Después de abandonar la consulta, Miranda llevó a Violeta a que pudiera comprar lo necesario para tenerle a los gatitos. Salieron de la tienda de mascotas con muchas bolsas, Violeta sonreía contenta, hacía mucho tiempo que no se alegraba de verdad. Decidieron que pasarían a comer a un lugar cerca de ahí y que les permitiera poder tener a los mininos cerca. Al pasar por una vitrina Violeta se quedó parada con el semblante serio, Miranda siguió su mirada y pudo ver a Marcus comiendo con una mujer rubia, le había tomado la mano y se la besaba con galantería. Miranda apretó los puños con rabia, tomó a Violeta de la mano para llevársela de ahí, pero ella no se movió
—Creo que este es un buen lugar para comer, además nos dejan tener a los pequeños con nosotras—Sonrió de manera inocente mientras emprendía camino para entrar al lugar, casualmente le pidió al garzón que las ubicara cerca del ventanal, cuando pasó al lado de Marcus lo saludó alegremente—¡Querido! ¿Qué haces aquí? Creí que estabas en una reunión con los inversionistas—la dulzura de su voz sonaba amenazante ante cualquiera, Marcus la miró y tragó grueso
—Y-yo…—La mujer rubia lo miró disgustada y respondió con brusquedad
—Estamos en una reunión de negocios, no interrumpas—La mirada que le dirigía era de absoluto desprecio, pero esta cambió al darse cuenta que Violeta se giraba para dirigirse a ella de manera tosca
—No recuerdo haberte preguntado, tal vez a tu edad creas que todos te hablan a ti, pero créeme no es así anciana—La mueca de absoluta indiferencia en la cara de Violeta la hizo ponerse roja, era cierto que ella era un poco mayor, pero tampoco tanto y no por eso iba a permitir que la mocosa le hablara de esa forma, se levantó indignada mirando a Marcus, esperando que él dijera algo, al verlo callado se fue a prisa del lugar
—Señora Still espere—Marcus se paró rápidamente pero antes de irse tras la Señora Still miró a Violeta—Eso fue muy descortés de tu parte ella solo tiene 42 años, no es una anciana
—Y yo que pensaba que eras un hombre correcto que no hacía ese tipo de servicios a los inversionistas, veo que me equivoqué—Violeta lo miraba con burla mientras acariciaba al gatito que llevaba en sus brazos
—Qué sabes tú de negocios, solo tejes todo el maldito día esas horribles bufandas—Marcus soltó un par de billetes sobre la mesa y se fue corriendo tratando de alcanzar a la mujer. Violeta lo vio marcharse y comenzó a reír
—Te volviste loca—Miranda la observaba atónita, jamás la vio plantarle cara al idiota de Marcus antes
—No amiga, solo que ya no tengo tiempo para tolerar tonterías. Te fijaste que ni siquiera lleva la alianza que le regalé—Miranda la escuchó atenta, notando el tono triste en su voz, aún recuerda el día en que la acompañó a comprar los anillos de promesa. Fue ella quien insistió en darle ese regalo compartido a Marcus, lo que simbolizaba su amor para siempre, era la promesa de que estarían juntos y luego se casarían. Ella siempre lo llevaba puesto y las pocas ocasiones que compartió con Marcus él también pero ahora no se fijó realmente si lo llevaba o no—Será mejor que comamos, debes ir a ver a Eric y yo a preparar todo para que estos pequeños vivan bien conmigo
—Miranda la acompañó, comieron a gusto y notó como Violeta de pronto parecía más ligera, le tomó la mano
—Siento que si no te sostengo en cualquier momento desaparecerás—Violeta pudo notar la voz trémula de Miranda que acompañaba un ligero temblor al tomarle la mano, con ambas manos sostuvo la de ella de vuelta y sonrió
—Eso no pasará aún. Tendremos tiempo de hacer cosas juntas—Luego de eso desvió el tema, no tenía ganas de seguir hablando sobre la inminente muerte que tendría. El tiempo pasó volando y fue momento de volver a casa, se bajó del auto de Miranda y dejó que ella la ayudara a bajar todas las cosas que compraron mientras ella llevaba a los gatitos. Una vez todo adentro se abrazaron y despidieron. Violeta estaba tan contenta que comenzó a hablarle a sus pequeños
