Ezra: Un nuevo hogar

Los días pasaron y mi mente estaba totalmente enfocada en conseguir a Enzo y a Emma, y por su puesto, dar con el paradero de Los Larson y Los Fox.

Erika se estaba haciendo cargo de Mía quien seguía sin recordarme y preguntando por Danny. No le han dicho que murió y eso me tenía con el alma en un hilo.

Los padres de Danny insistían en cuidar de ella, pero el médico dijo que era necesario que ella se estableciera en un lugar que la ayudara a recordar.

Le mostraron fotos de sus propiedades y eligió el apartamento de Central Park. Cuando le preguntaron el porque, solo dijo que el lugar le parecía conocido.

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El traslado de Mía a Nueva York estuvo a cargo de Erika y Camilo. Por suerte, Mía estaba confiando en ellos, aún cuando no los recordaba.

Una tarde previa a la navidad, miraba por la ventana de mi habitación con una pelota de relajación en la mano cuando recibo una llamada de Erika quién me mantenía al tanto de todo.

—¿Cómo la ves Eri?— pregunto suavemente.

—Recuerda todo respecto al apartamento. Sabe dónde está ubicado todo, pero sigue sin recordarnos.

—¡Guao! Superados por el esposo muerto y el apartamento de Central Park. Esto es... la gran mierda— digo frustrado mientras lanzo la pelota de relajación con fuerza al suelo. Me frustró más que no sonara como esperaba.

—Ya nos recordará. Tranquilo. Oye por cierto Ez. Averigüé lo que me pediste. Si hay un apartamento vacío.

—¿En serio? ¿Qué piso?— pregunto ansioso.

—Justo al lado

—Claro, dónde vivía el travesti— digo recordando un pintoresco hombre que horneaba pasteles de día y se vestía de mujer de noche. La puerta de ese apartamento quedaba justo al frente de la puerta de Mía. —Lo quiero, no me importa el precio

—Sabia qué dirías eso, por lo cual ya me adelanté. Camilo está arreglando todo. Creo que es hora de que dejes atrás un rato a la casa en Watermill.

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Con Vania de lleno con Fonseca buscando a los desaparecidos y Mía instalada ya en Central Park, decido mudarme. Necesitaba estar cerca de ella, así sea solo para verla de lejos.

El 26 de diciembre de 2022 llego a mi nuevo apartamento. Mientras los asistentes que contraté para la mudanza acomodaban todo, busco entre las cosas una copa y una botella de vino. Necesitaba beber para calmarme.

La vista era impresionante pero me hacía falta ver por la ventana nuestra casa del árbol, que deje atrás para poder estar cerca de ella.

Horas más tarde, con todo acomodado, decido salir a comer pues no había nada en la despensa. Busco mi suéter con capucha y mis lentes para leer para salir en plan Clark Kent. No quería que Mía me viera y se sintiera acosada.

Salgo del apartamento y espero el ascensor y entonces cuando las puertas se abren, allí estaba ella, con bolsas de compra y sus audífonos puestos.

Cruzamos miradas pero no fui capaz de hablar. El corazón me latía de prisa. Era la primera vez en seis años que la veía de pie frente a mí, más baja que yo, activa y saludable, sin tubos a su alrededor o crisis nerviosas, era mi chica, mi Mía, de carne y hueso, hermosa como siempre. Oliendo a ella...

—Buenas noches— dijo y caminó hacia la puerta de su apartamento. Yo me metí al ascensor y justo cuando las puertas se estaban cerrando ella voltea y volvimos a cruzar miradas.

Luego de eso, solo tenía frente a mí, el frío plateado de las puertas del ascensor sintiendo los latidos de mi corazón en los tímpanos.

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No logré comer nada, solo caminé y caminé hasta que se hizo la media noche y volví entonces a mi apartamento.

Año nuevo

Erika insistió en que debíamos cenar con Mía y yo me negué. No quería incomodarla. Así que le propuse que luego que recibieran el año nuevo con Mía, me visitaran.

A las 11:50pm salgo al balcón. Las luces de Nueva York eran sencillamente impresionantes. la ciudad se veía hermosa. Miro hacia la izquierda y noto el balcón de al lado y entonces allí estaba ella. Mirando fijamente al horizonte. No me había dado cuenta que tenía vista directa a su balcón hasta esa noche.

