Capítulo 4.

Hoy era el día del examen, no me sentía en mis capacidades para hacerlo bien, me sentí fatal, cansada y hasta cierto punto deprimida; aún así viendo a mis compañeros pasar los exámenes y tomar el mío, sabía que no podía darme por vencida tan fácilmente, siempre recordaba el esfuerzo de mi madre por pagarme la universidad, además del esfuerzo de Mark por ayudarme.

Cuando el tiempo dio inicio, me quedé viendo fijamente la hoja en blanco que cubría las primeras preguntas del examen, cuando me sentí mentalmente lista, quité la hoja de encima y comencé a contestar las preguntas; nunca me había sentido así, contestaba estás sin siquiera pensarlo dos veces, era como si las respuestas vinieran a mi tan rápido como si fuera una clase de experta. Así que en menos de lo que esperaba, el examen completado y con la mitad del tiempo libre me sentí extraña y me llegó un sentimiento de inseguridad en el que me obligó a revisar nuevamente el examen, revisé respuesta por respuesta, incluso dos veces si era necesario, en eso se fue mi tiempo; parecía que lo había contestado de última hora, pero no; incluso la mirada de la profesora era de satisfacción al ver que me veía un poco perdida y nerviosa revisando hoja por hoja.

Al entregárselo pude respirar y sentir una presión menos en mi pecho, aunque quisiera seguir llorando. Tomé mis cosas y las guardé, era la última clase y podía darme el lujo de ir a mi habitación y tirarme en mi cama. Escuché la voz de Mark llamarme, y con una sonrisa en el rostro lo miré, pero fue como una luz brillante la que vino a mi al verlo, y los recuerdos regresaron, incluso me sentí aún más avergonzada al recordar que había intentado masturbarme con el pensamiento de su masturbación en mi mente. No lo pude evitar, salí corriendo del aula como si está se estuviera quemando.

Cuando llegué a casa, respiré con tranquilidad, la vergüenza había hecho que me ardiera la cara. Aventé mis cosas en el sillón como era mi costumbre y urgué en el refrigerador en busca de algo que calmara mi ansiedad; sólo encontré los restos de una caja de pizza de hace 3 días o más, el refrigerador estaba vacío, algo curioso porque solo hace dos días había hecho la compra, aquello me hizo recordar mis reservas de ramen instantáneo que guardaba en caso de emergencias. Puse el agua a hervir y me fui a sentar a el sillón en donde tenía mis cosas aventadas, me relajé al punto en el que mi cuerpo podía parecer una masa de gelatina deshaciéndose.

Mientras cerraba mis ojos y pensaba en lo que podría hacer para poder pagar las deudas, el timbre del departamento me asustó; tallé mis ojos y acomodé mi cabello despeinado para ir a abrir la puerta, encontrando el rostro de Mark, mi instinto me hizo cerrar la puerta inmediatamente pero el se interpuso y por primera vez lo vi usar la fuerza contra mi y me empujó con todo y puerta para entrar.

—Lo siento, pero de otra manera no iba a poder entrar —dijo, con molestia y un poco de arrepentimiento.

—¿No crees que si te cerré la puerta es porque no quería que entraras? —dije, con molestia fingida, la verdad es que era más vergüenza que enojo por el empujón y su entrada a la fuerza.

—No lo entiendo, Rachell. ¿Por qué huyes de mí? Acaso ¿Hice algo que te molestara o dije algo grosero que te hice sentir mal? —su rostro expresaba culpa, tenía el ceño fruncido y se explicaba por medio de ademanes que no vendrían al caso, incluso, sus ojos se veían brillantes. Me hizo sentir mal.

—No, no, no es eso. Para nada… —rasqué mi cabeza mientras suspiraba—. Siéntate, estoy haciendo ramen.

—Me vas a explicar —me señaló con su índice, y casi como un berrinche, se fue a sentar en una de las sillas del comedor.

El agua estaba hirviendo, así que coloqué dos cuadros de fideos en vez de uno, agregué los sobres de saborizante y los removí por un rato hasta que estos ya estuvieran desechos, quería que se tardará lo más posible para organizar mis ideas. Cuando este estuvo listo, llevé la pequeña olla a la mesa y le entregué un plato a Mark junto con un tenedor, ya que el no sabía comer con palillos.

—¿Me vas a explicar?

Yo asentí y me preparé.

