¡No lo puedo creer!

No logro entender nada.

¿Cómo es posible que ha pasado diez años? — Si es que, precisamente ha sido ésta tarde en que pasó todo.

¿Que poder endemoniado pudo haber cambiado el tiempo? — Bueno, sin embargo tomo la decisión de investigar lo sucedido, ya que tampoco entiendo sí ha pasado tantos años porque yo aún sigo siendo un niño de diez años tanto física como mentalmente. Me dispongo a caminar por el lugar, entro al supermercado que ahora está justo donde estuvo mi casa, detenidamente observé todo, buscando algún detalle, o no sé qué, la verdad que ésta situación me tiene desconcertado.

Salgo de allí sintiendo mucha tristeza y melancolía, es que no sé cómo es posible que anoche nada menos dormí en mi casa y amanecí en ella y en menos de veinticuatro horas todo haya cambiado y no exista nada, lo más preocupante es que no tengo ni siquiera donde dormir. Me siento en una esquina, no pude evitarlo y comencé a llorar, llorar, y llorar, ¿Qué puedo hacer, cómo resolveré esto? — Es que no sé dónde buscar a mi familia. Aparte que siento tanta hambre, que no me deja pensar. Busqué en mis bolsillos a ver si por casualidad tenía algo, una galleta o un trozo de chocolate, pero que va, solo encontré el polvo que las estrellas me dieron, recordé que dijeron que podía usarlo por todo mi cuerpo cuando alguna situación difícil me agobiara, pues lo abrí saqué un poquito de polvo, lo puse en mis pequeñas manos y lo pasé por todo mi cuerpo, incluso por encima de la ropa, después de eso no sentí nada, seguía con la tristeza y sintiendo mucha hambre y desesperación.

De repente ya no sentía nada, solo un deseo enorme de encontrar a los míos. Así que envalentonado, comencé a buscar por todas partes.

Llegué hasta una iglesia que nunca había visto, encontré al sacerdote sentado en uno de los bancos, sin más ni menos, le pregunté si necesitaba que lo ayudase en algo, me dijo:

—"Solo barrer toda la iglesia si quieres, pero niño, no tengo con qué pagarte, ni siquiera puedo ofrecerte un plato de comida porque tampoco tengo"

— No se preocupe padre, tan solo necesito donde dormir ésta noche, ya que no tengo dónde hacerlo. Me observa preocupado y me pregunta:

—¿Has huido de casa?

—No exactamente, es una historia muy larga e increíble — dije.

Por supuesto no voy a contarle nada, a ver si cree que estoy loco y me encierra en un manicomio. Y es que la verdad es lo que parece una historia de locos. Aunque tenía hambre me conformaba con tener donde pasar la noche.

Al cabo de unos cuarenta minutos, tocaron a la puerta del despacho parroquial, el señor cura hace un gesto de extrañeza, observa el reloj en la pared, y se dirige a la puerta. Una vecina llegó trayendo un envase con comida suficiente como para alimentar a varias personas y una jarra con agua de avena. El sacerdote le agradece y la bendice, la vecina se marcha contenta.

Bueno, fue tan maravilloso, ya que cuando creía que me iba a acostar sin comer, resulta que no fue así.

Después que cenamos, el sacerdote tan amable, me ofreció una colcha y un camastro donde dormir.

Esa noche dormí profundamente, y soñé que transitaba por una calle empedrada, era sumamente estrecha, pero a la vez muy concurrida, en lo que volteo la mirada, puedo ver a mi madre, de la alegría de verla corro hasta ella y comienzo a llamarla, pero pareciera que no me escucha, apresuro el paso, y me le planto enfrente, la saludo efusivamente rodeando su cintura con mis pequeños brazos, ella me mira extrañada, y le digo:

—¡Mami soy yo, tu hijo!.

—Me mira extrañada, y dulcemente me dice:

—¡Ay niño disculpa, pero yo no tengo hijos pequeños, ya los tres que tengo son grandes... Creo que estás confundido!

—¿¡Quuuéééé!? — ¡Claro que es mi madre!

¿Cómo voy a estar confundido si la conozco bien?.

Ella da media vuelta y se marcha, dejándome con el corazón destrozado. Intento seguirla pero es como si se hubiese esfumado. No la vi más.

Llorando desperté del sueño, bueno, para mí fue como una pesadilla, porque eso de que tu madre no te reconozca realmente es una pesadilla.

Arreglé sobre el camastro la colcha que el sacerdote me había ofrecido en la noche. Cuando salí, no estaba por todo el lugar, entonces tomé un lápiz y un papel y le escribí una nota de agradecimiento, y rogando me diera su bendición, abandoné el lugar.

No hallaba para dónde ir, sentí que caminaba en círculos, por eso consideré que no debía quedarme allí, no estaba solucionado absolutamente nada. Aunque no sé cómo solucionaría.

Cuando ya llevo más de dos horas caminando muerto de hambre y sed, me siento en una banca de una plaza con la mirada perdida. En eso una viejecita hermosa que vendía dulces, me ofrece uno, niego con la cabeza y le agradezco, insistentemente se sienta a mi lado, y no se de dónde salió un trozo de pan y un envase con chocolate caliente y lo pone en mi mano, y tan solo me dice:

—Ahora vamos a desayunar!

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Comments

La mulata

La mulata

me está atrapando.

2023-01-26

1

Maria Ines Galviz Contreras

Maria Ines Galviz Contreras

envalentonado.

2022-09-21

0

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