El sonido de una licuadora me obligo a abandonar el mundo onírico en el que me encontraba, gruñendo de molestia cuando comprobé la hora en el reloj sobre el buro de lado izquierdo de mi cama. Eran solo las 09:00 am de un bendito sábado, siendo ése mi día de descanso, junto con los domingos; realmente me molesto ser despertada tan temprano justo el día en que podía levantarme tan tarde como quisiera, pero al parecer, eso a la vecina no parecía inquietarle para nada.
Claro, como ella no trabaja ningún día, al ser mantenida por sus padres todavía, no sabia lo que era tener que levantarse temprano cada mañana, desayunar a prisa para ir a trabajar siete horas seguidas, con un solo descanso de media hora para comer. Realmente ese no era su problema, y estaba en su derecho de hacer lo que quisiera en su propio departamento, pero en verdad, a veces me encantaría que empezara con el ruido solo unas cuantas horas mas tarde; quizás también sentía un poquito de envidia, pues yo tenía que trabajar casi toda la semana para poder sobrevivir, mientras que ella no tenía que preocuparse por eso al recibir cada semana una buena cantidad de dinero, aún cuando supuestamente, ella se había "independizado".
Por mi parte, seguía sin comprender por qué si recibía tan buena cantidad de dinero, no se muda a un lugar más elegante y en un barrio mejor que este, con personas de sus mismas condiciones económicas y sociales, pero la gente hacia cosas extrañas he incomprensibles para mi, así que yo no me dedicaría a pensar mas en ello cuando no era mi problema y no tenia ninguna relevancia para mí el hacerlo.
Me levante de la cama, habiendo sido despojada de el sueño por completo; me vestí y cepille mis dientes. Cuando volví a la habitación, note que mi teléfono se encendía, indicando que tenia una notificación nueva; por el tono, supe que se trataba de un mensaje. Tome el aparato y lo encendí con mi huella digital; en efecto, había un mensaje reciente, de Marco.
—¿Almorzamos juntos hoy?
No tarde en mandar una respuesta, sonriendo al recordar lo nerviosa que estuve la primera vez que recibí un mensaje suyo.
—Claro ¿Nos vemos en el lugar de siempre o prefieres en otra parte?
Ting.
Su respuesta; sin duda había sido rápido.
—Donde siempre, amo ese lugar. Te veo en media hora.
Después de eso no hubo mas mensajes, guarde el móvil en mi bolsillo delantero y decidí que lo que usaba actualmente no era apropiado para salir a almorzar, así que me apure a mi recámara y hurge entre mis cosas hasta encontrar algo que me convenciera. Los jeans estaban bien, pero la blusa era el problema, siendo bastante holgada y perfecta solo para un fin de semana en casa, pero para nada debía ser algo con lo que irías a comer con tu novio.
Escogí una hermosa blusa roja de tirantes, con un ligero escote en v, que lucia de maravilla con los jeans negros. Busque unas zapatillas que hicieran juego con el conjunto y salí de prisa, tomando mi bolso y las llaves mientras llamaba a un taxi.
Hacia un año y seis meses que había conocido a Marco en aquel evento al que había asistido para cantar como invitada especial. Justo como había esperado, después de esa noche tuve mas solicitudes de trabajo en distintos clubs y restaurantes reconocidos, siendo una gran ayuda para mis ingresos; sin embargo, aun no podía decir que era lo suficiente como para poder dedicarme de lleno a la música, aun así estaba sumamente agradecida, y era feliz con mi vida tal cual como era ahora.
Lo mejor de todo es que esa noche había conocido a Marco, mi actual novio, con el que había comenzado a salir justo cuatro meses después de conocernos; justo al día siguiente, él me había marcado, invitándome a comer, y a partir de ahí no dejamos de salir juntos a distintas partes, hasta que fue inevitable que nos sintiéramos atraídos el uno por el otro y, exactamente una semana antes de mi cumpleaños, él organizo una cena hermosa frente al lago a las afueras de la ciudad, rodeado de luciérnagas y con la naturaleza haciendo su trabajo en embellecer el momento. Fue ahí cuando me pidió ser su novia, y claramente yo no lo rechace.