—No quiero que te molestes… es vergonzoso —lo miré y el asintió, confundido—. El sábado que estuve en tu casa estudiando olvidé mis llaves, me di cuenta cuando llegue a casa después de ver a mi padre y pasar al mercado, así que regresé y use las llaves que me diste para abrir. Mi curiosidad pudo y más y aunque haya encontrado mis llaves fui al pasillo que da a los cuartos —sus expresiones se comenzaron a aflojar, como si comprendiera por dónde iba— Te vi.

Su rostro ahora era diferente, no sabía si era preocupación o enojo, tal vez era mi mente jugándome mal; hubo un silencio que me puso nerviosa y por un momento me sentí mal.

—Entonces… ¿no me hablas porque me viste trabajando?

Era enojo lo que su voz denotaba, pero no porque lo hubiera visto haciendo su trabajo, sino porque el está malentendiendo todo.

—¡No me malentiendas! —me apresuré a decir— tu tendrás tus razones para hacer ese trabajo, no te juzgo, puedes ser bailarín exótico si quieres… mi problema es que, me avergüenza el haber sido tan metiche y me pasó que pensaba en ti, por las clases, la escuela y esas cosas y mi mente iba al momento exacto en el que te masturbas y… —escuché un risa, una pequeña, casi ahogada, como cuando quieres contener la risa y no puedes—. ¡No te rías, es enserio! —suspiré— Mark, no me malentiendas, no quería verte y pensar en ese momento, además de que es algo de tu vida privada, no tenía porque andar chismeando… lo siento.

El sonrió, con esa clase de sonrisas cálidas de comprensión, sin burla o sin alguna otra intención, solo era una sonrisa.

—Tranquila, Rachell. No debiste de haberlo visto, es cierto. Pero era tan fácil como que lo habláramos, es mi vida privada, pero no me avergüenza decir que soy un camboy.

—¿Un qué? —interrumpí.

—Un camboy; un modelo de webcam, es como YouTube pero sin restricciones, puedo simplemente hablar con las personas, hacer cosas de la vida diaria y ¿Por qué no? Masturbarme. —sonrió seductoramente.

—Muy bien, lo entiendo, Mark… yo lamento no haberte dicho nada, pero no te juzgo, solo fue vergüenza.

—Y dime —acercó su rostro a mí aunque la mesa nos dividiera—. ¿Tuviste algún tipo de pensamiento erótico conmigo, hermosa?

Sí.

—No, y no vayas a molestar con eso.

Su risa me puso molesta, no quería que se burlara de mi.

—Solo estoy jugando, hermosa. Eres la única chica que lo entiende, al parecer, es atractivo cuando me acuesto con alguien, pero si quieres empezar una relación no, sobre todo cuando quieren estar conmigo y hacerlo conmigo frente a las cámaras pero por todo el dinero que pueden ganar.

—No te creo que ganes tanto.

—¿Qué tal en un promedio de 230 a 1200 dólares por día? Claro, si trabajas de 2 a 3 horas diarias.

—Pero la semana pasada me dijiste que no te había ido muy bien.

—Y así fue. Gané menos de lo habitual ya que la mayoría lo invierto y lo demás es para pagar la universidad y otras cosas.

—Bueno, ahora que han quedado las cosas claras y ya no siento vergüenza de verte a la cara, voy a comer.

Mark me contó su pasado, porque ahora era un modelo de webcam y es debido a su emancipación, sus padres querían obligarlo a cosas que el no quería, su padre era un empresario dueño de la cadena de hoteles más lujosos y populares en el país, su madre, era una diseñadora reconocida que ganaba mucho con sus carísimos diseños. Cuando Mark se mudó le fue complicado conseguir un trabajo para pagar el alquiler de su departamento, comida, servicios y la universidad. Así que, mientras trabajaba, encontró la opción de ser un camboy, mientras crecía en su cuenta seguía trabajando, cuando obtuvo los ingresos para mantenerse sin seguir trabajando en algún lugar, lo dejó y se dedicó de lleno a su trabajo como modelo.

Por fin entendía y podía hablar y verlo sin ningún problema.

Cuando me recosté en mi cama después de que el se fuera, me quedé dormida de inmediato.

En mis sueños, podía sentir las manos de alguien recorrer mi cuerpo, sus labios en los míos, dentro de esa misma burbuja de placer, gemí el nombre del chico… gemí el nombre de Mark.

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