Capítulo 2

Me siento en el sofá con Lucía en brazos.

—¿Todo bien en el hospital? —Sherry se sienta a mi lado con emoción. —Es hermosa Amanda... —sus ojos se iluminan y contiene las ganas de llorar.

—Gracias... —miro a mi niña, de cabello castaño oscuro.

Dylan sonríe y bromea —Se parece a mi. —juega con su propio cabello café claro.

Sherry sólo sonríe sin despegar la mirada de Lucía. —¿Cómo se va a llamar?

—Lucía...

—¡Es lindo! —sonríe —La pequeña Lucy.

Asiento —Si, así es.

—¿Puedo? —Sherry realmente está impaciente por abrazarla.

—Claro que si, adelante. —con cuidado se la paso mientras aún duerme.

—Es tan pequeña... —la admira

Dylan se sienta a su lado para verla mejor y puedo decir que con Lucy en brazos son una familia hermosa.

Sherry se levanta —No puedo estar quieta de la emoción. —sonríe y empieza a caminar.

—A las 9:00 a.m. debe despertar por leche, tomó fórmula a las 6:00 a.m.

—Bien, me la voy a secuestrar unos segundos. —Sherry desaparece por la cocina.

—¿Cómo te sientes? —Dylan me habla en español.

Suspirando coloco mi brazo en el respaldo del sofá. —Bien, no sabes cuanto me costo convencer a Lían de dejarme venir, quería estar todo el día pero sólo me permitió medio. —le contestó igualmente en español

—No te preocupes, para Sherry será más que suficiente.

—Deben irse de luna de miel, yo estaré bien en la mansión de Lían.

—Lo sé, debes seguir con el plan de ganarte su confianza.

Bufando me recuesto de espaldas al posa brazos del sofá. —Lo creo difícil, en cuanto se fueron de la habitación hace dos semanas atrás él me fue a ver, sin embargo me dejó claro que terminando los 6 meses me tenía que largar sin volver jamás.

—Estaba molesto eso es todo...

—Independientemente de eso Dylan, se volvió frío y distante, que en lo personal me va bien, pero si queremos meterlo a la cárcel entonces será difícil ganarme su confianza, es más creo que jamás he tenido su confianza.

—Pues debes conseguirla, ya que así puedes averiguar los lugares que frecuenta mucho para una posible emboscada.

Me cruzó de brazos —Esto no me gusta, pero veré que puedo hacer.

—6 meses Amanda, luego nuestros padres habrán sido vengados.

—Sobre eso... —habia olvidado que deseaba preguntarle algo

—¿Qué pasa?

—Creo que la madre de Lían sabe de nosotros.

—¿Crees?

Me muerdo el labio —Ok, no, ella sabe de nosotros.

—¿Qué te hace creerlo?

—Ella mencionó a mamá, y en lo mucho que me parezco a ella. —evito llorar —No la recuerdo mucho, salvo por las fotos, pero ella sabe de mi. Al menos... Aunque luego de aclararle que mis padres eran otras personas dejó el tema.

Dylan analiza mis palabras —¿Crees que le pueda decir algo a Lían?

—No tengo la más remota idea hermano... —suspiro y dejó caer mi cabeza hacia atrás. —Pero si le hubiera dicho algo ya no seguiría viva.

—Debemos mantener el perfil bajo.

—Por eso deben irse de luna de miel, así no nos veremos mucho y sólo hablaremos lo necesario.

—Concuerdo contigo hermanita...

Sherry regresa con Lucy en brazos —Una princesa ha despertado.

Sonrió al ver sus ojos cafés claros bien abiertos. —Debe tener hambre. —hablo de nuevo en ruso

—Damela unos segundos —Dylan extiende los brazos y Sherry se lo entrega. —Hola Lucy... Soy tu tío.

—Es muy tranquila...

—Si, sólo come, duerme y va al baño.

—Como tú —se burla mi mellizo.

—Callate. —me quejó —Todos los bebés en sus primeros dos o tres meses son así, tranquilos.

—Se me olvidaba que eras psicóloca... —ataca Dylan

—Te odio.

Sherry le golpea el hombro —Ya Dylan, la princesa debe comer.

—¿Cierto? —él ríe y me la entrega —Ya está...

Saco una tela de la pañalera y me cubro para poder darle de comer a Lucía. —¿A dónde han pensado ir de luna de miel?

—Yo quiero ir a México. —suspira Sherry —Queria conocer dónde vivías y la cultura, pero Dylan quiere ir a París.

—Me parece interesante París. —concuerdo con mi hermano

—Yo le comentaba que podíamos ir contigo cuando regresarás a México.

Joder, se me había olvidado que Sherry cree que voy a regresar a México. —Bueno, tengo que adaptarme a la nueva vida que tendré, así que en cuanto este más estable con gusto les recibiré.

Paso el resto de la mañana con ellos y a las 12:00 p.m. como lo pedí, Lenin pasa por mi. Me despido de los dos y les deseo un feliz viaje de luna de miel.

—Cuidate enana, y no hagas mucho coraje. —Dylan me deja un beso en la frente. —¿Entiendes?

—Claro que si... —le saco la lengua

—Adiós princesa... —le deja un beso en la frente también

—¡Amanda! —Sherry me rodea el cuello y me da un beso en la mejilla —Cuidate... Y tú hermosa... —se dirige a Lucía —No hagas enojar a tu mamá. —le pide mientras ella está durmiendo agena al ajetreo. —Adiós Amanda. —me suelta y se separará de mi

De nuevo tengo que luchar para que las lágrimas no me salgan como fuentes. —Los quiero... —eso era verdad —Voy a estar bien. —eso aún no lo sé.

Me duele el pecho al tener que alejarme de ellos, son mi familia. ¡Literalmente! Aunque aún tengo que averiguar como decirles a mis padres que estuve embarazada y como diablos mi bebé nació antes. Genial.

Lenin me ayuda a subir al auto y despidiendome de ellos con la mano desde mi ventana me regreso a la mansión en vez de irme lejos del país.

Había una sencilla razón para no hacerlo, ¡Lían estaba libre! Un movimiento extraño por mi parte y él lo sabría. Así que tendría que esperar a que Dylan lo meta a la cárcel para poder moverme.

.

.

.

Cuando llegamos a la mansión Anastasia y Sonia ya nos esperaban en la entrada de la casa.

—Hola... —les sonrió al bajar del auto.

Ambas no tardan mucho en llegar a mi lado. Anastasia es la primera que jadea y rompe en llanto.

—¡Es hermosa!

—Amanda es una niña linda... —sonríe Sonia

—¿Puedo? —Anastasia me extiende las manos.

—Claro. —no voy a negarle a su nieta.

Anastasia la abraza y sonríe con emoción mientras subimos las escaleras para entrar.

—Ya comió... —le indicó

—¿Y tú? —me pregunta Sonia

—Me muero de hambre.

—Vamos a comer... Nosotros ya hemos almorzado

Anastasia me mira —La llevaré a su habitación, dame la pañalera —se la entregó mientras sube las escaleras. —Provecho.

—Gracias. —sigo a Sonia hasta la cocina (donde evidentemente hay más comida) —¿Lían?

—En su despacho. Está ahí desde la mañana...

—¿Ya comió?

Ella niega —No, ¿podrías convencerle de comer?

La miro asombrada —¿Yo?

—Si, tú.

Tenías que preguntar...

—A-a mi nunca me hace caso.

Sonia sonríe con guasa. —Creeme a una mexicana siempre hay que hacerle caso.

Ok, te halago y al mismo tiempo dijo que estás loca.

Pero aún así la quiero mucho.

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