Yuaralia.
El duque Lamar era uno de los cuatro duques que había en el reino de Louen. Su fuente de ingresos se basaba, especialmente, en la minería y la madera, ya que las zonas aptas para estas actividades se encontraban en el territorio del ducado. Además, entre una gran extensión de hectáreas cerca de la capital del reino, el patrimonio Lamar incluía varias propiedades, desde mansiones hasta comercios, un embarcadero, barcos, entre otros.
Sin duda alguna, era de las familias más poderosas de Louen, por eso me esforcé tanto en poner mis manos sobre el título. A pesar de que no tenía realmente algún apego a mi apellido o a mi familia, sabía que el poder del ducado era necesario para mis planes.
—Hemos llegado, milady —me informó Ría en cuanto pudo ver la mansión a través de la ventana del carruaje.
Me asomé también y pude ver a algunas sirvientes y al mayordomo, Curtis, esperando, bajo el sol de la tarde, en dos filas frente a la puerta.
—Todo con discreción, Ría, recuerda —le murmuré sin mirarla.
Asintió con una pequeña sonrisa y, finalmente, llegamos a la mansión. El mayordomo se acercó rápidamente al vehículo y nos abrió la puerta para que saliéramos. En cuanto puse un pie fuera del carruaje, las criadas hicieron una reverencia todas al mismo tiempo, lo que me resultó incómodo por lo exagerado que lucía.
—Espero que haya tenido un viaje agradable, milady —dijo Curtis con extrema cortesía.
—Gracias —respondí lentamente—. De ahora en adelante no es necesario que me reciban así. Con unas cuantas personas que puedan salir para ayudar es suficiente.
—Como desee, milady.
—¿Dónde están mis padres? —Pregunté mirando la mansión, que parecía estar vacía.
—Los dos descansan en sus respectivas habitaciones —informó mientras caminábamos hacia la puerta de la mansión.
—¿Y mis hermanos?
—El señor Teo salió desde la mañana pero no dijo a dónde, y el señor Felipe se encuentra cabalgando por el territorio.
—Entiendo —solté con indiferencia.
—¿Desea que les informe sobre su presencia?
—No. No tengo asuntos para tratar con ellos, sólo con el duque, pero a él lo iré a ver personalmente en algún momento —le informé, dándole a entender que tampoco era necesario que le avisara sobre mí.
—Entendido.
Lo más probable era que mis familiares se hubieran enterado de mi llegada y estuvieran evitando verme. Curtis también lo sabía pero pretendía que no para tratar de averiguar mis intenciones y moverse de acuerdo a ellas.
A pesar de que no lo consideraba de una lealtad inquebrantable hacia mí, sí sabía que era un mayordomo listo, por lo que cuando tomó mi lado en cuanto vio que sería la persona más poderosa del ducado en algún momento, lo acepté porque era conveniente. Lo mantendría en su puesto mientras fuera útil para mí, y si me traicionaba lo mataría con esa misma facilidad.
...****************...
Me instalé en mi vieja habitación porque era la más alejada de las demás. En algún momento había sido puesta ahí por la intención de la duquesa de hacerme sentir aislada de ellos, pero después me resultó conveniente no tenerlos tan cerca, así que no hice nada para cambiar la situación.
Después de un rato de haber llegado, Ría entró lentamente luego de cumplir la misión que le había dado con anterioridad. Asintió sin decir nada en cuanto cruzamos miradas y avanzó hacia el ropero para sacar un conjunto cómodo, que sería el que me pondría para ir a ver al duque antes de bajar a cenar.
—Deja mi cabello suelto, Ría —le pedí mientras me arreglaba—. El duque dice que odia cuando me ve así porque le recuerdo a mi madre —conté con burla.
—Entendido, milady —respondió con una sonrisa complacida.
Guardamos silencio cuando terminaba de prepararme, hasta que la miré a través del espejo frente a mí y pude ver que su mirada denotaba verdadera tranquilidad. Por alguna razón, en ese momento volví a preguntarme algo que a veces pasaba por mi cabeza y era qué pensaba ella de mí.
—Ría —solté sin pensar.
—¿Sí? —Respondió con tranquilidad al momento.
—¿No piensas que soy un monstruo? —Pregunté con algo de inquietud.
Estaba lista para cualquier respuesta, en realidad, después de todo llevaba tiempo escuchando que era todo menos humana, y si Ría estaba al tanto de todos mis pecados, no podía tener un mejor concepto de mí que todas esas personas que me detestaban, aunque ella no sintiera también ese rechazo.
—No hay nada que milady haga sin motivo —contestó sin dudar—. Toda la crueldad y maldad que las otras personas creen que hay en sus acciones, son cosas que no podían evitarse. O no lo sé, tal vez hemos estado tanto tiempo juntas que he aprendido a justificar todas sus acciones.
Sonreí con su respuesta, no porque necesariamente me hiciera feliz, pero sí aliviaba un poco mi corazón el saber que la persona más cercana a mí continuaba viendo algo de humanidad dentro mío.
