Maquina de matar

Renzo salió de ese club, se subió a la camioneta y el chófer arrancó, ordenó que fueran al aeropuerto, estaba ansioso por volver a Colombia, Lucas le había informado que Leyla había despertado. Ansiaba volver a verla ella provocaba en él una atracción inexplicable.

Al llegar a Cartagena fue directamente al hospital y vio a leyla a traves del vidrio, ella lo saludo con la mano y una sonrisa, sintió una fuerte opresión en el pecho y deseos de abrazarla, entró a la habitación y la estrecho entre sus brazos, el abrazo duró varios minutos.

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Virginia

Virginia lloró amargamente su destino estaba en manos del dueño de ese club, todas las noches que paso allí vio como las demás chicas atendían en las habitaciones a esos hombres lujuriosos que llegaban a satisfacer sus más bajos deseos. Inserta en sus pensamientos y lágrimas, no se dio cuenta que Marco había rodeado su figura que temblaba como una hoja.

- Tranquila, si tu quieres no seras como las demás, todo depende de ti. - Dijo Marco muy cerca de su oído.

Virginia seguía llorando sin consuelo.

- Llevala a su habitación. - Dijo Marco a uno de los guardias. - Luego iré a verte. - Le dijo a Virginia.

El guardia la condujo hasta su habitación, ella se sentó en la cama agarrando su rostro con las manos, se arrepentía de haberle hecho eso a Leyla, ahora estaba en las puertas del infierno con un futuro muy oscuro esperándola, todo por sus celos, por actuar sin pensar. No supo cuanto tiempo estuvo así, lloró hasta quedarse dormida, todo su cuerpo le dolía cuando despertó, a su lado estaba Marco.

- ¿Pensaste lo que te dije? - Dijo Marco.

- ¿Que? - El dolor de cabeza y de todo su cuerpo no la dejaban pensar bien.

- No tienes que ser como las demás, hubiera sido una pena que Renzo Bayona acabara contigo. Mira lo linda que eres. - Marco tocó su muslo y comenzó a verla con una mirada lasciva

- Por favor, no me haga nada. Hago lo que usted quiera. - Virginia volvió a llorar.

- No llores. Si haces lo que yo quiera no te pasara nada, te sacaré de aquí, nadie podrá tocarte si no quieres. - Dijo Marco limpiando sus lágrimas.

Virginia asintió con la cabeza. Pensó que Marco se refería a darle protección a cambio de sexo con él. La idea no le gustó mucho pero era una manera de evitar que cientos de hombres por dia la tocaran haciendo de ella sólo un saco de carne.

- ¿Tenemos un trato preciosa? - Dijo Marco volviendo a tocar su muslo haciendo presión.

- ¿Qué tengo que hacer? - Virginia intentó separar sus muslos de su agarre pero él apretó más fuerte.

- No seas ansiosa, pronto lo sabras. - Marco dejó un beso en sus labios y salió.

Dos hombres estaban en la puerta, después de recibir órdenes de Marco, entraron y le ofrecieron un vestido y una campera, Virginia se lo puso sobre su diminuto traje de bailarina erotica ante la mirada lívidonosa de los hombres, sin hablar una vez que estuvo vestida, la agarraron del brazo y salieron, la subieron a una camioneta, ella volvió a llorar en silencio. Llegaron a una casa enorme, tenía una fuente rodeada de césped y flores en el medio de la entrada, las paredes se ergian imponentes en un color marrón claro, los ventanales de madera enormes dejaban ver un color azulado a través de ellos, la enorme puerta de entrada se abrió. Los hombres la hicieron bajar y la condujeron hacia adentro, una mujer los estaba esperando de brazos cruzados.

- La in vi ta da de Marco. ¿Verdad? - Pregunto con un tono despectivo.

- Si señora. - Respondió uno de los hombres.

- Llevenla arriba. Tiene todo para cambiarse y que queme esa ropa cuando termine, no quiero nada que me recuerde que es una prostituta. - Dijo la mujer en el mismo tono despectivo.

Virginia hubiera querido contestar pero su situación podría empeorar, solo hizo caso, entró a la habitación y se metió a la ducha, al salir sobre la cama encontró un pantalón de jeans y una remera además de ropa interior y zapatillas, todo era nuevo. Instintivamente fue hacia la puerta, estaba cerrada con llave, al principio se desespero pero luego de revisar toda la habitación se sintió a salvo, se quedó en la cama hasta quedarse dormida. Cuando despertó Marco estaba parado frente a ella, la rubia se sobresalto.

