Pasé la noche entera buscando la mejor opción para que Silvano sufriera lentamente y me di cuenta que lo más preciado para él, era su fortuna, el imperio que había creado.
Solo llegar y matarlo, aunque lo hiciese sufrir por largos días, no era suficiente. Necesitaba atacarlo en todos los sentidos, así que espere a que el reloj marcara las 4:45 a.m. para ponerme de pie e ir al almacén donde guardaba su mercancía, esa a la que pocos tenían acceso y que para mí beneficio, fantasma gozaba de esos privilegios.
El lugar se dividía en tres bodegas distintas y cada uno tenía su propia clave.
El guardia que revisaba las cámaras duraría cinco minutos en su cambio de relevo para las 5:00 a.m. por lo que debía ser rápido. Sabía esconderme de las cámaras, ya que conocía cada espacio en el que se encontraban, pero de igual forma, me gustaba prevenir.
Entre a la bodega uno y aventé el pequeño aparato, que a simple vista sería difícil detectar, me apresuré a entrar a la segunda entrada, no sin antes mover levemente la cámara, como la anterior, entonces puse el mismo aparato dentro. Regresé la cámara a su lugar y fui a la última puerta, donde estaba la mercancía que se obtuvo ayer en la mañana, entonces aventé dos aparatos. Me aseguré de poner las cámaras en la misma posición en las que se encontraban antes de salir del almacén.
Sabía que descubrirían que fui yo, pero no necesitaba que fuese tan pronto. Caminé tranquilamente de regreso a mi departamento y me encontré con algunos guardias, pero al verme en ropa deportiva, supieron al instante que simplemente había salido a correr, como muchas veces antes.
Me cambié a mi ropa habitual de traje, con mis armas escondidas en mi ropa, entonces puse a calentar agua. Me dediqué a colocar distintas cámaras y micrófonos en todo el departamento, en espacios que sabía difícilmente localizarían, entonces me preparé mi té verde. Esperé a que el reloj marcara las 7: 00 a.m. para bajar hasta el primer piso. El de Ander. Tomé un respiro profundo concentrándome en la fotografía que estaba guardada en el bolsillo secreto de mi saco, entonces llamé a su puerta. Me abrió segundos después y noté la sorpresa en su rostro.
—¿Fantasma? —Miró atrás de mi por un segundo, entonces se hizo a un lado para dejarme entrar —¿Qué ocurre?
Mis manos querían cerrarse alrededor de su garganta, pero sabía dominarme a mí mismo, por lo que lo miré a la cara sin ninguna expresión en mi rostro.
—Quiero unirme al escuadrón del norte —Me senté en el comedor. Raramente me sentaría, pero esta vez era necesario.
Frunció el ceño confundido mientras se sentaba frente a mí. Estaba más entretenido por entenderme, que por darse cuenta que tome asiento.
—¿Por qué? Ese es el escuadrón que necesita menos vigilancia. El almacén no se ha visto atacado por meses —Lentamente coloqué un micrófono debajo de su mesa sin que él notara un movimiento en mí.
—Por eso mismo, es el escuadrón con menos personas y está al mando de Mateu, pero será atacado. Piénsalo. Tomamos mercancía de América, la revolución se volverá oficial y ellos buscaran atacar lo más débil que tenemos.
Lo pensó por varios segundos, entonces sonrió.
—Niño inteligente, siempre un paso adelante.
Seguí mirándolo sin expresión alguna.
—Se lo diré al jefe hoy, quiero salir por la noche. Si le dices lo mismo, me ayudara para que acepte.
Asintió y al fin entendió mi visita.
—Hablaré con él a tu favor. Será difícil que te dejé ir, porque eres su mejor arma, pero cuando escuche el punto, aceptará.
—Bien —Me levanté —¿Puedo entrar a tu baño?
—Sí, sabes dónde esta —Lo señaló sin prestarme mucha atención y siguió concentrado en su desayuno.
Caminé lentamente por su estancia, hacia su habitación. Era un espacio idéntico al mío, por lo que lo conocía muy bien. En movimientos precisos dejé dos micrófonos en su habitación y tres cámaras. Eran microscópicas, por lo cual no las localizaría facialmente. Finalmente, entré a su baño y puse un micrófono, así como una cámara. Duré un par de segundos dentro, entonces volví afuera.
—Pones el candado cuando salgas —Ordenó cuando estaba abriendo la puerta, entonces lo hice.
Fui directo hacia la casa grande. Ese lugar seria el mayor reto, pero para mí no era imposible. Caminé como siempre por los pasillos, pero de manera disimulada fui dejando micrófonos escondidos, entonces finalmente llegué a la puerta de su despacho y miré a Leo.
—¿El jefe?
—Está dentro. Te espera —Estaba por entrar cuando lo escuché hablar de nuevo —¿Estás completamente recuperado de tu brazo?
—Lo estoy —Dije sin verlo, entonces entre.
Mis dedos temblaron ligeramente cuando me sonrió, pero en cambio me obligué a realizar una leve inclinación.
—Jefe.
—Mi mantis, ¿Cómo estás? ¿Tu brazo ha sanado?
—Sí, me encuentro bien —Me acerqué a su escritorio, pero no me senté.
—Bien —Asintió —Vamos, toma asiento —Señaló la silla frente a mí. Así que lo hice.
—¿Ha revisado la mercancía?
Sonrió y se puso de pie.
—Por supuesto, todo está en perfecto estado, así que... —Sacó un fajo de billetes de su caja fuerte —Aquí está tu resto del dinero.
—Quería hablar con usted.
—Te escucho.
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Comments
imanol 2716
q triste q está narrada en primera persona y eso para mí es muy aburrido muy buena la historia pero yo asta aquí muchos éxitos
2024-07-13
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naranja_queer
Tiene un gran talento para lo que hace, ¡creo que definitivamente ganará la guerra que va a armar!
2022-06-18
1
Alicia Salamanca Hernández
Que miedo 🙀
2022-04-25
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