombre, estaba segura que él tampoco se sabia el mío, pero nos reconocíamos de vista, además de que yo había pasado unas cuantas veces para dejar cosas que creía que podrían servirle a las personas del pueblo.

Le deje la chaqueta de Marco y él estuvo encantado, agradeciéndome por el gesto, alegando con entusiasmo que eso seria muy útil para uno de los jóvenes mas necesitados del lugar, el cual era huérfano y solo contaba con el cuidado de una tía soltera a la cual le costaba sacarlos a ambos adelante. Decía que creía que le vendría un poco grande, pero era lo mejor para que pudiera servirle por unos años mas.

Siguió contando mas cosas sobre el pobre muchacho y su gentil tía por una media hora mas, hasta que noto la hora y decidió que no debía hacerme perder más mi tiempo. Agradeció de nuevo y yo solo me despedí tratando de lucir lo más normal posible, marchándome con prisa de ahí, deseando llegar pronto a mi casa con mas fuerza a cada paso que daba.

Mientras caminaba, no podía sacar de mi mente lo que había pasado, queriendo ponerme firme y aferrarme al odio que sentía, pero la herida estaba fresca en mi corazón y de nuevo, las lágrimas salieron de mis ojos, bañando mis mejillas y trazando su camino hasta mi barbilla.

Ni siquiera hice el intento de limpiarlas, sabiéndome incapaz de controlarme.

Estaba en un cruce esperando que el semáforo cambiara a rojo para poder cruzar la calle, cuando mi teléfono comenzó a sonar, notificando que tenia una llamada. Era Laura; deslice el dedo sobre la pantalla para contestar, llevé el móvil a mi oído al tiempo que veía el semáforo cambiar a rojo; las lágrimas me bloqueaban la vista, volviendo el camino borroso, así que me lleve el brazo a ellos para intentar limpiarlos un poco antes de cruzar la carretera, reiniciando mi camino antes de que él semáforo se pusiera verde de nuevo.

De repente, recordé el móvil en mi oído, escuchando la voz de mi mejor amiga llamándome una y otra vez; de verdad que estaba muy distraída, pues no era fácil ignorar a Laura cuando su voz sonaba unos decibeles más elevados que lo normal mientras hablaba por teléfono.

—Laura, no tienes que gritar.

—¡Marie! ¡¿Por qué carajos tardaste tanto en responder?! Es inútil que atiendas la llamada si no vas a hablarme. Me asusté enserio, creí que algo te había ocurrido.

—Laura, tenías razón.

Quedó en silencio unos segundos, como si analizará mis palabras antes de responder, pero cuando lo hizo, sospeche que se daba una idea de a lo que me refería.

—¿Sobre qué, exactamente? ¿Tiene alguna relación con la charla del sábado?

Asentí a pesar de que ella no podría verme, sintiendo el aumento de las lágrimas bajar por mis rostro, empapando mi blusa en el proceso.

—Sí... Marco salía con alguien más a mis espaldas.

—Marie... Dios, lo siento tanto amiga. ¿Cómo lo descubriste?

—Hoy, cuando salí del trabajo, decidí que sería bueno hacerle una visita sorpresa, ya sabes, para verlo ya que últimamente nos veíamos muy poco, además de que planeaba usar esa visita para entregarle la chaqueta que dejó en la cafetería la semana pasada —le había contado todo lo ocurrido ese día, así que no necesite aclarar más sobre a qué chaqueta me refería-, y entonces, cuando llegue a la pastelería donde trabaja, era su hora de descanso para comer, así que el lugar estaba cerrado, pero él seguía ahí, por eso la puerta aún no había sido asegurada con llave y pude entrar, así que me encaminé a la cocina buscándolo...

Sentí como un nudo se formaba en mi garganta, haciendo difícil el poder continuar; parecía aún más doloroso cuando lo decía en voz alta para alguien más, porque era como sí estuviera confirmando de verdad que todo eso había ocurrido, que era real y yo era una completa tonta.