Somos felices juntos, y me encanta todo en él, empezando por sus rulos rubios brillantes y sus profundos ojos verdes —de un tono más claro que los míos—, terminando en su hermosa personalidad. Había tanto que me gustaba de él, que el verdadero reto era buscar algún defecto.
Cuando llegue al café, él ya se encontraba en el lugar; me acerque a la mesa y tome asiento delante suyo, él levanto su mirada del celular y me dedico una brillante sonrisa.
—Cinco minutos tarde, preciosa.
Le devolví la sonrisa, divertida por su comentario, revisando la hora en el reloj ubicado en una de las paredes del café donde nos conocimos por primera vez.
—Realmente son solo cuatro, pero debes agradecer que esta vez no fueron quince.
Bromee, recordando la semana pasada en qué habíamos quedado en ir a la discoteca que acababan de abrir a dos manzanas de su casa y yo había terminado atrapada en el tráfico, llegando al lugar con un retraso de quince minutos a la hora acordada.
Debo agradecer que él no sea un maniaco con la puntualidad realmente, y solo lo comente a manera de broma, pues sería incómodo tener discusiones por algo que realmente no estaba en mi control la mayoría de veces.
—Es verdad, un nuevo récord para ti.
—Exageras, Marco.
Un mesero llegó a nuestra mesa para pedir nuestras órdenes. Se comportó muy amable y se retiró una vez tuvo nuestras órdenes.
—Estuvo sonriéndote mucho.
Volví mi mirada a Marco, sin entender a qué se refería.
—¿Disculpa?
—El mesero, estuvo muy sonriente contigo.
Repase la escena en mi cabeza, segura de que no había sido así realmente, y al rememorarlo seguí con el mismo convencimiento.
—No estuvo sonriéndome a mí específicamente, Marc. Él solo se comportó gentil con ambos, es parte de su trabajo después de todo.
Aunque creo que es difícil encontrarle algún defecto a mi pareja, tampoco podía ser perfecto, y eran momentos como estos los que me lo recordaban. Odiaba sus escenas de celos, a veces eran demasiado exageradas y la discusión se volvía mas intensa, sin embargo, parecía que esta vez no seria el caso, él lucia muy tranquilo, así que me atreví a confiar que no pasaría a mayores y lo dejaría así.
—Esta bien, lo siento.
—No te preocupes, mejor dime ¿Tuviste el día libre en la pastelería?
Marco solía trabajar en la misma pastelería donde estaba cuando lo conocí; su trabajo era todos los días salvo los domingos y uno entre semana que variaba entre los martes y viernes, por eso era extraño que tuviera tiempo libre tan temprano un sábado.
—Solo unas horas; tengo que presentarme por la tarde para trabajar unas cuantas horas, algo sobre un cambio de hornos o esas cosas, la verdad es que solo me interesó la parte en la que se me avisaba que tendría la mañana libre.
—Eso es bueno, así podemos pasar mas tiempo juntos.
Siendo honesta, era difícil vernos seguido por su trabajo, ya que al trabajar prácticamente todos los días, solo podíamos vernos los dos días que tenia de descanso, pues a pesar de que podíamos vernos por las tardes, cuando ambos terminábamos nuestros respectivos trabajos, la mayoría de veces yo terminaba yendo a cantar a algún restaurant o algo por el estilo, o él se encontraba demasiado cansado para cualquier cosa.
—Pensé lo mismo, por eso te invite a almorzar en cuanto me entere.
Recibimos nuestras ordenes sin ningún inconveniente esta vez, y justo como el día en que lo conocí, sentí que era tan sencillo e interesante hablar con él. Me hacia reír demasiado y hablaba de cosas tan interesantes que lograban mantenerme entretenida cada momento. Deseaba que él se sintiera igual conmigo, por eso me esforzaba demasiado por lograrlo, aunque no creo ser tan buena como él, pues no poseía el mismo carisma para narrar las cosas como solo él lograba con cada palabra; sin embargo, tenia mis propias reservas bajo la manga, pues leer mucho en la biblioteca y mantenerme informada de varios temas en distintas ramas del conocimiento me ayudaban a tener bastante contenido para poder mantener largas conversaciones y poder seguir las suyas.
