En el continente Netoruska existen seis reinos, uno en cada punto cardinal y dos al centro de todos ellos. Antes de ser independientes, formaron parte de un solo imperio que llevaba por nombre Reiss, pero las disputas causadas por las diferencias ideológicas derivaron en un conflicto armado que, finalmente, terminó por dividirlos. En el centro se quedaron los reinos de Prodinia y Kabde, en el norte se fundó Gregoria, en el oeste estaba Enokinti, en el sur Juria y, finalmente, en el este se encontraba Louen.
Este último reino, a pesar de no ser el más rico ni el más avanzado de los seis, prosperaba sin descanso, especialmente por los recursos naturales con los que contaba por su posición geográfica. Por ello, no necesitaban cooperar de manera continua con otros reinos.
En realidad, ninguno de los reinos tenía un vínculo estrecho con alguno de los otros cinco, ya que, a pesar de que tenía más de quinientos años que la independencia se había llevado a cabo, ninguno había cedido en ser el primero que propusiera firmar un tratado de paz, por lo que sus relaciones, si bien no eran hostiles, tampoco eran amistosas. Especialmente entre Enokinti y Louen.
La razón de que estos dos reinos fueran los que peor se llevaran era que el primero era conocido por ser el reino de las magas y el segundo por señalar el uso de la magia como herejía. De hecho, esto había iniciado las disputas quinientos años atrás, cuando algunas personas culparon a las magas de ser quienes causaban los desastres naturales que habían atacado al imperio y, con esto como excusa, comenzó una matanza de las mujeres que practicaban magia, algo que terminó en el conflicto de separación, llamado la Guerra de Las Noches Violetas.
Después de tantos años de estar en el pensamiento radical, Louen había logrado disminuir el repudio hacia la magia, al punto en que había un gremio de magas en el reino que estaba reconocido por el rey y podían llevar a cabo sus vidas de manera normal como cualquier otro ciudadano.
Poco más de cincuenta años atrás, el rey Felitzi junto con su esposa, la reina Ludovica, habían sido quienes lograron el reconocimiento de las magas como ciudadanas del reino. Además de esto, fueron ellos también los que hicieron la mayor reforma a la ley de Louen, permitiendo que las mujeres gozaran de los mismos derechos que los hombres.
Al principio, los nobles se mostraron reacios a dejar que sus hijas heredaran sus títulos, pero la nula flexibilidad del rey en retroceder hizo que terminaran por aceptarlo. En su lugar, se aprovecharon del sistema de herencia por meritocracia de Louen, en que el jefe de familia escogía al heredero basado en sus capacidades, y así fue como muchas familias terminaron sin tomar en cuenta de cualquier manera a las hijas, excusándose en que los hombres eran más capaces y, por esta razón, escogidos.
Pese a esto, hubo quienes fueron objetivos y visualizaron el futuro, dándose cuenta que merecía la pena escoger también entre las mujeres si, al final de todo, lo que se buscaba era que la persona más apta fuera quien tomara el título. Esto fue lo que se creía que había pasado con el ducado Lamar.
Antes de que se diera la noticia de que Yuaralia Lamar sería la heredera del título, la nobleza seguía sorprendida por el compromiso roto entre ella y el segundo príncipe, Jerez. Para la alta sociedad, ellos dos estaban prácticamente casados, por lo que cuando se enteraron de que el matrimonio ya no pasaría, las especulaciones y los rumores no dejaron de circular por meses.
Había quienes decían que el príncipe había encontrado a una mujer de la que se estaba perdidamente enamorado y por ella había botado a Yuaralia. Otro rumor contaba que la joven, quien en ese entonces todavía no era nombrada heredera del ducado, había resultado no estar a la altura de su compromiso. Los más atrevidos, incluso, se atrevieron a decir que el rey planeaba destruir a la familia Lamar y esto era una preparación para ello.
Sin embargo, todos estaban equivocados. Era Yuaralia quien había hecho todo lo posible por romper su compromiso, sabiendo que sólo así podría entrar oficialmente en la competencia para suceder a su padre, el duque. Por alguna razón, nadie vio esta posibilidad factible, pues les parecía ilógico que alguien prefiriera ser duquesa que esposa del príncipe quien, además, tenía altas posibilidades de ser rey.
De hecho, quien se había tomado peor la noticia era Jerez, el ahora ex-prometido de Yuaralia. Un día sólo regresó de su excursión mensual en las concentraciones militares y su padre lo llamó a su estudio para darle la noticia de que ya no tenía prometida. A partir de ese momento, el príncipe hizo todo lo posible por desestabilizar la posición del duque Lamar en el imperio, de manera que su ex-prometida se viera en la necesidad de rogar por su perdón y, a pesar de que realmente no logró debilitar el poder del duque, sí hizo que las personas evitaran a Yuaralia.
Lady Lamar se había vuelto la persona más indeseada de la alta sociedad, pero todo esto cambió cuando llegó una notificación al Palacio Real en donde el ducado Lamar daba a conocer que la hija mayor, Yuaralia, sería la próxima heredera y, ya que el rey no tiene injerencia en quién heredera el título de cada familia ni un poder impenetrable, tuvieron que aceptarlo sin protestar.
Después de esto, las personas que habían escogido alejarse de la joven se vieron obligadas a encontrar maneras de volver a acercarse con disimulo, pero todos los intentos fueron frustrados por la misma Yuaralia, quien se había negado a asistir a banquetes o reuniones. Por ello, fue una gran sorpresa cuando la princesa Eliza recibió una solicitud de visita de la ex-prometida de su hermano e incluso más al momento en que dicha reunión se tornó en una petición para que entrara en la disputa por el trono.
—Lady Lamar… sabe que lo que está diciendo puede ser castigado, ¿no es así? —Preguntó Eliza temblando.
—Lo sé, Su Alteza —respondió con seriedad, aún arrodillada—. No le pido que me responda en este momento, pero me gustaría que lo piense a profundidad. Tiene que saber que soy completamente seria con mi petición y que, de aceptar, pondría toda mi lealtad y poder en sus manos.
—¿Por qué? No entiendo—soltó la princesa.
—Creo firmemente que es usted quien debe ser la reina en lugar de cualquiera de sus hermanos.
—¿Fue por eso que rompió su compromiso con Jerez?
—Así es. No tengo ni la voluntad ni la capacidad para gobernar y, siendo honesta, Jerez tampoco es capaz, pero si me quedaba como su prometida tendría que darle mi apoyo tarde o temprano —sentenció mientras se ponía de pie.
—Yo… no sé qué decirle —balbuceó.
—No es necesario que me diga nada por ahora, Su Alteza. Me marcharé por hoy y regresaré cuando usted me llame.
—P-pero, ¿y si digo que no?
—Entonces me esforzaré por convencerla —declaró con una sonrisa leve y le dio la espalda a la princesa para caminar hacia la puerta.
—Lady Lamar, este es el último momento que tiene para arrepentirse —le recordó Eliza mientras se levantaba de su asiento con prisa e iba detrás de la invitada.
—No pienso hacerlo, Su Alteza —declaró con firmeza y dio un pequeño toque en la puerta para que esta fuera abierta por los guardias afuera—. Entonces, me retiro. Espero pase un buen día.
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Comments
🐍Mitch 🐍
¿Esta historia es Yuri?
2022-03-25
3
Adam 𓃠
Tu inicio me captura desde la primera línea, y eso que no me gusta leer.
2021-09-20
5