Mientras que Maza entrena en cuerpo y mente, Asora estaba ocupada en medio de una reunión para la creación de un plan estratégico para salir de la situación, entre ellos, algunos mercenarios, que fueron contratados antes de que la fatalidad los hubiera alcanzado, pero cumpliendo con su promesa de defender a sus contratistas.
—¿Que tan cercas están? —, Asora estaba en la parte dominante de la habitación, ya que su posición es la más alta de todos.
—Por lo que he matado, no muy lejos —, una voz femenina respondía mientras afilaba una espada.
—Por favor, no hagas eso en medio de una reunión frente a nuestra señora —, la chica dejo a la mitad lo que hacía. Se trataba de una mercenaria experimentada, no solo en combate, también en los coliseos, ahora la mayor parte de su tiempo la pasa en aventuras y misiones, una gladiadora por excelencia.
—Gladiadora Atestia, ¿vio si tenían caballos los enemigos? —.
—Nada de eso, todos iban a pie, parece que son más tontos de lo que creí —.
—No creo que sean tan tontos —, un sujeto con un hacha gigantesca tomo la palabra, —hay que irnos en la noche, estoy seguro que tienen exploradores en la zona, hemos aniquilado a los que se han acercado, pero si nos ven, alertaran a toda la tropa y apretaran el paso —, el tipo gigantesco estaba seguro de lo que decía, era el más orgullosos de todos.
—Estoy de acuerdo con el grandote —, un sujeto con un aspecto de bandido, se sentaba con los pies en el escritorio, incomodando a los demás —estaremos a su alcance si no nos vamos, como las ocasiones anteriores, debemos ser más rápidos o perderemos a más hombres —.
—¡Oye!, ¿a quién llamas grandote?, soy Borsus, y soy tu jefe —, Borsus se erguía amenazante ante el sujeto del sombrero que lo había insultado.
—Tiene razón la gladiadora Atestia —, el tipo con aspecto de bandido no alzaba la vista al hablar —no podemos darnos el lujo de perder el tiempo, ya perdimos demasiados compañeros en el camino —.
—Al menos ten la dignidad de bajar los pies de la mesa frente a tu jefe basura —.
—¿Le hablaste a alguien grandote? —. Las miradas del jefe Borsus se cruzó con la de Vertos, en cualquier momento se abalanzarían uno sobre otro.
—¡Cuantas veces les tengo que decir que soy Borsus!, el jefe de todos los mercenarios, les cortare la cabeza si continúan enfadándome —, Borsus iba en serio, su orgullo le impedía mantener el control de su ira.
—Por favor tranquilícense —, Asora apago la tensión con su débil voz.
—Pero señora... —, Borsus sabía que estaba siendo grosero al hablar en voz alta frente a Asora, pero sentía que era su obligación disciplinar a sus hombres.
—Puedes reprenderlos más tarde Borsus, ahora debemos pensar en qué hacer para salir de esta situación —.
—Lo lamento mi señora —, el jefe Borsus estaba arrepentido por casi dejarse llevar y casi salir de control.
—Yo también lo siento señora Asora…, pero es divertido molestar al jefe —, el sujeto con aspecto de bandido dejo de burlarse.
—Bien Vertos, espero que no interrumpas si no es importante —, el bandido Vertos solo acento con la cabeza —¿qué piensas tu escudo Andergos? —.
una persona al fondo de la habitación comía algunas nueces en medio de la oscuridad subiendo los pies en la mesa al igual que Vertos, pero era más joven sin dudas.
—Me da igual, me están pagando por hacer esto, solo cumpliré con el trato de la paga —, la actitud de Andergos no le parecía correcta a su jefe Borsus.
—Debería importarte un poco más, es el reino y tu vida la que está en juego —, el jefe Borsus seguía disciplinando a sus hombres, pero empezaba a creer que no hacia bien su trabajo.
—No sirvo a ningún reino, y mi vida la manejo como yo quiero —, el escudo Andergos escupió el resto de unas nueces al suelo.
—¡Maldito! —.
