Me acosté en el sillón pensando en la fiesta que tenía hoy en la fraternidad de motociclismo. Jamás se me hubiera ocurrido ir a un lugar como ese, pero Renny estaría ahí y mi orgullo no podía dejar de pasármela por la cabeza. Con el tiempo había hecho varios amigos en este mundo, uno que era muy diferente al de la élite ya que era el único que hacía motocross como deporte profesional.
Una vez había ido a una fiesta de fraternidad y fue una locura, tenía 18 años y solo estaba pensando a quién besaría y cómo le entraría a la chica. No había necesidad de pensar mucho en eso, las mujeres todas borrachas se te tiraban encima con desesperación por tenerme —
sin ninguna diferencia a la élite—. Era un caos donde hombres y mujeres se metían más alcohol del que podían aguantar y terminaban en el jardín vomitando todo. Era un asco.
Pensé que jamás iba a repetir esta experiencia y aquí estaba, acostado en el sillón pensando qué debía ponerme. No podía ir de saco o de camisa formal como acostumbraba en la élite, esto era otro maldito nivel. Aquí dejaba de ser Rees Hamilton y me convertía en Race Hamilton.
—Kyle, ¿crees que está bien ir? —pregunté a mi compañero de carreras, cada vez que teníamos una carrera de relevos, él era mi compañero de fórmula.
—Te la vas a pasar bien, princesa. Créeme que esta fiesta será más tranquila que las demás. No es una de esas con sombreros y vestidos
de monja a los que estás acostumbrado, esto es una maldita fiesta de la fraternidad de Londres en motociclismo, ¡te va a encantar!
Estaba más que seguro de que no me iba a encantar ir a ver cómo hombres borrachos se aprovechaban de mujeres borrachas, con poco sentido común de alejarse de chicos tan patéticos como ellos. No es que estuviera lejos de la élite, aun cuando éramos más formales y con alta educación en etiqueta, más de algún imbécil como Adam —el exnovio de Holly—, se metía en la jugada.
—Se sintió bien regresar —aclaré. Hace mucho que estaba deseando volver a una carrera, dos veces al mes había competencias de entrenamiento y cada tres meses empezábamos torneo. Si no estaba en carrera de velocidad, estaba en motocross o en freestyle, que eran mis carreras favoritas.
—Ya era hora, Race, la tribuna te extraña. Estos cinco meses fueron la cagada más grande.
Le di una sonrisa a este idiota.
—¡Aww, corazón! —dije, haciendo voz de buena dama—, ¿me extrañaste?
—Dije la tribuna imbécil, pero, sí, también te extrañé. Ver al idiota de Brat ganar las carreras y lucir su culo en toda la pista no es lo mejor del mundo. Maldito.
Brat Minch, mi peor enemigo en la pista de motocross y freestyle.
Era una mierda de uno noventa de estupidez, ganaba todas las carreras hasta que yo entre al juego. Mi vida eran las carreras de velocidad.
Después de competir dos veces consecutivas en la legendaria carrera de tt isla de Man, decidí probar suerte en el motocross y poco a poco fui subiendo a freestyle. Desde los 10 años practicaba a nivel profesional. Amaba la velocidad desde pequeño y me subí a mi primera motocicleta a los 8.
Ese día me caí y mi hermana quería que prometiera que nunca más me subiría a ninguna otra. Lo siento, Holly, pero desde esa caída, me enamoré de la adrenalina que da este deporte.
—¿Vas a competir en la competencia de resistencia y freestyle en Madrid? —preguntó Kyle.
—No, no puedo aún por la rodilla, solo motocross y moderado.
Caída más mierda, de verdad que destrozó mi existencia, hermano.
—Bueno, tenemos tres meses de preparación para las eliminatorias del próximo año.
Di una sonrisa de aprobación, iba a prepararme para el otro año ser el campeón de freestyle. Meses atrás, Louis sería el que estaría aquí conmigo diciéndome a qué carreras asistir y a cuáles no. Sé que en dos días aparecería en mi puerta. Los domingos eran religiosos para nosotros y cuando digo religioso no me refiero a ir a la iglesia. Todos los domingos hacemos cena en su casa, por primera vez ofrecí la mía para darle la bendición a mi nuevo hogar. Por más raro que suene, así es. Espero que no quieran comida preparada, tampoco es que pueda cocinar, les compraré una pizza y espero eso sea más que suficiente.
Dos horas después, estaba frente al espejo viendo mi atuendo. Pantalón de lona, camisa blanca en v y chaqueta de cuero negro. Mi
cabello, como era costumbre, estaba desordenado en ondas negras. Sí, quizá estaba vestido como imbécil, pero este estilo me gustaba. Eso de los pantalones de tela, camisas de botones y sacos, era para la élite.