—Muy bien, este será su nuevo hogar. Tal vez no permanente, pero me aseguraré de que Miranda los cuide bien cuando yo no esté— Los miró mientras su índice golpeaba pensativamente su barbilla— Debo escogerles un nombre…—Se puso de rodillas mientras los miraba, apuntó al pequeñín blanco— Tú podrías llamarte Ga… Y tu hermano podría ser Tito, así cuando los llame solo debería decir Ga Tito—Comenzó a reír de su propia broma al tiempo que caminaba perezosamente al sillón, se tiró en el. Estaba cansada, sus ojos comenzaron a cerrarse y al poco tiempo se quedó dormida. Despertó al sentir algo extraño en su mejilla, al abrir los ojos se dio cuenta de que era Tito quien estaba lamiéndola, sonrió y se levantó a preparar algo para que ellos pudieran comer. Fue a mirar la habitación, seguía vacía, tal cual la dejó en la mañana, un profundo suspiro escapó de sus labios, cuando estaba a medio preparar escuchó la puerta abrir, supo que era Marcus cuando él entró en la cocina
—Me puedes explicar qué demonios te pasó en el restaurante—su tono malhumorado no la sorprendió, su cara seguía con la misma indiferencia
—A mí no me ha pasado nada, solo me acerqué a saludar a mi novio cuando lo encontré de casualidad en el mismo lugar donde sería mi reunión —Ni se molestó en mirarlo al responder, estaba demasiado ocupada llenando los cuencos con comida húmeda para los gatitos
—Me costó mucho convencer a la señora Still de dejar pasar ese arrebato tuyo, sin el apoyo de su compañía la mía no tendría tanto éxito
—Se nota lo mucho que te costó, aún quedan restos de labial en tu camisa—Violeta lo dijo sin enojo, sin furia, sin emoción alguna. Lo dejó solo en la cocina mientras alimentaba a los pequeños en la sala de estar, Marcus no tardó en seguirla, al notar a esos animales su enojo aumentó
—No tendré alimañas en mi casa
—Vaya, suerte que es MI casa y no la tuya—Ante la respuesta carente de emoción Marcus se extrañó, ella no era así. Violeta nunca había sido indiferente con él. Sin más remedio se acercó a ella y la tomó de las manos hablando suavemente
—¿Qué tienes? Si algo malo está pasando puedes decírmelo, sabes que puedes confiar en mí—Violeta soltó un bufido al tiempo que se soltaba de su agarre
—¿En serio me pides que confíe en ti? ¿El hombre que prometió estar junto a mí y serme fiel? ¿El hombre quien siquiera usa la argolla de promesa que le regalé? —Marcus se quedó quieto, la verdad no recuerda donde quedó esa argolla y pensó que ella no lo notaría
—Lo siento cariño, está en la oficina. Harry la guardó para que no se me fuera a extraviar cuando en las reuniones salimos a beber, ya sabes, suelo no tolerar bien el alcohol y antes de perder algo tan valioso para mí, decidí ponerlo a resguardo—Violeta lo miró, no había creído ni una sola palabra, se giró para irse a la habitación. Dormir en el sofá no le haría bien. Marcus la siguió sin falta, la abrazó por detrás y le corrió el cabello a un lado al tiempo que le besaba el cuello y comenzaba a acariciarla, Violeta tembló ligeramente, tenía miedo de que fuera igual que la última vez, quizá lo mejor sería simplemente cooperar.
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Comments
Nayvi Moreno
Además vive en casa de ella el infeliz vividor, cada vez me horrorisa el monstruo que es el tal Marcus, Violeta debe huir de ahí y poner en renta o venta su departamento, ya es demasiado soportar abusos y malos tratos 😶😶😶
2024-06-13
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Tina Ixchiel Puthod
es idiota!!!
2023-08-24
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Sandra Martinez
.¿en serio? ¡cooperar con su abusador ! si ella puede pedir ayuda y mandar a volar al tipo, ¿que espera para librarse de él y vivir lo que le queda de vida disfrutando lo hasta el último suspiro?
2023-08-13
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