Trece horas después, llegué a Roma, Italia. Me dirigí a retirar mis maletas y, unos veinte minutos más tarde, ya estaba esperando un taxi para ir al Stars Luxury Hotel.
Llegué al hotel, me registré y pagué con la tarjeta de Alexis. Total, no pensaba quedarme por mucho tiempo. Me asignaron la habitación 306 y me encaminé hacia el ascensor.
Una vez en la habitación, llamé a alguien que creí no volver a ver luego de su partida y de la pelea que tuvimos por culpa de mi prometido. Marqué su número y rogué a Dios que aún lo conservara.
—*Ciao, chi parla?*
—Hola, Max... Soy Mía.
—¿Y a qué debo el milagro de tu llamada? Un año, Mía. Un año esperando que te disculpes conmigo.
—Ya, Max. Perdóname, sí. Perdón. Yo debí creerte. No debí cegarme... Por favor, perdóname. Te necesito —dije, llorando—. No puedes dejarme sola ahora, por favor.
—Carajo, Mía... Está bien, te perdono. Pero no llores. Sabes que no me gusta escucharte llorar —respondió, preocupado.
—Está bien —dije, tratando de calmarme—. Te necesito. Estoy en Roma, en el Stars Luxury Hotel.
—¿¡Cómo que estás en Roma!? ¿¡Qué te hizo ese bastardo!?
—¿Puedes venir por mí? Aquí te cuento todo.
—Ya voy para allá. Espérame ahí. Cuando llegue, te marco.
—Ok. Aquí te espero... y gracias.
—Sigo enojado, pero eso lo dejamos para después.
Max era mi mejor amigo... mejor dicho, el único. Cuando empecé a salir con Alexis, Max no dejaba de decirme que había algo en él que no le agradaba. Aun así, trató de llevar la fiesta en paz por mí. Siempre lo trató con distancia; nunca logró caerle bien.
Cuando me comprometí, no se mostró precisamente feliz, pero igualmente me felicitó. Sabía lo feliz que yo estaba con ese compromiso.
Hasta que un día vino a mi casa a decirme que había visto a mi prometido saliendo de un hotel con una mujer del brazo. Yo no quise creerle. Sabía que Alexis nunca le cayó bien y creí que lo hacía para separarnos. Qué idiota fui.
Ese día tuvimos una discusión enorme. Peleamos como nunca, nos dijimos cosas hirientes y terminé por lastimar a la única persona que de verdad me amaba. Le dije:
—Ya basta, Max. Que tú no puedas ser feliz con la persona que amas por guardar las apariencias no quiere decir que yo no pueda ser feliz con Alexis.
Y justo después de eso, me arrepentí. Max era gay. Llevaba dos años en una relación clandestina con un colega de trabajo, pero sus padres nunca aceptarían que su hijo fuera un “desviado”, como tantas veces los escuché referirse a empleados homosexuales de su empresa.
—Eso no tiene nada que ver con esto. Pero está bien, Mía. Voy a dejar que te des cuenta sola. Nunca pensé que tú, como amiga, me juzgarías —fue lo último que me dijo antes de darse vuelta y marcharse.
Esa fue la última vez que lo vi. Después de eso, no tuve el valor de enfrentarlo. Me sentía la peor amiga del mundo.
Semanas después, su hermana me envió un mensaje diciendo que Max se iba a trabajar a la sucursal de la empresa en Roma. Luego de eso, no supe más de él.
Siempre fue como el hermano que nunca tuve... y al final tenía razón. Qué idiota me sentía en ese momento.
Pasó media hora y mi teléfono volvió a sonar.
—¿En qué habitación estás? —preguntó Max.
—En la 306.
—Te veo en un momento —dijo, y colgó.
No pasó mucho antes de que tocara la puerta. Respiré profundo y abrí. No había cambiado nada; seguía igual de guapo. Me sonrió, abrió los brazos y lo abracé mientras lloraba. Él acariciaba mi cabeza con ternura y, luego de unos minutos, habló.