—Silencio... —, todas las voces callaron —estamos en medio de una persecución, no la hagan más difícil por favor, la velocidad es importante, pero también lo es el sigilo —, Asora parecía inmutable ante todas las palabras que escuchaba, solo usa su mente de forma objetiva —partiremos a la media noche, y no descansaremos hasta llegar a la frontera del reino dragoniano, solo estamos a cinco días de la frontera, recuerden que ya enviamos a Lanegar y algunos exploradores para dar el aviso y conseguir refuerzos, estoy segura de que ya habrá llegado, si envían la caballería como se lo ordene, nos encontraremos con los refuerzos en tres días, solo debemos seguir hasta toparnos con los refuerzos —, Asora dejo de hablar tan rápido como empezó a hacerlo.
—Entendido, seguiremos sus órdenes —, el jefe de los mercenarios hacia una pequeña reverencia mostrando respeto.
—Bien, enlistare las carretas, solo quedan dos, pero están en buenas condiciones —, la gladiadora Atestia fue la primera en tomar la iniciativa y salir del lugar.
—Bien dicho Atestia —, el jefe Borsus parecía feliz por los subordinados que tenía y seguían sus órdenes, le quitaba el mal sabor de boca de hace un momento —ayudare a subir las cosas y enlistar los caballos —, el jefe Borsus sintió que también podía empezar a hacer algo que no sea combatir.
—Por cierto, dígame señora Asora, ¿cómo van las cosas con ese golem humano que creaste con magia?, espero que haya valido la pena usar toda la magia con el —, el cazador Vertos tenía curiosidad sobre lo rumores acerca de Maza.
—Eso es un asunto que no les concierne, así que no hagas más preguntas sobre el tema —.
—Vaya —, el bandido Vertos estaba decepcionado ante una respuesta tan rotunda —si él fuera tan fuerte como un golem de piedra seria de mucha utilidad en esta situación —.
—Ese no es su propósito —.
—Entonces, para que sirvió todo ese ritual si no obtenemos un aliado poderoso —.
—Dije que no es de su incumbencia, solo trátenlo como a uno más de mis subordinados —.
—Si es lo que la señora quiere, así será —, el cazador Vertos dejo de presionar, sabía que nada bueno saldría de seguir preguntando.
La reunión se dispersó, todos siguieron con lo que estaban haciendo, solo Asora se quedó en la habitación, pesando en cómo salir de la situación, pero, sobre todo, como es que llegaron a ese punto.
Llevan alrededor de diez días huyendo del ejército que los perseguía, entre carreras y peleas han perdido a la mayoría de la guardia dragonianos que los protegían, eran al menos doscientos hombres bien armados, pero la mayoría murió en los diez días, no sin antes llevarse por delante cada uno a cinco hombres del ejército enemigo. Ahora únicamente tienen a cincuenta hombres de la guardia, que, a pesar de todas las perdidas, su moral siempre se mantenía en alto, todo lo contrario, a los mercenarios contratados que renunciaron desde el comienzo de las calamidades, y solo se cuentan con veinte, pero de esos veinte hay algunos con un talento extraordinario.
Por ahora la guardia dragoniana se encontraban alejados de la cueva, si hay un ataque sorpresa darían un poco de tiempo para que los demás huyan, no los intimida la muerte, más bien la usan contra su enemigo. Los mercenarios estaban al cuidado de los exploradores que aparecían y los eliminaban.
—La guardia volvió —, la segunda sirvienta Esther interrumpió lo pensamientos de su ama Asora.
—Que descansen, avísales que partiremos a media noche —.
—De acuerdo, señora, por favor, no trate de manera tan dura como ahora —.
—No sé de qué estás hablando —, mentía.
—Bien, seguiré sus órdenes —, la segunda sirvienta Esther salió de la habitación.
Aunque la mente de Asora está ocupada penando en la estrategia a emplear, algunas veces su mente la lograba engañar recordándole algo que le aflija un profundo dolor en el corazón, aunque se prometió no derramar lágrimas hasta llegar al reino de los dragones, no pudo evitar manchar el mapa con algunas pequeñas gotas, no podía perdonar a la persona que uso su vida para comprarle el tiempo necesario para huir.
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