- ¿Harás todo lo que pido? - Pregunto el hombre con voz ronca, Virginia asintió. - Bien porque estoy cargado.

Se estiró sobre ella buscando besarla, ella se corrió, él la agarro con firmeza por la mandíbula y la besó, con la otra mano desabrochó la camisa que llevaba puesta, Virginia intentaba defenderse pataleando y llorando.

- Tu y yo teníamos un trato. Dijiste que harías lo que yo te pidiera, ahora me darás placer, luego te diré que más harás. -Marco se posiciono sobre ella y siguió con su tarea de desvestirla, Virginia solo lloraba.

Marco cumplió su cometido, lo escuchaba gemir y jadear sobre ella hasta que acabó, todo el cuerpo le dolía, aquel hombre había sido una bestia, él se levantó y la vio hacerse un rollito en la cama.

- Escucha linda, ahora te vestirás y bajaras a cenar conmigo. A partir de este momento eres mi mujer. - Dijo Marco con un tono amenazante. - No tardes, no me gusta esperar.

Virginia lloró amargamente, habia cambiado un infierno por otro, aquel hombre la poseía y era poderoso, no tenía escapatoria. Fue hacia la ducha, dejó correr el agua, se sentía sucia; pensó en Renzo y en Leyla, la furia brotó en ella al recordarla. Estaba en la ducha debatiéndose en sus pensamientos cuando vio que él entraba de nuevo.

- TE DIJE QUE TE DIERAS PRISA. - Gritó Marco, la saco a tirones de la ducha, le tiro una toalla y la obligó a secarse y vestirse y deprisa, tomándola del brazo la hizo bajar y la sentó en la mesa. Virginia lloraba frente a ella estaba la mujer que la recibió al entrar.

- Marco, dile que deje de llorar, me desespera. - Dijo Erika con enfado.

- Callate y come. - Dijo Marco a Virginia, ella solo tomó la cuchara y se la llevó a la boca, hizo un esfuerzo por no llorar.

Marco y su tía siguieron hablando en italiano, por momentos Erika la miraba burlona y se reía. Virginia nunca se había sentido tan humillada. Luego de comer Marco le ordenó subir a su habitación y escucho como cerraban con llave por fuera. Sintió asco de acostarse en esa cama, sin embargo la noche de insomnio le sirvió para pensar y tomar la decisión de ser obediente y complaciente con ese hombre aunque le produjera asco, había dicho que "sería su mujer" entonces se comportaría como tal, algún día quizás se ganaba su confianza y podía escapar. Al día siguiente al despertar fue a la ducha y al salir tenía ropa sobre la cama, se vistió y golpeó la puerta muchas veces pero nadie abrió, pasaron unas horas, sentía hambre, llevaba días sin probar bocado la puerta se abrió y un hombre la llamo: "Baje" le dijo. Ella hizo caso y fue hasta el comedor, Marco estaba solo desayunando, ella sonrió y lo vio desconcertado ante ese gesto. No se inmutó comieron en silencio.

- Hoy te quedas en tu habitación, si necesitas algo de comer o tomar golpeas dos veces y te llevarán algo. Mañana empiezas el entrenamiento. Serás mi mujer. - Dijo Marco, ella no entendía a qué se refería pero no dijo nada.

Al día siguiente empezó el entrenamiento la hicieron levantarse temprano, desayuno y la llevaron a un jardín, habían varios hombres y dos perros y una mesa con armas, la obligaron a dispararle a los animales, ella lloraba, Erika estaba ahí obligandola a hacerlo apuntando a su cráneo directamente. Ese entrenamiento se repitió día a día hasta que casi lo hacía sin mostrar sentimientos, continuo con personas a las que debía hacerle todo tipo de atrocidades hasta la muerte, algunos tenían deudas con Marco otras solo eran indigentes y vagabundos. Pronto Virginia se había convertido en una sicaria despiadada, mataba sin piedad y era capaz de hacer todo tipo de torturas con los enemigos de Marco, no sabia si se había enamorado o simplemente acostarse con ese hombre era una forma de liberar el estrés y todo lo que le provocaba sentirse un demonio, él decía estar loco por ella, no la dejaba sola nunca y ella hacía lo que se le pedía, ya no sentía ganas de huir de allí, como si su vicio ahora fuera provocar dolor y matar.

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