DAMEN
Me recuesto sobre la cama, pensando en la vaga imagen que me queda de la sonrisa de la pequeña Ariana. Aquella niña con un rostro lleno de inocencia y felicidad sencilla.
Sigo sin poder asimilar la horrible sensación de pensar en el cambio tan drástico que sufrió esa criatura inocente.
Por fin me quedo dormido, sueño que corro por un campo de flores amarillas. Voy tomado de la mano de la pequeña Ariana. Ella me llama hermanito y me sonríe mientras le muestro una alucinante puesta de sol. La más hermosa, una que no existe en la tierra.
Ambos regresamos a casa, ella duerme sobre mi espalda. Tenemos una pequeña casita de campo, pequeña y acogedora. La recuesto sobre su camita y le doy un beso en la frente.
Salgo en silencio para no despertarla, me dirijo a la cocina para encender la lumbre. Pongo la tetera llena de agua para que hierva con unas hojas de naranjo frescas.
Un estruendo inesperado proviene de su habitación. Corro para protegerla, pero es demasiado tarde. Mia se ha apoderado de mi pequeña, la sostiene entre sus brazos y le acaricia el rostro con unas uñas postizas largas y afiladas.
Lucho contra ella, pero el panorama cambia bruscamente. Ya no estamos en la habitación de la casita de campo, ahora estamos en un burdel de mala muerte. Mia danza de manera sensual, restregando su cuerpo contra un tubo de metal.
Hay muchos hombres que miran con morbo mientras suplican que se quite el diminuto coordinado color negro.
No lo soporto, deseo arrancar de sus cuencas los ojos morbosos de cada uno de los tipos que la miran danzar.
Ella vira la mirada hacia mí, sonriendo de manera burlona. Muerde sus labios, intenta seducirme.
Despierto con un sobre salto, empapado en sudor. Temblando y renegando de la terrible pesadilla que me azotó.
Suspiro y me tallo los ojos, tratando de sosegar mis nervios.
No consigo conciliar el sueño de nuevo. Me levanto y busco en mi ropa sucia el número de la prostituta. Miro el reloj, ya pasa de la media noche. No me importa despertar a quien sea, de todos modos, seguramente ella ni ha de estar durmiendo en su cama, quizás en la de otro hombre o en la de cualquier motel barato.
Llamo y contesta al tercer timbrazo. Me identifico y le solicito su servicio.
Quedamos de vernos en la esquina de un bar del centro.
Me visto y salgo para allá. Prefiero no llevar el automóvil, mis planes no incluyen llamar la atención. Ese auto me gusta mucho y no deseo perderlo.
La ubico, trae puesto un vestido de licra color rosa mexicano, un par de zapatillas de tacón color negro, y la misma bolsa de Hello Kitty.
—Hola, cariño. Sabía que llamarías, aunque no tan pronto. Pareces desesperado, no te preocupes, yo te voy a quitar esas ganas. Aquí a la vuelta hay un hotel bastante económico. O si lo prefieres, podemos ir a un hotel de cinco estrellas.
—No. No me gustan los hoteles, me dan asco. Te pagaré el triple de lo que cobras si me llevas a tu casa.
—¿Mi casa? No acostumbro a llevar a mis clientes a casa, mi abuela vive conmigo.
—Considerame un cliente VIP. Te pagaré cinco veces la cantidad que solicitas.
—¿Cinco veces?
—Sí. Decide pronto.
—Está bien, solo promete no hacer mucho ruido al entrar.
—Acepto.
Busco un taxi para que nos lleve a la maldita vecindad donde vive Mia. Ambos subimos al taxi. El chófer nos mira por el retrovisor con un gesto de morbo. A ella se le nota a simple vista que es una zorra.
Nos baja de inmediato después de indicarle la dirección de nuestro destino. Como ya dije antes, es un barrio peligroso y ningún chofer cuerdo se va a arriesgar a ser asaltado.
—¿Ahora qué hacemos? —le pregunto.
—Caminar, cariño. ¿Por qué no traes carro?
—No estoy loco, no deseo que me lo roben.
—Lo mismo desea el señor del taxi.
—Ya que, caminemos.
Iniciamos nuestro camino a pie, no hay otra manera de llegar hasta su espantoso barrio.
—¿A qué te dedicas, cariño?