—¿Vas a dejarme entrar o vamos a hablar desde la puerta?
—Claro, pasa. Antes que nada quiero pedirte perdón. Déjame hablar. Sé que solo querías protegerme, lo entendí tarde, pero lo entendí. No me estoy justificando, sé que lo que te dije ese día estuvo mal. Juro que quise disculparme contigo, pero no sabía cómo. Me sentí la peor amiga... y luego te fuiste.
—Mía, no estoy enojado contigo por lo que me dijiste ese día. Sí, me dolió, pero no fue eso lo que me enojó. Me dolió que no quisieras ver la verdad. No mentía cuando dije que lo vi con otra mujer saliendo de un hotel. Y tú, en vez de dudar de él, dudaste de mí... de mí, que soy como tu hermano.
—Y si te hubiera creído en ese momento, no estaría pasando por todo esto.
—Bueno, ya no hablemos de eso. Cuéntame, ¿por qué estás aquí?
—Es que si te lo cuento vas a pensar que estoy loca. Ni yo misma sé cómo es que estoy aquí.
—Bueno, normal nunca fuiste —dijo bromeando—, pero cuéntame y yo te digo si te creo o no.
—Está bien, pero no me interrumpas...
Y así, le conté todo. Lo que pasó después de que se fue. Cómo Alexis cambió, cómo descubrí que había retrocedido en el tiempo un mes antes de mi muerte... y cómo lo encontré en la cama con mi hermana.
Le conté sobre el accidente... y cómo desperté en mi habitación después de eso.
Max me miró en silencio. Luego me abrazó fuerte. Se le escaparon unas lágrimas.
—Si tienes razón, es increíble... pero te creo. Tú no tienes imaginación para inventar semejante historia.
De un momento a otro, se puso furioso.
—¡Yo sabía que ese tipo no era trigo limpio! No digo que engañarte esté bien, pero ¿meterse con tu hermana? Y Sofía... no tiene perdón. Después de que trabajabas y estudiabas al mismo tiempo para solventar tu carrera *y la de ella*... ¿así te paga? Siempre supe que te tenía envidia. Pero robarte el novio... eso ni las mujeres de la calle lo hacen. Ellas, por lo menos, tienen código.
—Basta, Max. No gastes más tus energías en ellos. Ahora solo quiero olvidar. Por eso vine aquí. Sabía que, a pesar de todo, podía contar con mi hermano.
Aparte... hay alguien que va a necesitar de su tío —dije, llevándome la mano al vientre.
Max me miró, incrédulo.
—¿Mía, es una broma? ¿¡Yo lo mato!? ¿Las embarazó a las dos?
—En mi defensa, no lo hice a propósito. Fue un accidente. Iba a darle la noticia el día de mi boda. Me había enterado que estaba de mes y medio. Quería sorprenderlo... pero la sorprendida fui yo.
—Ay, Mía... basta. No te pongas así. Si es cierto lo que dices, si estás embarazada, ponerte mal le va a hacer daño al bebé. Yo prometo calmarme.
Pero... ¿ya confirmaste que estás embarazada aquí? Digo, tú te enteraste en la otra línea del tiempo, o como sea que quieras llamarlo. ¿Pero aquí ya lo comprobaste?
—No... todavía no.
—Bueno, salgamos de dudas. Vamos, te llevaré a una clínica a hacerte un estudio de sangre y así confirmamos nuestras sospechas.
—Está bien.
Y así, ambos salimos de la habitación. Juntos, como siempre, dispuestos a confirmar si, en esta nueva oportunidad, Mía realmente estaba embarazada…
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Updated 61 Episodes
Comments
Alice Morales
Excelente actitud de su amigo.
2025-04-10
0
Cristina Martinez
comienza duro autora🤗
2025-04-29
0
Alice Morales
verdaderamente pudo haber creído a su amigo, en fin lo del bebé es aparte
2025-04-10
1