EXTRAÑO COMPORTAMIENTO.

...EVELYN OWEN...

Creí que estando en el trabajo recibiría el peor llamado de atención dado, no estaba segura de las palabras de mi jefe en su contestación. Cuando las puertas del elevador se abrieron, dando paso a mi superior, mi nerviosismo incrementó y el temor me invadió. En el momento que se detuvo justo enfrente de mi escritorio y me observó, estaba lista para recibir sus palabras de enojo, pero nada de eso pasó. 

La pequeña conversación que tuvimos en ese instante, me dijeron que este día no sería como los anteriores, que cosas diferentes pasarían, y, por lo visto, así fue.

Por primera vez que llevo laborando en esta empresa, el señor George Becker no tuvo ningún cambio repentino de humor y de alteraciones. Estuvo la mayor parte del tiempo en su oficina, ausentándose de llamarme a cada momento, lo que me brindó un descanso y respiro. Mi jefe se mantuvo en estado de calma.

Podría ser que ¿El correo fue el culpable de tan radical cambio de actitud de su parte? – Pensé internamente.

-No, no lo creo. Ni siquiera se tomó el tiempo de leerlo todo. – Me respondí muy segura.

Las horas siguieron pasando sin ninguna novedad, hasta que, por fin, la jornada laboral de este día llegó a su fin.

¡Un suave colchón me espera!

Fue difícil trabajar habiendo bebido la noche anterior, pero eso ya es pasado, no volverá a pasar.

Me levanté de mi escritorio, apresure mis pasos hasta su oficina, toqué la puerta y escuché un "adelante."

-Señor, buenas noches. ¿Necesita alguna otra cosa antes de irme? – Saludé y pregunté algo tan simple y claro, pero parece que él no lo entendió de esa manera.

Estando solo los dos en su oficina, pasaron cosas que no esperaba. No hubo una respuesta a mi pregunta, al contrario, él me hizo otras, las cuales han dado paso a una extraña propuesta.

- “Entonces, podríamos infringir una esta noche.” – Exclamó con seriedad y tranquilidad al mismo tiempo.

Sus palabras aturdieron por completo mi sistema, provocaron un cosquilleo y hormigueo en algunas zonas de mi cuerpo.

-La invito a cenar. – Aclaró antes de que dijera una estupidez que me dejaría en vergüenza.

Por unos momentos, escasos segundos, me imaginé toda una escena de romance y pasión. Quisiera defenderme, poniendo como excusa los estragos del alcohol que todavía siguen en mi cuerpo, los culpables de mis malos pensamientos, pero sería una mentira total.

Estoy sobria y muy consciente de mis acciones.

- ¿Está usted bien? Se ha quedado …

-Estoy bien. – No dejé que terminara y respondí rápido, tratando de ocultar mi desilusión.

-Entonces, ¿Acepta?

- ¿Será en un restaurante a los que usted suele acostumbrar? – Mi pregunta pareció extrañarle, ya que realizó una leve expresión de confusión.

-A los que usted y yo siempre hemos asistido. – Enfatizó su respuesta en el “Usted y yo”

El señor Becker se refiere a los establecimientos lujosos y sumamente caros, donde siempre asistimos con sus futuros clientes. En aquellos lugares en los que no me siento cómoda.

Jamás podré olvidar los días y el estrés que pasé tratando de aprender los protocolos y modales en la mesa, todo para que se viera mi profesionalismo.

-Entiendo. -  Dije sin hacer alboroto alguno.

Sinceramente, no quiero cenar con él, pero no puedo rechazarlo. Tal vez quiera hablar de algo importante, y yo aquí negándome.

- ¿Puedo tomar eso como un sí? 

-Sí, señor.  – Respondí con una sonrisa que me hace sentir boba.

-Bien, vamos. – Se levantó del escritorio y procedió a recoger sus cosas.

Y, ya estando a punto de salir, nos vimos interrumpidos por la presencia de una mujer; la cual no conozco y había visto.

-Victoria, ¿Qué haces aquí? – Le preguntó mi jefe con una expresión de enojo.

-Necesito hablar contigo. – Respondió. Se ve que ha llorado mucho.  

- ¡Te extraño! – Pronunció.

En un abrir y cerrar de ojos, la susodicha ya se encontraba abrazando a mi jefe y reposando su cabeza en su pecho, pero él seguía con las manos a su costado.

-George … - Sollozó su nombre.

-Victoria, no hagas un escándalo. Ya hablamos. – Dijo mi jefe algo molesto.

-Por favor, esta será la última vez. – Suplicó.

Bueno, creo que alguien aquí está estorbando.

-Señor, como no necesita nada más, me retiro. – Dije.

-Señorita Owen, en ningún momento le he dejado en claro eso.

-Señor, pero parece que estará ocupado. – Al pronunciar la última palabra, la señorita de nombre Victoria me miró de una manera despectiva hacia mi persona.

¿Acaso no se da cuenta de que la estoy ayudando?

¡Paciencia con este tipo de personas!

-Te prometo que será la última vez. – A pesar de que lo ha dicho tan bajo, he podido escucharlo.

La mira y después a mí.

-Muy bien, puede retirarse. Mañana hablaremos. – Asiento levemente con la cabeza y salgo de su oficina.

...MINUTOS DESPUÉS....

Llegando a mi departamento me despojé de todas mis prendas puestas y sin importarme nada, entré a la ducha.

Al sentir el agua fría recorrer todo mi cuerpo, pude sentir una paz y tranquilidad.

Desde que salí de la empresa una sensación extraña me acompañó todo el camino, una especie de calor y …

Después de haber permanecido bastante tiempo en el baño, abrigada por el agua fría de la regadera, rodeada del aroma del jabón y pensando en ciertas cosas, decidí salir y no aturdirme más de lo que ya estaba.

Ahora, estando acostada en mi cama y cubierta con las cobijas, vuelvo nuevamente a lo mismo de hace un rato: a pensar en él y en lo que pasó hace apenas unas horas.

¿Quién podría ser esa mujer para tratar así al señor Becker? ¿Podría ser su pareja? Pero que yo sepa, él está soltero.

¿Qué me está pasando? Debería estar durmiendo y no pensando en estas cosas.

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