—Soy… soy un. Honestamente, no me dedico a nada.
—¿De dónde sacas tanto dinero? ¿Me vas a pagar o solo estás vacilando?
—Claro que te voy a pagar.
Se detiene en seco y extiende la mano.
—Págame por adelantado —me exige.
Pongo los ojos en blanco, no soporto tanta desconfianza de una mujerzuela como ella. Le pregunto acerca de la tarifa, lo multiplico por cinco y le doy un poco más de lo acordado.
—¿Contenta?
—¡Claro, cariño! —se guarda el dinero en el sostén y continuamos con nuestro camino—. Entonces, ¿de dónde sacas el dinero? —inquiere curiosa.
—¿Es usual qué cuestiones a tus clientes acerca de su situación económica?
—No, en realidad no me importan los demás. Tú has conseguido llamar mi atención, me siento curiosa acerca de ti.
—Vivo de mis rentas. Heredé de mi padre un par de edificios.
—¡Qué suerte la tuya! ¿Cuántos años tienes?
—Odio a las mujeres que hablan como pericos.
Frunce la nariz en señal de disgusto. Proseguimos con nuestro camino en silencio.
Se me paraliza el cuerpo al momento de posarme frente a la puerta de la vecindad.
—¿Qué te pasa, cariño? ¿No vas a entrar? —pregunta sosteniendo la puerta.
—S-s-sí —entro observando todo, cada detalle, cada cosa.
Por dentro es más agradable que por fuera, algunas casas están más desgastadas que otras. Pero también hay algunas que tienen su manita de gato.
—Mi casa está al fondo —señala hacia el frente.
Camino tras ella, tratando de adivinar cuál es la casa de Mia.
—No hagas ruido, la abuela duerme.
Entro a sus aposentos. Un pequeño espacio que consta de dos habitaciones, un baño y un cuarto más grande que sirve de sala y comedor.
No enciende la luz de la sala, vamos directo a su habitación.
—Bien, ya estamos aquí.
—Sí —respondo sin saber qué hacer. No pretendo dormir con ella, ¿o sí?
—Voy a hacer una excepción contigo, cariño. Me gustas y esta noche te voy a complacer en lo que desees. Así que dime, ¿cómo te gusta?
Se pone en cuatro sobre su cama y me mira con lujuria.
—Yo…yo solo estoy buscando compañía. No deseo dormir contigo —trago saliva intentando borrar de mi mente la idea de querer saber qué hay debajo de ese vestido barato.
—¿Eres gay?
—No, solamente sigo dolido por lo de mi difunta esposa.
—¿No has dormido con nadie después de la muerte de tu esposa? —se sienta a la orilla de su cama.
¿Cómo le explico que no he dormido con ninguna mujer desde hace aproximadamente quince años?
Estoy algo oxidado, y no significa que no me guste estar con una mujer. Es solo que cuando me pongo lujurioso me transformo en una bestia salvaje, y mi acompañante sexual, por lo general, no me aguanta el ritmo y termina siendo asesinada sin querer.
Recuerdo bien que hace un poco más de quince años, la policía buscaba al famoso asesino en serie apodado: "El amante de la rosa roja". Ese hombre era yo. Lo de la rosa roja era porque siempre acostumbraba a dejar una rosa roja sobre el cuerpo inerte de la dama que me hiso compañía esa noche. Las mucamas de los hoteles encontraban a las víctimas femeninas muertas sobre la cama. Llenas de marcas y mordidas parecidas a las de un animal salvaje.
No me juzguen, no lo hacía a propósito. En ese momento entraba en un trance donde ni yo mismo me conocía. A pesar de que me importa un comino la vida de los mortales, de cierto modo, me sentí culpable por la muerte de esas mujeres. Por esa razón decidí no volver a tener un encuentro sexual con ninguna mujer.
—No.
—No te preocupes, cariño. Voy a ser muy cariñosa contigo —se acerca hacia mí, se pone de rodillas y baja la bragueta de mi pantalón.
—Es mejor que te detengas, todavía estamos a tiempo. Te juro que no quieres despertar a la bestia que vive dentro de mí.
—Eso suena sexy, quiero conocer a esa bestia.
Mete su mano dentro de mi bragueta. Cierro los ojos, dentro de mi mente viene aquella imágen de mi sueño donde Mia danza de manera sensual por el tubo.
