El edificio es lo que se conoce como estilo pueblo, con paredes de adobe y techo abovedado. No parece pertenecer en absoluto a este destartalado barrio residencial poblado casi en su totalidad por casas móviles descuidadamente cuidadas plantadas en medio de parches descuidados de césped cubierto de maleza.
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No hay ningún cartel al lado del edificio, ni toldo sobre la puerta de entrada. Más bien, LA TIENDA está pintada directamente sobre la puerta de vidrio con letras negras altas e irregulares.
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No me preguntes qué es lo que me posee para acercarme a esa puerta de cristal y abrirla. No puedo decirte. El único pensamiento que pasa por mi mente es que este parece un lugar que es mejor evitar y puedo sentir un fino hilo de sudor corriendo por mi nuca mientras pongo mi mano sobre el anodino mango de peltre. Sin embargo, algo me obliga a entrar de todos modos.
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“Bienvenido a The Store”, me saluda la joven que está detrás del mostrador. Ella me da una amplia sonrisa que muestra demasiados dientes. Las pupilas de sus ojos amarillos son verticales, como las de un gato.
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La sonrisa que le doy a cambio se siente débil y temblorosa.
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La tienda en sí, por lo que yo sé, no revela nada fuera de lo común. Parece ser una especie de tienda de segunda mano como Good Will o The Salvation Army.Hay filas y filas de percheros de ropa llenos principalmente de artículos que nadie usaría por elección propia a menos que fueran ciegos, desesperados o poseyeran el sentido de la moda de un touri estereotipado.
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Una de las luces fluorescentes del techo parpadea y tartamudea. Lo miro con una mano protegiéndome los ojos como si mi disgusto lo convenciera de que se portara bien.
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Colgando de sus pies por las alas de cuero de gran tamaño, fluorescentes que luchan, como las de un murciélago dobladas alrededor de su cuerpo, está lo que parece ser una mujer de mediana edad. Sus ojos están cerrados y aparece estar durmiendo
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Intento hacer el menor ruido posible mientras me apresuro a bajar, sin querer despertarla.
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Al final del pasillo, un hombre está de espaldas a mí, hurgando en un cubo de sombreros. Cuando me siente detrás de él y se vuelve en mi dirección, me encuentro preguntándome con desconcertado horror qué podría posiblemente quiera con un sombrero. No tiene cabeza.
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Me doy la vuelta y huyo en dirección a la puerta principal, molestando a la mujer murciélago dormida en el proceso. Abre los ojos carmesí y desciende en picada desde el techo, chillando mientras alcanza yo con dedos humanos con puntas de garras inhumanas.
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Agarrando la manija de peltre de la puerta, la encuentro cerrada. Por supuesto que es. Ni empujar ni tirar lo moverá.
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El cajero con dientes, la criatura murciélago y el hombre sin cabeza avanzan hacia mí con movimientos espasmódicos. Parecen absurdamente personajes de una temprana y mala ejecutaron una película de stop motion y, no obstante, lograron convertir la sangre de mis venas en agua helada mientras lucho inútilmente para forzar la puerta y escapar.
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No siento nada más que gratitud cuando el irritante pitido de mi despertador junto a la cama me saca de mi pesadilla.
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Mi mano está temblando levemente mientras alargo la mano para silenciar el reloj. He tenido sueños extraños antes, seguro. Todo el mundo lo hace de vez en cuando. Pero esta es la tercera vez esta semana que me despierto a esta sueño particular.
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Después de una larga ducha y desayuno, me retiro a la sala de estar para ver un poco de televisión antes de tener que ir a trabajar.
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No pedí el turno de 3: 00-11: 00. De hecho, lo odio, pero al ser el empleado más nuevo de Domino's, creo que tiene sentido que me empujen el turno de mierda.Tengo toda la intención de pedir que me cambien a un turno anterior una vez que haya trabajado allí durante un año más o menos, siempre que el jefe siga impresionado con mi desempeño.
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El día comienza con una entrega a uno de nuestros clientes habituales, que pide casi todos los días una gran pizza de salchicha y aceitunas negras.Como de costumbre, está tan drogada cuando llega su pizza que se ha olvidado por completo de hacer el pedido y está encantada cuando aparezco en su puerta con una. Lo suficientemente encantado como para dejarme un propina de dólar.
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Las entregas del día son más o menos habituales. Los clientes están, en su mayor parte, satisfechos. Hay una o dos quejas de que las pizzas no se entregaron lo suficientemente rápido, acompañadas de mezquinas o consejos inexistentes. Supongo que algunas personas esperan que sus pizzas se entreguen en autos voladores que no están obligados a obedecer las leyes de tránsito.
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Llamo a la puerta con vidrieras de una casa de tres pisos que parece cara. Es contestado en un momento o dos por un hombre joven todavía vestido con su ropa de oficina con la corbata suelta alrededor de su cuello.
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Me ofrece una sonrisa amistosa cuando le entrego la caja de pizza y levanto la tapa para inspeccionar el pastel, asintiendo con satisfacción.
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"¿Esa es la pizza?" Un niño, de unos siete u ocho años, baja corriendo las escaleras y tira del brazo de su padre hasta que baja la caja lo suficiente para que el niño la vea. "¡Qué asco, hay cebollas!"
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El joven me hace una pequeña mueca a la que respondo con un gesto de simpatía. Niños.
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No le des propina, papá, tiene cebollas ”, se queja el niño cuando su padre me entrega el pago más un billete de cinco dólares extra.
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Mientras me dirijo por el pasillo y la puerta se cierra detrás de mí, escucho la advertencia de su padre de que las cebollas se pueden cortar.
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Me abrocho el cinturón de seguridad en el automóvil de la compañía con el cartel de plástico de entrega de pizza en la parte superior y conduzco de regreso a Domino's para comprar un montón de pizzas frescas.
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Comments
frymoo
😌🌼🌼🌼
2021-07-25
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