Bueno y
—¿es que acaso vienes de otro mundo? —Claro que sé que eres mi hijo, ni qué estuviera amnésica, y deja de perder el tiempo haciéndote el gracioso, hazme el favor y sube a tu habitación a realizar todos los deberes que tienes asignados para hoy, qué hace rato te lo ordené y no obedeciste.
¿¡Quuéééé!? —¡Me he quedado de piedra!
¿Cómo que hace rato? —O sea, a ver si lo entiendo,
¿Quiere decir, que nadie se enteró de todo lo que viví en todo estos meses, y que no estuve en casa?
Mi madre vuelve hablar retrotrayéndome de mis pensamientos y me dice:
—Mira mijo, no te quedes ahí parado como hipnotizado, termina de entrar y cierra la puerta que se va a escapar el perro.
Subo a mi habitación y todo está igual tal y como seguro estoy lo dejé ese día, sin embargo ahora resulta que supuestamente ha sido hoy. De hecho el uniforme ya está en el cesto de la ropa sucia, mi mochila sobre la mesa y también hasta el termo que todos los días llevo al colegio, entro al baño y me veo en el espejo, debería estar bronceado por todo el sol que recibí estos dos meses, pues nuevamente me quedo asombrado, estoy igualito que antes, y lo peor llevo la misma ropa, y no la que me puse en el barco antes de bajar.
¿Acaso esto fue un sueño? — No entiendo nada.
Necesito averiguar qué ha pasado, rápidamente busco mi celular y de una vez le marco a mi padre.
Mis padres están separados desde hace varios años, de hecho cada uno tiene su pareja, no obstante mi padre siempre está dispuesto para mí cada vez que lo necesito. Así que una vez que me responde le dije:
— Hola padre, necesito urgente hablar contigo.
—¿Qué te pasó hijo? — ¡me preocupas!
—Papi me siento mal, y estoy confundido con una situación que recién me ha pasado.
—¿Estás en la casa?
—Si — respondí.
—Bueno, no te muevas, dame unos veinte minutos, ya voy para allá.
—¡Ya sabes no te muevas de ahí por favor!
Mientras espero a mi padre, sigo repasando en mi mente todo lo que viví, es que no fue un sueño, todo fue muy real, pasé por todas esas difíciles situaciones, tuve hambre, padecí frío, sentí temor, tristeza y lloré mucho, además casi me ahogué en el mar, estoy seguro que no lo soñé. Y entonces me acordé de mi virgencita y de la tarjeta que me dió, ahí tenía la evidencia de que no era un sueño, rápidamente metí la mano en el bolsillo del pantalón. No encontré nada, de inmediato recordé que la había guardado en el bolsillo del otro pantalón que no sé por qué ya no lo llevo puesto, al parecer también se esfumó como todo. Eso fue peor aún, fue como la confirmación que nada de lo vivido existió.
Comencé a llorar del dolor, de la impotencia, de la tristeza y frustración.
Cuando mi padre llegó, corrí hacia él, me arrojé a sus brazos y desesperadamente comencé a llorar y a llorar, escuché como angustiado y con voz fuerte me sacudía y me preguntaba que me pasó, si es que me habían hecho algo, o si me habían amenazado por algo en el colegio o en la calle, estaba sumamente preocupado, y gritando llama a mi madre, ví cuando alarmada entró a la habitación preguntando que estaba pasando, se sentó a mi lado y allí en medio de las personas que más me aman en la vida, comencé a narrar exactamente todo, absolutamente todo, tal y como ocurrieron las cosas desde el momento en que tuve la mala idea de pedir el maléfico deseo. Pude observar en sus rostros, primero incredulidad, luego temor y preocupación. No dudaron de mis palabras, sé que creyeron todo los que les relaté.
Mi padre dice, que lo que se le ocurre pensar, y dentro de su total ignorancia al respecto, es qué, probablemente había entrado en otra dimensión donde viví toda esa situación. Pero que me quede tranquilo, que eso no se volverá a repetir.
Bueno, con las palabras de mi padre y las tiernas caricias de mi madre estuve más tranquilo y hasta dormí por un rato.
Cuando desperté, aún mis padres seguían allí conmigo, y me hicieron prometer que nunca en la vida pediría a nadie un deseo sobre nada en particular, levantando mi mano derecha prometí que jamás trataría de cambiar el rumbo de mi destino.
Dicho esto, me sentí mejor, sobre todo por las palabras de mi madre:
—«"Haz cuenta que ha sido una peculiar y muy hermosa historia que viste y donde el protagonista ha sido un valiente por enfrentarse solito a tantas dificultades que pudo resolverlas para salir airoso"»
inmediatamente me besó diciendo:
—"Hijo, estoy tan orgullosa de ti por lo valiente que has demostrado ser"... ¡Te amo demasiado!
Muy alegre sonreí.
En eso mi padre en voz alta dice:
—¿Quién quiere pizza, helados y luego ir al parque de atracciones?
—¡YOOOO! — dije — abrazando a ambos sumamente feliz y contento.
Y lo que viví, lo he asumido solo como un sueño y nada más.
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Comments
Maria Perez
Super excelente historia!!
2024-03-16
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