Hoy no era parte de la realeza, no era parte de ninguna tontería de esas. Hoy solo era Race Hamilton, corredor profesional y simple ser humano que va a salir a beber. Cualquiera de la élite que escuche eso no me lo creería ni en pedo.
Le tiré sus llaves a Kyle, su motocicleta era una Ducati, muy parecida a la que hice tres pedazos hace unos meses. Yo llevaría a mi nueva bebé, tenía que lucirla. Tenía cuatro motocicletas sin contar la que ahora está en la chatarrería descansando en paz. Mi moto de motocross, la de freestyle, de racing y, por supuesto, mi nueva Honda.
Cuando llegamos a ese lugar, el cual tenía una pinta de burdel barato, la gente salía de la puerta como hormigas. Los autos parqueados como si los tickets de tránsito fueran una broma y el sonido estridente mataba los tímpanos de cualquier persona que se acercara a la bocina. Me sorprendió ver que las chicas no estaban tan mal vestidas como veía en los bares americanos, estas eran un tanto más decentes.
Pensé en las fiestas españolas y, definitivamente, Inglaterra tenía estilo. La música sonaba como si no hubiera tope tan alto. Me pregunto qué dirán los vecinos de eso, de seguro si fuera uno de la élite ya lo hubieran demandado. Por otro lado, las canciones eran muy parecidas, conocía unas cuantas y eso me hacía sentir mejor. No estaba tan perdido después de todo.
—¡Race! —escuché la voz de una chica—. No puedo creerlo. ¡Es Race!
Numerosos gritos de chicas se extendieron por el lugar acercándose como las típicas chicas fanáticas a las cuales ya estaba acostumbrado. Les di una sonrisa de esas que sabía las mataba, me acerqué a ellas y accedí a un par de fotografías. La verdad es que me encantaba tener a estas pequeñas gritando y exigiendo fotos, me hacían sentir importante.
—Bueno, bueno —dijo Kyle llamando al orden—. Si quieren que Race aparezca más seguido, tienen que darle espacio.
Muchas de ellas se quejaron, pero accedieron al cabo de un par de fotografías más. Me acerqué a una mesa donde había una cantidad absurda de alcohol, vasos rojos de plástico y hielo en cubetas que temía tomar.
—Yo que tú, tomaría de estas —dijo una rubia de tetas de campeonato tomando una cerveza—. Son más seguras y casi nadie las elige.
Una buena cerveza era la solución a todos mis problemas, definitivamente esta chica tenía cien puntos. Destapando la cerveza con la orilla de la mesa, le di un trago largo, sintiendo lo amargo deslizarse a través de mi garganta y bajar hasta mi estómago dejando frío todo su trayecto. —¡Gracias! —dije, extendiendo mi mano—. Race Hamilton.
—Bree Vance —me dio una sonrisa enseñando sus dientes completamente blancos y rectos.
—Es un placer, Bree. ¿Quieres salir al balcón para poder platicar mejor?
Valía la pena entablar conversación con alguien, al fin y al cabo, a eso vine. Tenía que salir más, despejar mi mente de la pelirroja que hacía mi vida un infierno. No la conocía lo suficiente para decir que estaba loco por ella, enamorado, pero sí estaba enojado y molesto por su rechazo. Bree era agradable y, en cuestión de segundos, estábamos más que metidos en una estupenda conversación de tipos de llantas.
Este tipo de pláticas no las podía tener con nadie de la élite, menos con una dama.
—¡Renny Ren Scott! —escuché a alguien decir. No dudé en girarme con el corazón palpitando como conejo drogado.
En la parte de abajo, cerca de la piscina, donde se encontraba Brat «Maldito» Minch estaba tomándola de la cintura. ¡Carajo! Espero que no regresen en este tiempo. Brat era el exnovio de Renny, para ponerle la fresa al pastel. ¡Era su exnovio! Por toda la vida pura… ¡Su ex! Y el tipo era un asco bien hecho.
Me incliné un poco para verla cómo empujaba a Brat, como si guardara su distancia. ¡Aleluya! Si la veía besándolo me iría al infierno por matar a Brat en un ataque de… Un momento… ¿Celos? No, jamás.
No estoy clavado de ella para sentir celos, definitivamente esto me está costando mi coherencia.
—¿Te pasa algo? —preguntó Bree, acercándose a mí. Le di una sonrisa viendo una vez más el área de la piscina. Renny tenía los ojos clavados en mí, le di una sonrisa antes de dar media vuelta y tomar a Bree de la mano llevándola adentro de la casa una vez más.
Así es Renny Ren, así es como se juega, yo también puedo hacerlo.
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