...Kaleth Laurent...
Llegando del instituto fui directo a mi habitación.
Las doce treinta marcaba en la pantalla de mi teléfono y me quedé mirando el techo recostado en mi cama.
Últimamente había un aura extraña entre mi padre, el señor Müller y Olivia. Había algo que no me daba buena espina y terminé de confirmarlo el sábado.
Toc, toc, toc.
— Adelante —respondí.
Bastian se asomó por la puerta y entró. En su rostro llevaba una expresión de cansancio total, de esas que tienes cuándo no duermes en toda la noche.
— No puedo más... —arrastró los pies por el suelo y se lanzó boca abajo en mi cama.
— Pues más te vale seguir de pie, no querrás dejar a Olivia plantada ¿O sí?
Levantó la mirada.
— ¿Por qué crees que sigo despierto?
Verlo enamorado era lo más lindo que podría haberme sucedido. Me sentía orgulloso de lo rápido que había crecido mi hermano.
A pesar de tener la misma edad.
Y que cayera por mi mejor amiga, sin duda era perfecto.
...Olivia.
— Tú... ¿No has notado a Olivia muy extraña últimamente?
— ¿Cómo que extraña? —Bastian me miró y se sentó.
— ¿No viste cómo se comportó en hace días durante la parrillada? —pregunté incrédulo.
— Bueno, estábamos hablando de negocios un sábado durante un almuerzo familiar. Hasta yo estaba incómodo.
Allí tenía un punto.
Ese fue un momento incomodo para todos.
Pero igual algo no estaba bien, aunque no podía precipitarme a sacar conclusiones erróneas y provocar un alboroto.
— ¿A qué hora vas a tu cita?
— En dos horas debería ir en camino. Ahora ve a ducharte, me vas a acompañar y no quiero andar con un andrajoso.
— ¿Pero por qué siempre me hablas de mal olor? Me ducho tres veces al día —reprochó.
— Sabes que solo bromeo. Relájate un poco.
°°°°
Ahora me sentía más que satisfecho con mi nuevo estilo.
Había cortado un poco mi cabello y decidí cambiar el color a un azul marino con reflejos púrpura.
Se veía fantástico, porque parecía una especie de galaxia.
— Que gay te ves —fue la primera reacción de Bastian.
— Gracias —respondí mientras me veía en el espejo—. Al menos espero parecer un gay muy apuesto.
— El más apuesto de todos, ahora vamos que se hace tarde.
Bastian estaba más enérgico de lo normal. Y yo sabía que todo era debido a su "cita" con Olivia.
Me despedí de mi estilista y caminamos directo a la puerta.
Con la energía renovada, me sentía imparable. Me sentía fantástico, como si el mundo se tuviera que inclinar ante mi presencia.
Fuimos directo al auto.
— Se ve bien, señor Kaleth —Comentó Roger en cuanto estuve frente a la puerta.
— Gracias, Roger —me giré para ver a mi hermano—. ¿Ves? Roger me hizo un halago sin usar ningún comentario despectivo.
— Porque a él le pagan por halagarte.
— ¿Es eso cierto, Roger? —estaba listo para comenzar con el drama.
— No, señor.
Podía notar que bajo aquella fría expresión había una sonrisa queriendo escapar. Pero prefería dejarlo pasar.
Él estaba haciendo su trabajo después de todo.
— Gracias al cielo, porque estaba a punto de hacer un drama.
— ¿No era lo que estabas haciendo?
— No, ahora vamos. No quiero llegar tarde a tu cita —dije mientras me subía al auto.
Cuando todos estuvimos dentro del auto, Roger arrancó y me dispuse a escuchar musica mientras observaba por la ventana.
Only You de The Platters.
Era una de mis canciones favoritas. Me hacía sentir como si estuviera enamorado, aunque no hubiera nadie especial por ahora. Era como una especie de maldición que había en mi vida, todos mis romances terminaban en un fracaso rotundo.
¿Por qué no podía conseguir a alguien para amar?
¿Cuando llegaría mi turno de enamorarme?