Reacciono después de casi atragantar a la pobre mujer. Mis manos estan tensas, sosteniendo de manera violenta la cabeza de la prostituta.
—Lo siento, ¿estás bien? —la suelto de inmediato.
Ella cae de nalgas al suelo, tosiendo y escupiendo toda la carga de adrenalina que descargué en el interior de su boca.
—Lo lamento mucho —me disculpo avergonzado.
—Es evidente que no has estado con ninguna mujer después de quedar viudo —comenta tras reponerse del evento.
—¿Puedo fumar aquí?
Ella se levanta sosteniendose de la orilla de su cama.
Le ayudo a ponerse completamente de pie.
Se aproxima a la ventana y la abre.
—Ya puedes.
Me siento en la orilla de la ventana para fumar mi cigarrillo.
—¿Me regalas uno?
—¡Claro! —miro las casas de los vecinos con la esperanza de que Mia se asome por alguna de las ventanas.
Son más de las dos de la madrugada, así que es casi imposible que eso ocurra.
—¿Cuál es la casa de Mia? —pregunto desganado.
—¿Sigues buscando la fotografía?
—Algo así. Por favor, dime dónde vive ella.
—La flaca ya no vive aquí.
—¿Cómo? Ayer la vi entrar aquí.
—Eso fue porque vino por un encargo.
—¿Qué clase de encargo?
—¿Por qué te importa? Sospecho que no existe esa fotografía. Mia te gusta, ¿no es así?
—Mia es parte de mi vida de una manera que no puedo explicar. Ella es familia, hace diez años le perdí la pista después de que su madre murió. Su tía se la llevó y no supe a dónde.
—¿Eres su tío? No puedes ser su padre, no te ves tan viejo.
—Te sorprenderías si te dijera mi edad, pero eso es lo de menos. Quiero saber qué pasó con ella. Me doy cuanta de que la conoces más de lo que aparentas.
—La conozco muy bien, ella y yo fuimos compañeras de trabajo y también vecinas.
—¿Qué pasó con ella después de que su madre murió?
—La conozco bien después de que ella llegó a vivir por acá. Es muy reservada con su pasado. Jamás me ha contado nada acerca de su madre ni de su tia ni nada parecido a lo que me estás diciendo. Lo único que sé es que es huérfana desde que nació.
—¿Segura de lo que me estás diciendo?
—Eso es lo que ella me dijo.
—¿Qué clase de encargo vino a recoger aquí?
—Vino por algo de medicina.
—¿Otra vez está enferma?
—Vino por algo de cocaína y un poco de marihuana.
—¿También es drogadicta? —me froto con fuerza la frente. Las cosas van de mal en peor.
—No es adicta, pero a veces se necesita para sobrellevar la miseria y la vida de mierda que nos tocó vivir.
—¿Quién es ese tal alacrán?
—El alacrán es un hombre muy peligroso, él es dueño de esta y varias vecindades de la zona. Además es padrote y narcotraficante. No te conviene meterte con él, a menos de que desees morir. No será fácil acercarte a la flaca.
—No me da miedo un desgraciado como él. Te agradezco por la compañía, y me disculpo por lo que te hice.
—No te preocupes, cariño. Estoy acostumbrada a todo tipo de cosas, tengo todo tipo de clientes: salvajes, depravados, masoquistas, etcétera.
—¿Puedo verte de nuevo?
—Cuando gustes, cariño.
Salgo de la vecindad y me dirigo a mi casa cuidando mis espaldas. No deseo que alguien me tome por sorpresa a esta hora de la madrugada.
Las cosas se salieron de control, no fue mi intención mezclarme con una mujerzuela. Pero necesito acercarme a ella si quiero llegar a Mia. Hace falta saber más, dónde vive, qué hace, qué clase de relación tiene con el delincuente ese. Falta mucha información que no voy a conseguir con una sola noche.
Pienso volver en un par de días. Después de aclarar la mente, no puedo permitir que pase de nuevo lo de esta noche.
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Updated 20 Episodes
Comments
Emily Chirino
será que la pesadilla que tuvo Adem será Real? sospecho que esto tiene algo que ver con la bruja 🤔🤔..gracias por actualizar autora 🤗🤗
2021-11-19
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