Después de un rato, me levanté para salir de mi habitación con rumbo a la del duque. Ría me siguió para esperarme afuera y, al llegar a la puerta, el guardia abrió sin necesidad de que se lo pidiera.
Al poner un pie adentro del cuarto me llegó la sensación de que podía encontrar un cadáver. El frío y el olor a humedad hacían parecer inhabitable ese lugar, pero en cuanto caminé más hacia el corazón de la habitación, pude ver al duque siendo levemente iluminado por la luz de la luna que, tenue, entraba por la ventana con la cortina ligeramente corrida.
—He vuelto, duque —pronuncié en cuanto distinguí bien sus ojos abiertos.
Me miró de lado sin girar la cabeza. Sus mejillas estaban más hundidas que la última vez que nos habíamos visto y su cuerpo parecía a punto de romperse. Podría decir que mi aspecto frágil había salido de ese específico momento de él, pero la idea de que realmente nos pareciéramos me asqueó en cuanto tocó mi mente.
—Veo que sigue en mal estado —agregué al no recibir respuesta y ver la bandeja de comida y té completamente llena—. La duquesa y mis hermanos deberían cuidar mejor de usted —caminé hacia el carrito donde estaba la bandeja y le serví una taza de té.
Le acerqué la bebida a la boca, con la intención de sostenerlo mientras él tomaba, pero en cuanto estuve a menos de un metro, levantó el brazo con fuerza y me tiró la taza encima, haciendo que todo el líquido cayera sobre mi vestido.
—El duque parece estar de un humor difícil —solté con burla. Me levanté y acerqué de nuevo al carrito para tomar la tetera— ¡Sir Kenston! —Llamé al guardia de la puerta, quien abrió rápidamente en mi llamado.
—¿Sí, milady? —preguntó educadamente.
—Sujete al duque —ordené, mirando fríamente al asustado hombre en la cama.
El caballero no me respondió nada y sólo se limitó a seguir mi orden. Agarró con fuerza al enfermo y me miró expectante. Me acerqué de nuevo y vertí el líquido de la tetera directamente en la boca del duque, quien hacía un esfuerzo inútil por soltarse.
—No podrá recuperarse si sigue negándose a beber —le recordé.
En realidad, era verdad que el té era imprescindible para su recuperación, después de todo, había sido Carola la que preparó esa bandeja con el líquido que había mandado a darle a través de Ría. En aquella pequeña botella, estaba la droga que Eloise llevaba años preparándome especialmente para mantener controlado al duque. También había sido gracias a esa droga que había logrado volverme heredera del título.
El líquido causaba una descarga de endorfina intensa, que poco a poco volvía a la droga el sustituto de esta hormona en el cerebro del individuo. Es decir, el exceso de su consumo hacía que el cerebro “olvidara” cómo producir su propia endorfina y dependiera completamente de la droga, además de que también podía darle alucinaciones severas al consumidor.
—E-El guardia… es otro de t-tus sirvientes —tartamudeó el duque tan pronto lo dejamos ir cuando terminó de beber.
—Me pregunto si es así —solté indiferente—. La verdad no recuerdo a quien puse realmente de mi lado y quién simplemente está tratando de no meterse en problemas.
El hombre tosió con desesperación, creyendo que su vida acabaría en ese mismo instante, pero, para su sorpresa, fue recuperando poco a poco el aliento hasta ser capaz de ponerse de pie y regresar por sí mismo a la cama.
—¿Volviste a darme esa cosa? —Preguntó molesto.
—Así es. No puede morir todavía, duque, así que deje de comportarse de esa manera y mantenga su buena salud —le aconsejé sin energía—. Si me entero que de nuevo evita alimentarse, haré que los guardias de la mansión lo tengan amarrado todos los días y empujen la comida directamente a su garganta. ¿Le gustaría eso? O si lo prefiere puedo traer a mis hermanos o a la duquesa y hacérselo a ellos.
—Eres un monstruo, Yuaralia, realmente debí matar a tu madre mientras estabas en su vientre —se lamentó inútilmente.
—¿Se da cuenta de lo que acaba de decir? —Cuestioné con una sonrisa burlona.
—¿Por qué has regresado? —Bramó.
—Esta también es mi casa. De hecho, esta propiedad será solamente mía en un futuro —recalqué.
—No todo va a salir como quieres —advirtió con ira.
—Hay muchas cosas que no me han salido como quiero, duque. Por esa razón soy tan precavida ahora. Recuerde que usted, la duquesa y mis hermanos no son inquilinos aquí, son mis prisioneros y, como tal, prescindiré de ustedes cuando sus funciones sean cumplidas, por eso no debe tener prisa en morir… de todas maneras lo hará en un futuro no tan lejano.
El hombre me miró con una extraña combinación de furia, miedo e impotencia. Me sentí extraña al ver, por primera vez, una expresión así en alguien como él. Generalmente, los hombres del Consejo Noble me miraban con arrogancia, burla o molestia, pero no como el duque lo hacía en ese momento.
—Me marcho ahora. Puede tomar la cena aquí o bajar a hacerlo con nosotros. Lo permitiré —declaré y salí de la habitación.
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Comments
esta bien mamona xD
2022-04-05
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