—Tenemos que hablar. —le informó a Lían al entrar a su despacho.
—¿De?
—Mañana sale Lucía del hospital, Dylan y Sherry no se han ido de luna de miel por estar al pendiente de nosotras. Mañana cuando salga la llevaré...
—No.
—No te estoy preguntando, te estoy informando.
Lían alza la mirada de su laptop para enforcarla en mí y entre cerrar los ojos. —Bien te dije que no fueras a su boda.
—¿Qué tiene la boda con el ser secuestrada por un loco drogadicto? Ellos no tenían nada que ver y por lo tanto tienen el mismo derecho que Jenny de ver a mi hija.
Lían se recuesta en su silla —Pues buen intento con hacer que Lenin te llevé.
Sonrió con superioridad —Lenin no me llevará.
—Pues buena suerte sacando a Lucía del hospital.
—Pues buena suerte con hacer que los doctores me detengan... Porque dudo que Lían MackGregori se presente en un hospital público con guardias para sacar a Lucía.
—Amanda, no te dejaré ir con Dylan y Sherry.
—Y no te estoy pidiendo permiso.
Enojado Lían se levanta de la silla y se aleja de la mesa para acercarse a mi.
No tiembles, no tengas miedo... Los MackGregori huelen el miedo.
Evitó poner los ojos en blanco y me mantengo firme cuando él llega a mi se me planta.
—No te dejaré
—¿Y? ¿Alguna vez te han dicho que embarazaste a la mujer equivocada?
Un rastro de diversión cruza como un rayo por su rostro antes de mostrarse serio. —No.
—Nada mejor que una suegra consentidora. ¿No lo crees?
Lían cierra los ojos con fuerza. —¿Le has dicho a mi madre?
—No, pero puedo hacerlo si quieres... —comentó al mismo tiempo que hago el ademán de salir de su despacho.
Lían me sostiene de la muñeca y alejándome de la puerta me acorrala contra el estante de licores de su despacho. Su mirada me penetra y analiza. Yo por otro lado creo que me dará un ataque de pánico.
—Una hora...
—Todo el día. —atacó
—Dos horas.
—Medio día. —contraataco
—Bien. —concuerda conmigo —Medio día, se van a su luna de miel y eso es todo.
—Bien. —y eso es lo unico que logró decir, le sostengo la mirada lo mejor que puedo así como él conmigo. Cuando las cosas se ponen incómodas apartó la mirada —¿Ya me puedo ir? —Lían me suelta poco a poco pero no se aleja de mi. Así que yo me hago espacio entre su cuerpo y el estante para alejarme de él. —Que descanses...
...[...]...
Al día siguiente me levantó mucho antes de la hora que el doctor me pidió vernos en el hospital. Bajo a la cocina donde Sonia me sonríe al verme entrar.
—Buenos días Amanda.
—Buenos días Sonia, ¿Qué vas a preparar?
—Empanadas...
—¡Perfecto! —le sonrió —¿En qué te ayudo?
—¿Podrías picar la col repollo?
Sonrió ante el nombre completo de lo que un mexicano conoce simplemente como repollo. —Claro.
Sonia prepara la masa y la carne molida (yo le dije como) y fríe las primeras tres empanadas, por mi parte hago la salsa de tomate y al repollo le pongo limón y un toque de sal. Desayuno y licuó melón con leche para beber.
—Me tengo que ir... —me despido de Sonia con un beso en la mejilla y salgo de la cocina para lavarme los dientes y vestirme.
No me quedó de otra que usar algunas prendas del armario, digo algunas porque la mayoría eran de maternidad y la ropa que traje de México no me dan abasto. Me pongo un pantalón de mezclilla azul cielo, una blusa de manga tres cuartos con hombros descubiertos de color blanco, me hago una media cola y me maquilló con sutileza (porque en general no me gusta el maquillaje) me pongo unas sandalias a juego con mi blusa y salgo de la habitación que no es mi habitación.
Tomó mi pañalera de color rosa (aunque le pedí a Anastasia que comprara una vainilla) y bajo a la primera planta.
—Señora... —Lenin me sorprende al estar parado al pie de las escaleras.
—Lenin, buenos días.
—El señor Lían me pidió que la acompañe.
Alzo la mirada hacía el segundo piso y miro la puerta de su habitación. —Ok, entonces vámonos...
Lenin y yo salimos de la mansión, subo adelante en el asiento del copiloto.
Lenin me mira extrañado.
—Sólo de camino al hospital. —le sonrió.
Entonces nos dirigimos al hospital.
.
.
.
Al llegar me voy a ver al doctor a su consultorio.
—Buenos días... —toco al mismo tiempo que abro la puerta.
—Buenos días Amanda, pasa. —me sonríe —Llegas justo a tiempo estoy por terminar el papeleo y necesito tu firma.
—Claro, no se preocupe.
Luego de ver que todo estuviera en orden el doctor me permitió ir por mi hija. Revisando mi celular eran las 8:00 a.m. ¡si! Tenía tiempo de ir a ver a Dylan. Ya le había llamado así que debían estar esperándome.
Las enfermeras me dejaron tomar a mi bebé. Ya la había cargado varías veces, pero como antes, ahora también creo que es frágil, con cuidado la abrazo y Lenin sostiene la canasta de ropa y algunos detalles que en el hospital me dan.
Salgo del hospital con mi hija en manos, no hay otro momento de mayor felicidad que este. Ella duerme tranquilamente y sin preocupaciones. Lenin me abre la puerta trasera del auto y me deja entrar.
Le doy un beso a mi niña y no puedo evitar sonreír como boba.
—¿A la mansión? —me pregunta Lenin en cuanto entra al auto también
—No, llevame a casa de Dylan.
Lenin antes ya me había llevado con él cuando Lucía estaba en el hospital, así que asintiendo enciende el auto y nos ponemos en marcha.
No tardamos mucho en llegar a su casa desde el hospital. —¿Podrías pasar por mi a las 12:00 p.m.?
—Claro Señora.
—Con Amanda basta. —creo que es la décima vez que le digo esto —Nos vemos entonces... —abro la puerta del auto y bajo con cuidado, tomo la pañalera y me acerco a la casa de Dylan.
Toco y no pasan ni siquiera 20 segundos en los que Sherry y Dylan abren la puerta.
Ambos me miran con asombro al verme cargando a su sobrina.
—¡Amanda! —chilla Sherry en un susurro para no gritar.
—Pasa. —Dylan me abre más la puerta.
Observo que Lenin se aleja en el auto así que un poco más tranquila entró a la casa.
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Comments
T.N
Amo que terminé cediendo ante ella porque sabe que Amanda es una cabezota jajaja
2025-02-03
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