Capítulo 4

Heavy metal sonaba en toda la casa a un volumen altísimo, los vidrios de las ventanas llegaban a vibrar. Despertar así fue algo que puso de muy mal humor a Melody.

Bajó las escaleras super enojada sin prestar atención a la ropa que llevaba puesta que consistía en un pequeño camisón que llegaba apenas dos centímetros más abajo de sus glúteos.

Su enemigo se encontraba sentado con una gran sonrisa en el sofá mirando hacia la escalera esperando que ella se levantara furiosa y vaya que lo había logrado. Ella llegó cubriendo sus oídos y al verlo su rabia solamente creció. Lo cierto es que ni el escuchaba esa música, solo la había puesto para molestarla. Ella tomó el mando del sistema de sonido y lo apagó inmediatamente mientras el recorría su cuerpo con la mirada sin intentar disimular.

-¿*Se puede saber que te pasa? ¿Eres idiota o qué?

-Como me pediste que no fuera a tu habitación debí buscar el modo de despertarte, ¿Te gustó*?- contesto encogiéndose de hombros poniendo su mejor gesto de inocencia

-*No te soporto, ¿Que hice mal para recibir este castigo Dios? ¿Mis padres me odian? Tu no puedes cuidar ni de ti mismo, es absurdo que me hayan dicho que estarían tranquilos si estabas aquí

-¿Intentas seducirme*?- pregunto sonriendo mientras arqueaba una ceja

-¿*Qué? serías la última persona en el mundo que intentaría seducir

-Yo creo que sí, juzgando a como viniste aquí*- volvió a inspeccionarla descaradamente de abajo hacia arriba

-En tus sueños

Melody se fue sonrojada a su habitación y demasiado enfadada, no sabía por qué él se empeñaba en molestarla. Se suponía que con los años la gente maduraba pero el seguía siendo la misma persona insufrible que ella había conocido tantos años antes.

Estaba demasiado molesta y también avergonzada ¿Cómo se le ocurría bajar así vestida? Solo usaba ese estilo de ropa de dormir cuando hacía calor, por lo general se vestía más conservadora o con un pijama

Mientras ella tomaba unos analgésicos para su dolor de cabeza que tenía nombre y apellido, él estaba aún en el sofá inmóvil pensando que tendría que despertarla así más seguido para verla con poca ropa. Le pareció adorable su sonrojo, sabía que aún seguía siendo virgen, no debía ser un genio para adivinarlo y saber que ningún hombre antes la había visto así vestida le dió una satisfacción única. Ella se negaba a tenerlo cerca a menos que no tuviera más alternativas y debía encontrar el modo de cambiar eso

Decidió ir a la habitación de ella pero antes de entrar la escuchó hablar por teléfono

-*Mamá puedo pagarle un hotel así se va de aquí, no lo soporto

-No mamá, si no se va él me voy yo, ¿Sabes cómo me despertó hoy?

-Papá hola por favor permíteme sacarlo de aquí, no lo aguanto te lo suplico, sino me mudare yo

-No puedes hacer esto, ¿Por qué? ¿Sabes que? Déjalo yo misma solucionare esto*

Colgó la llamada y el entró sin tocar encontrandola muy molesta

-*Así que quieres deshacerte de mi mocosa

-¿Tu no quieres irte?

-Soy muy feliz viviendo contigo, no te irás ni me iré de aquí hagas lo que hagas

-Eso lo veremos engendro

-Awwww tantos años sin decirme así, que ternura, veo que me recuerdas

-Eres insoportable, ¿No tienes a nadie más para hacerle su vida miserable?

-Molestarte a ti es más divertido mocosa*

De un empujón lo sacó de su habitación y puso seguro, lo que menos deseaba es que él volviera a entrar

Ella pensaba "la venganza no es buena pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas" y si sus padres no permitían que lo corriera de su casa ella haría que él se fuera por sus propios medios. "Quieres revancha y la tendrás prepárate engendro" se repetía una y otra vez

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