Marco
Estoy muy consciente de lo estúpido que me veo, pero no puedo evitarlo. Es absolutamente involuntario. Pensar en ella hace que los músculos de mi cara se alcen sin tan siquiera mandar una señal. He tenido esta tonta sonrisa toda la mañana. Desde que ella se despertó y me dio la oportunidad que había estado esperando. ¿Por cuánto tiempo? ¿15 años?
Desde que tengo memoria siempre he tenido una loca fascinación por ella.
No podía creerlo. Un día antes estaba seguro de la decisión que había tomado. Alejarme de ella. En ese momento parecía lo mejor. Me bastó con solo mirarla indefensa para acercarme a ella de nuevo. Verla vulnerable en la cocina de su casa después de lo enojado que estaba Luca me partió. Pero no fue ahí cuando cambié de opinión en cuanto a mi decisión. Fue todo. Simplemente, no podía alejarme de ella a voluntad.
Había visto ya en sus ojos algo diferente cuando me miraba. No sé si era amor, pero sabía que por lo menos le importaba, ella misma lo había dicho. No quería hacerme daño. Le importaba.
Sus miradas de antes eran de desdén y terriblemente frías. Me había acostumbrado tanto a ellas, que claro que cuando me miró diferente enseguida lo noté.
-Puedes poner tu cara normal. Me estás dando asco.
La voz de Alex interrumpió mis pensamientos.
Tuve que venir a mi casa en cuanto me habló por teléfono. Era algo importante así que no podía dejarlo para después. No quería separarme de Esme y menos el primer día de estar con ella oficialmente como novios. Pero tenía que estar aquí.
Tomé el documento que Alex me ofrecía junto con una pluma y firmé sin siquiera leer el documento.
-¿No lo leerás?- preguntó Alex.
- Confío en ti.
-No lo hagas, puede que te traicione.
Lo miré de soslayo. Jamás me traicionaría. Tres años de amistad me había bastado para conocerlo bastante bien. El era mi mejor amigo.
-¿Cuándo será la operación?- pregunté.
El documento que firmaba era un documento de banco para pagar los gastos médicos del padre de Alex, había visto como trabajaba todo el día para apoyar a su padre con los gastos de su casa. Cuando su padre cayó enfermo trabajó día y noche para poder pagar todas las facturas del hospital. No era suficiente. Su
cuerpo ya no podía soportar la situación. Así que me ofrecí a pagar los gastos de su padre. Él no estaba de acuerdo al principio. Era bastante orgulloso como para dejar que alguien lo ayude. Pero el señor
Harriet también me importaba, había trabajado muchos años para nuestra familia y fue un gran amigo para mi padre cuando él vivía. El señor Harriet era el jardinero que se encargaba de todo el jardín, excepto las rosas, esas mi padre las cuidaba personalmente. Cuando él murió, decidí encargarme yo mismo. Pronto me di cuenta de que necesitaban de mucho cuidado; conforme pasaban los días se iban muriendo, hasta que un día el hijo del jardinero me dijo qué era lo que estaba haciendo mal. Al principio no quería su ayuda. Quería ser capaz de cuidar solo lo que mi padre atesoraba tanto, pero la situación me sobrepasó. Todas morían. Nunca había tenido interés en esto, así que no tenía la menor idea, al final terminé aceptando la ayuda de Alex. Él fue quien me enseñó casi todo. Yo también hice mi parte; investigando, leyendo libros de botánica. Así lo fui conociendo, poco a poco fuimos haciéndonos más cercanos.
Había perdido a mi gran amigo. Mi padre. Pero también gané. El hijo del jardinero se volvió mi hermano.
-El jueves.- Axel habló con el rostro hacia abajo.
-Todo saldrá bien- dije tomándolo del hombro, dándole un aliento.
- Gracias - dijo simplemente - cualquier cosa que necesites, estoy aquí.
Lo sé. Dije en mi mente. Sabía a lo que se refería. Habíamos quedado en un acuerdo. A cambio que le pague los gastos de su padre el haría cualquier trabajo para mí, aparte de la jardinería que era su trabajo fijo. Lo de ir a buscar la camioneta de Esme cuando la multaron fue su primera tarea.
-Si necesito que hagas algo - dije recordando lo que Esme me había pedido - Esmeralda dejó su camioneta ayer, ¿se la puedes llevar a su casa?
-Por supuesto. - asintió y se giró hacia el estacionamiento.
Lo vi irse, me giré para entrar a mi casa, tenía la misma ropa de ayer, necesitaba una ducha. Subí a mi habitación.
Mientras me duchaba mis pensamientos todavía rondaban en ella. Sonreía. Pronto una gran duda entró en mi corazón. Mi sonrisa se desvaneció lentamente.
¿Por qué ahora?
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