-Déjame entender - dijo Jay – ¿te encontraste con el prometido de la miss Angélica cuando llegaste a su casa?
-Pues sí, él fue quien me abrió la puerta de su casa, la miss Angélica solo quería decirme que iba a dejar de entrenar a los chicos en el club porque se iba a casar, pero que le gustaría seguir trabajando conmigo porque tengo un futuro muy bueno en la natación.
-Ja, ja, jaaaaaaaaaa – Jay se evitó el “te lo dije” pero si se rio y a carcajadas en la cara de Tom.
Era frustrante, ¿Te imaginas malentender cosas, ilusionarte con una chica de ensueño y que cuando crees que te va a corresponder el amor que le profesas, te rompa la ilusión de golpe diciendo que se va a casar?
Te cuento como sucedieron las cosas, ¿Recuerdas la fantasía de Tom? Bueno, pues si llegó a la casa de Angélica con un terno, no exactamente un terno, era más bien un pantalón de vestir con una camisa blanca, un chaleco marrón de cuadros y una corbata de moño también de cuadros, extra grande, que tomó prestado del guarda ropa de su papá, así que te imaginarás como le quedaba, compró un ramo de flores, las más baratas que encontró porque apenas tenía 11 años y entonces marchó hacia la casa de su amor platónico.
Cuando llegó, los nervios afloraban en su cuerpo, pensaba en todas las formas de decirle “me gustas” o al menos solo el “hola” pero se armó de valor y tocó el timbre; cada minuto que pasaba en espera era tortuosa y al fin, cuando le abrieron la puerta, él extendió los brazos con el ramo de flores y justo cuando iba a decir “acepta mi amor por favor” escuchó una voz masculina que le decía:
-Y tú ¿quién eres? ¿Vendes flores?
Tom levantó la cabeza y vio a un hombre alto, con barba, muy bien parecido y con los músculos de una roca, parecía sacado de las revistas de Kimi, su hermana. Se quedó inmóvil sin saber qué hacer o qué decir. Quiso preguntarle ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? ¿Me equivoqué de casa? Sintió como un pequeño calor comenzó a invadirle el cuerpo, y ese calor se intensificó cuando detrás de este hombre de roca apareció Angélica, toda esa temperatura se ubicó en una zona específica y se llamaba, rostro, creo que, si alguien hubiera retratado a Tom justo en ese momento, el pie de foto ideal hubiera sido: “Tom, el hombre fresa” porque, además, Tom en la pubertad, tenía unas pecas que hacían más adorable su aspecto.
-Hola Tom- dijo Angélica con una sonrisa de ternura y burla al mismo tiempo- te estábamos esperando ¿tu amigo no viene contigo?
Tom no supo que decir, ella había dicho “estábamos” eso quería decir que ella no lo había invitado a su casa para estar a solas con él, entonces ¿a que lo había invitado?
-Pasa, no te quedes afuera, quiero hablar contigo.
Tom entró dejando su ilusión regada en cada paso que daba, se sentó y ahí fue donde se enteró de que ella y John (así se llamaba el tipo musculoso sacado de revista) se iban a casar, le contaron como se conocieron, lo extraño y romántico que fue y que desde el momento en que se vieron sabían que iban a pasar el resto de sus vidas juntos, no exagero, eso fue lo que ellos le dijeron a Tom, aun así se ofreció a seguir dándole clases de natación después de la luna de miel porque según ella tenía mucho futuro en ese deporte, que podría entrenarlo y hacer que llegue lejos. Cómo a las olimpiadas o algo así. También le sugirió que se lo dijera a su amigo.
Tom salió de la casa de Angélica con el color en el rostro aún, y con dos invitaciones a la boda, una para él y la otra para Jay.
El día más feliz en la vida de Angélica, asistieron Tom, Jay y sus mamás, porque en la invitación decía “pase para dos personas” y como quedaba lejos las mamás decidieron ir con sus hijos, le costó mucho trabajo a Jay convencer a Tom de que fueran a la boda, entenderás por qué, pero al final logró convencerlo.
Ese día Angélica lucía increíble, con un vestido blanco todo de encaje ceñido a su cuerpo y un velo que se arrastraba por todas partes, John lucía un traje muy diferente al que Tom había usado el día de la bochornosa confusión. El muchacho tuvo que admitir que ese tipo sí que era el adecuado para Angélica. Ambos lucían enormes sonrisas de felicidad y el corazoncito de Tom tuvo que decirle adiós a Angélica, se sentía muy triste, pero al mismo tiempo sentía paz, sabía que su amor de niño no hubiera sido nunca correspondido así que decidió abrir la jaula y dejar que volara, se acercó a Angélica.
-Te deseo lo más bonito y maravilloso de este mundo, te lo mereces, eres una gran profesora, me regalaste momentos llenos de alegría (y al decir esto no se refería exactamente a las clases de natación, pero claro, Angélica no lo sabía) sé feliz por favor.
-Gracias, de verdad muchas gracias - y al decir esto abrazó a su alumno favorito y fue a bailar con John.
Cuando terminó la boda, Tom salió del salón con una sonrisa de satisfacción en el rostro y un corazoncito ya más calmado, justo antes de partir decidió decirle “adiós” con la mano a su primer amor.
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Comments
Clara E.
Esa mezcla de sentimientos por su amor platónico... Que lindo que se pudo despedir ✨
2022-06-25
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