Lo único que quería era poder sentir aquella sensación de la que tanto había leído en los libros que tenía en casa, incluso veía a mis padres y me daba cierta sensación de admiración, ellos habían encontrado el amor. Y ahora también mi hermano lo había encontrado. Debo admitir que soy un gran fanático del romance.
Estaba enamorado del amor.
Aunque me llenara de vergüenza admitirlo.
Pero mientras no estuviera enamorado de alguien, seguiría pasándola bien de vez en cuando.
«Deja de hacer ese tipo de cosas, no sabes en qué momento podrías conseguir a la persona indicada y que termine lastimada por tus locuras»
Era lo que Olivia me repetía cada vez que le contaba mis hazañas de una noche.
Pero con nadie había sentido alguna conexión más allá de lo físico, y a mi edad era casi imposible conseguir a una persona sentimentalmente responsable.
— Ya casi llegamos —avisó Roger.
— Bien.
Al otro lado de la ventana, los pinos de convertían en árboles más bajos y el cielo comenzaba a pintarse de tonos pastel. A unos cuantos metros se podía ver un letrero enorme en la entrada de la feria y justo al lado una taquilla para comprar los boletos de entrada.
Lo cuál me parecía ilógico y consumista.
Ya que una vez dentro del lugar debías pagar todo lo que que querías usar. En eso incluido las atracciones, comida y bebidas. Todo.
Era como un casino pero apto para todo tipo de público.
— Aquí los espero —dijo Roger mientras estacionaba el auto—. Que se diviertan.
— Igual tú —respondí y bajamos del auto.
^^^"Los veo junto a la rueda de la fortuna :)"^^^
Fue el mensaje que leí cuándo estábamos en la entrada de la feria.
Estaba más que feliz.
Con suerte hoy mi hermano y mi mejor amiga podrían confesar su amor en el lugar más tierno de todos. Sólo esperaba que hoy todo saliera bien y fuera una noche especial.
De hecho decidí venir porque alguien tenía que asegurarse de que todo saliera perfecto.
Hoy yo era Cupido.
Las luces de la feria comenzaban a cobrar vida haciendo un contraste precioso con el crepúsculo que se apoderaba del cielo. Los olores de la comida se mezclaban en el aire junto con la sensación de un ambiente cargado de expectativas. Los gritos de las personas a bordo de la montaña rusa erizaban cada bello de mi cuerpo dejando a su paso una leve descarga de adrenalina.
Justo ahora sería capaz de subir a cada atracción del lugar.
Las sensaciones, los olores, los colores... Todo me hacía sonreír. Era como volver a tener siete años. Por mi mente pasaron todas la veces que llegué a venir con mis padres y Bastian, y un sentimiento agridulce me invadió el pecho.
Tal vez era nostalgia.
— Parece que tuvieras siete años todavía —dijo Bastian con una amplia sonrisa en los labios y la ilusión impregnada en su mirada.
— Así se siente, hermano.
Veía cada cosa en la feria con la emoción de quien va por primera vez.
Ese era un lado de Bastian que me gustaría proteger. Me hacía feliz verlo feliz.
Atravesamos gran parte del parque corriendo. Tropezamos con todo el mundo y recibimos insultos y empujones, pero era como un momento lleno de euforia. Una descarga de adrenalina, como la que sientes cuando haces algo que querías hacer desde muy joven. A lo lejos la rueda de la fortuna se levantaba en una inmensidad majestuosa y cautivadora.
Cada vez más grande, cada vez más cerca.
Junto a la rueda estaba Olivia de pie esperando por nosotros.
Corrí hacia ella y la abracé por la espalda.
— ¡Hola! —se giró y lo primero que vio fue mi cabello— ¡Kaleth! ¡qué bien te queda! —llevó una mano hasta mi cabello— Me encanta.
— ¡Gracias! —miré a Bastian— a ella también le gusta.
— Como digas -y miró a Olivia—. ¡Oli!
¡Y se abrazaron!
A esta parte de mi vida la llamo felicidad.
— Que bueno verte —dijo Olivia y sus ojos brillaron al verlo.
Eso era justo lo que yo quería sentir.
— ¿Qué quieren hacer ahora? La noche es joven
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 32 Episodes
Comments