—... Al llegar a la cocina, lo encontré besuquenadose con una mujer sentada sobre una de las barras en las que se cocina. No sé porque, sentí el impulso de tomar una fotografía antes de hacerles saber mi presencia.

»Luego, le exigí una explicación y él m-me dijo... dijo que todo esté tiempo solo había sido un engaño par su beneficio. Que había creído que sería una cantante exitosa y podría utilizarme para obtener todo lo que quisiera.

Para ese punto ya sollozaba e hipaba por el llanto, justo como había estado hace unas horas en el parque, cuando salí corriendo de la pastelería.

—Dijo que planeaba terminar conmigo en una semana, cuando confirmara que había logrado un mejor puesto en la pastelería... Según él, gracias a ella sería posible que incluso logrará ser el dueño de una pastelería propia, como siempre soñó desde que nos conocimos. Ella lo ayudaría a eso y más, como yo nunca pude en todo el tiempo que estuvimos juntos.

De nuevo la irá comenzaba a ganar terreno, apretando el móvil con fuerza y notando a mi voz salir con más violencia de mis labios. Seguro debería parecer una completa desquiciada para las personas que pasaban junto a mí, eso o era la burla al escuchar todo lo que estaba contando por teléfono.

Ya podía imaginarlos, pensando: "Pobre chica tonta, solo la utilizaron por interés y ella ni siquiera lo notó" O peor aún, " Ja,ja,ja, solo la querían por beneficio y resultó que ni para eso sirvió, pobre hombre".

Aceleré el paso, odiando la línea de pensamientos, sintiéndome juzgada y observada por todos. No quería volver a ser la burla de nadie en mí vida, no podía permitirme eso, así que de nuevo intente calmarme y controlar mi tono de voz, pero un nuevo recuerdo llegó a mí y me fue imposible el contenerme y no sacarlo a gritos hacia la chica al otro lado de la línea, y de paso, hacía los peatones que pasaban junto a mí.

—Y lo que es más, ¡Esa maldita arpía se burló de mí y me hecho de ese lugar! ¡¡COMO SI ELLA FUERA MEJOR QUE YO!! ¡¡Es obvio que también la está utilizando para conseguir cumplir sus planes!! Ella debería de saberlo, es un pez gordo para cualquiera al ser la hijita consentida del hombre más rico en toda la maldita ciudad.

—¡¿La hija de Antonio Mirameb?! Por Dios, es obvio que la está utilizando, ni siquiera es lo suficientemente atractiva para sentirse la gran cosa. ¡Lo único a lo que puede aferrarse para presumir es al exuberante dinero de su padre!

Tenía razón, la chica esa no era lo que se definiría como muy bella, pero tampoco podía decir que era fea. Aún así, eso no era lo que me importaba en ese momento.

—Bueno, pero ¿qué piensas hacer con la foto? Podrías enviármela y yo me encargaré de hacer buen uso de ella, ya verás que esos dos van a terminar pagando lo que hicieron.

Para ese punto, solo me faltaba una calle para llegar a mí edificio, tenía que cruzar una carretera más y estaría frente a mi hogar. Ya podía verlo desde donde me encontraba.

Despegue el móvil de mi oído y me dispuse a hacer lo que Laura había sugerido, seleccionando la foto para enviársela a mi mejor amiga. Justo cuando le dí a enviar, una luz a mi derecha captó mi atención, haciéndome girar en esa dirección, notando que había cruzado la calle cuando él semáforo seguía en verde, y la luz que había visto era un auto dirigiéndose hacía mi a toda velocidad, sin darme tiempo a reaccionar para cuándo lo tenía encima.

No debí despegar la vista del camino. Ese fue mi error, y lo pagaba muy caro con el dolor que sentí antes de que mi mundo se pusiera de cabeza.

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