—Tal vez podríamos ir al parque y pasear por ahí un rato, como en los viejos tiempos. ¿Qué te parece? ¿Tienes algún otro plan?
Las primeras semanas después de que comenzáramos a salir, esa era una de nuestras actividades preferidas, y lo hacíamos cada domingo sin falta, pero hacia un tiempo que lo habíamos dejado y realmente lo extrañaba ahora.
—No tengo otros planes, en realidad, esa me parece una maravillosa idea. Hace mucho que no vamos a ese parque, ya va siendo hora que recuperemos la tradición ¿no crees?
—Me encantaría, esa era una de mis actividades preferidas cuando empezamos a salir, creo que no debimos perderla.
—Lo sé, pero últimamente estamos mas ocupados que antes y es mas difícil continuar con ella.
Tenia razón en que estábamos más ocupados que entonces, pero yo jamás entendí en que afectaba nuestro trabajo con las salidas al parque, si solo íbamos los domingos, que era el día de descanso de ambos; de todas maneras, nunca dije nada, pues creí que quizás el terminaba demasiado cansado al trabajar toda la semana y quizás por eso quería descansar el día que tenia libre, sin caminatas agotadoras por el parque.
De todas formas, me preocupaba, pues eso solo hacia que nos viéramos menos y me hacían pensar en la forma en que eso podía afectar nuestra relación en un futuro. Tampoco dije nada de esas preocupaciones, no queriendo ser molesta con él, dándole su espacio, comprendiendo y respetando sus razones.
Termine de comer y me fije en él; estaba mirando su teléfono fijamente, escribiendo un mensaje seguramente, no le di importancia a eso, ni siquiera cuando una pequeña sonrisa se pinto en sus labios mientras escribía. Seguramente era su madre.
El sonido de un timbre que indicaba que acababa de recibir un mensaje resonó en un tono mas fuerte del que yo solía tener en el mío. Marco leía el mensaje y, de pronto, levanto la mirada hacia mi, pareciéndome que lucia algo nervioso. Dejo el móvil en el bolsillo derecho de sus pantalones de mezclilla azul claro y se inclino un poco mas cerca en la mesa, sin dejar de mirarme con esos ojos que ahora parecían apenados.
—Marie, lo siento, acabo de recibir un mensaje del jefe; parece que al final se resolvió antes de lo esperado, lo que sea que estuvieran haciendo, y ahora solicita que me presente a trabajar lo más pronto posible. Tengo que ir, me temo que no podremos ir al parque como queríamos. ¿Te parece dejarlo para mañana?
—Para nada, no te preocupes por eso y ve tranquilo, al final es tu trabajo y tú no tienes la culpa. Mejor que te vallas pronto si no quieres que tu jefe se valla contra tuya por llegar tarde.
—Gracias, Marie, eres la mejor. —se acerco a mi después de dejar unos cuantos billetes en la mesa para pagar la cuenta y me beso en la mejilla— Prometo que voy a recompensártelo después.
Se marcho del lugar con prisa, quedándome sola en la cafetería. Solo un par de minutos después de que se marcho, me percate de que había olvidado su chaqueta en el respaldo de la silla donde había estado; era casi gracioso, pues esa era una de las maneras mas comunes y conocidas de perder las chaquetas y suéteres, que el hecho de que le hubiera ocurrido a él en este momento me parecía tan cliché, pero era común que ocurriera al marcharse con tanta prisa.
Ya me encargaría de llevársela, y aprovecharía para darle una corta platica sobre tener mas cuidado si planeaba quitarse los abrigos y dejarlos sobre el respaldo de las sillas cuando saliera a comer.
Page la cuenta y me retire del café, decidiendo visitar a mi mejor amiga, a la cual llevaba un tiempo sin visitar a su departamento.
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