Mirarla desde mi balcón era difícil y solo pensaba en una realidad alterna donde ella estuviera a mi lado y en dónde luego del conteo regresivo, recibiéramos el año dándonos un beso en los labios como era la costumbre. Pero eso no pasaría. Ella estaba del otro lado.

De pronto recordé en ese momento una conversación que tuvimos el día del tour de la hamburguesa.

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24 de Noviembre de 2015

A las tres de la tarde Mía se estaciona frente a la casa de Watermill.

Salgo de casa vestido como cuando era más joven, franela blanca, chaqueta de cuero, lentes de sol... solo faltaba la Ducati.

Ella estaba hermosa con su playera de Guns and Roses y sus cabellos rojos sueltos. Desde el asiento del piloto me mira desafiante pues sabía que tenía un comentario de los míos.

—Mía... ¿Qué haces? Bájate que yo conduzco.

—Obligame— dice levantando una ceja con ojos coquetos. Suspiro y entonces le lanzó mi baja bragas y noto que ella traga fuerte.

—Será un verdadero placer señorita Evans— me subo al Rubicon y comienzo a hacerle cosquillas y ella se ríe fuertemente. Al cabo de un rato, Allyson gracias a nuestro alboroto se acerca a nosotros

—¿Se puede saber que demonios pasa?— dice verdaderamente molesta. Mía y yo detenemos el ataque de cosquillas y la miramos.

—Ally... solo estamos jugamos, ya nos vamos— le digo aunque no precisamente ella se mereciera una explicación.

—¿Se van? ¿A dónde?— pregunta aunque no precisamente ella tuviera ese derecho, no después de que pasó con Brandon en la cocina de mi propia casa.

—No es tu asunto— le digo mirándola fijamente a los ojos. Podía ver su molestia. — Mía, arranca

Mía enciende el auto y entonces arranca tal como le dije. Me siento bien en el asiento de copiloto. Mía de vez en cuando me miraba pero no decía nada hasta que rompió el silencio.

—No debiste hablarle así— dice con ambas manos al volante.

—Mía... en serio, no quiero hablar de eso— digo molesto. Allyson me ponía de mal humor.

Mía suspira y centra su vista al frente del camino. Un rato después noto que agarra el dirección a Brooklyn.

—¿Qué carajos haces? ¿Por qué vamos a Brooklyn?

—Por la mejor hamburguesa— dice sin mirarme

—¿En Brooklyn? Yo no piso Brooklyn— Ella se ríe con sarcasmo

—Te la pasas comiendo con Camilo en ese hueco abajo del puente de Brooklyn— Abro mucho los ojos.

—¿Cómo sabes eso?

—Tengo mis métodos Formaggia. Ahora cállate y espera por la mejor hamburguesa

—¿Cómo sabes que es la mejor?— pregunto alzando una ceja. Ella guarda silencio. —¿Hiciste el tour de la hamburguesa sola sin mi?— pregunto indignado

—He hecho muchas cosas sola desde que firmaste contrato— suelta de pronto

—¿Ah sí? ¿Cómo qué?

—He venido a Nueva York varias veces y tú no te has enterado. Fui a Grecia hace seis meses y si me comí esa triple hamburguesa que tanto nos gustó y no te conté.

—Mía...— susurro incrédulo.

—Ezra... en un mundo donde pudiéramos vivir una realidad alterna, seguiríamos juntos aventurando por todo el mundo pero, no es así. Es como si la vida dijera que no estamos en el momento o lugar correcto. O que de pronto era un sueño, despertaste y yo no... últimamente siento que estás al otro lado. Como si no pudiera tener acceso a ti. Como si lo correcto sería alejarme para no causarte problemas

—¿Por qué me dices estás cosas?

—Amas a Allyson Larson, y aunque ella tenga a alguien, igual ustedes tienen compromisos. Yo no encajo. Yo sigo al otro lado.

—Lucho por no perderte en ese lado Mía. Te quiero en mi vida. Eres mi mejor amiga

Mía guardó silencio.

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Estando en el balcón de mi nuevo apartamento en Central Park, a segundos del año nuevo, mirando a lo lejos a Miangel, entendí esa conversación. Ella sigue del otro lado y yo sigo sin recuperarla. Tengo que traerla de vuelta.

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