Mi nombre era Rosana, pero morí en un motel de mala muerte con olor a humedad y fracaso. Lo último que recuerdo antes de desmayarme fue un tipo que pensaba que pagarme le daba derecho a todo. Spoiler: casi lo logra.
Desperté en una cabaña en medio del bosque, con siete hombres mirándome como si hubiera caído del cielo... o del catálogo de fantasías medievales. Y yo, sin entender nada, tuve la brillante idea de decirles que me llamaba Blancanieves. Porque, total, ¿qué más daba? Ya había vendido hasta mi orgullo… ¿por qué no mi identidad?
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capítulo 10
A la mañana siguiente, el campamento despertó envuelto en el suave murmullo del bosque que poco a poco recuperaba su vida. Uno a uno, los bandidos empacaron sus escasas pertenencias, listos para partir en busca de aliados que fortalecieran la causa contra la reina Ravena.
Rosana, envuelta en su capa, observó cómo el verde se intensificaba a medida que se alejaban de la oscura capital. Los árboles crecían más altos, sus hojas parecían cantar con un susurro antiguo, y las flores, tímidas al principio, estallaban en colores vibrantes al borde del camino. El aire olía a tierra mojada, a esperanza.
—Es hermoso —murmuró ella, sintiendo cómo por primera vez en semanas un atisbo de paz rozaba su pecho.
Nikolai caminaba a su lado, la mirada fija en el paisaje. —Mientras más lejos estemos, mejor estará la naturaleza. La magia oscura de Ravena no solo dañó a las personas. La tierra fue la primera en morir, los ríos se envenenaron y los bosques fueron marchitándose poco a poco. —Su voz era grave, cargada de pesar—. Y cuando la tierra muere, las almas empiezan a corromperse.
Rosana apretó los labios. No solo estaban peleando contra una reina; estaban luchando contra una sombra que devoraba el alma misma de su mundo.
Las semanas avanzaron en una rutina dura pero necesaria: entrenamientos extenuantes, paradas breves para alimentarse y descansar, y el constante roce de miradas que hablaban más que palabras. Uno de esos días, antes del amanecer, Rosana se levantó temprano con un propósito simple y sincero: preparar el desayuno para todos, un gesto de gratitud hacia los que la apoyaban.
Mientras recogía ramas secas para el fuego, algo en el bosque llamó su atención. Entre las sombras de los árboles, algo se movió, pequeño y rápido.
—Ian... —susurró, su voz temblando.
Un niño apareció, esquivando entre los troncos, como si huyera de algo invisible. Rosana, sin pensarlo, lo siguió.
—Ian, espera —llamó, acortando la distancia.
El niño se detuvo a cierta distancia, volvió la cabeza a mirarla con ojos que reflejaban la inocencia y el miedo. Pero justo cuando ella intentó acercarse, desapareció, como un suspiro llevado por el viento.
Rosana quedó paralizada, mirando a su alrededor con incredulidad. —Ian... —repitió, la voz cargada de esperanza y tristeza.
El silencio la envolvía, y su llamado se perdió en la brisa. Frustrada, giró lentamente buscando al niño.
De repente, una mano firme la sujetó del hombro. Rosana reaccionó al instante, girando con la intención de golpear a quien la había sorprendido.
Pero Gael, con una sonrisa tranquila en los labios, detuvo su brazo.
—¿Qué haces? —preguntó, divertido por la reacción de ella.
—¡Dios! —exclamó Rosana—. Me vas a matar de un susto.
Gael negó con la cabeza, serio ahora.
—No es seguro que estés tan lejos sola.
—Lo sé —respondió ella, tratando de recuperar el aliento—. Solo creí ver... Nada, déjalo. Vamos de vuelta al campamento.
Gael asintió, pero antes de soltar su mano, susurró con voz baja y cargada de sinceridad:
—Princesa... no vuelvas a alejarte. No podría soportar si algo te pasa.
Rosana volvió la vista hacia él, encontrando en sus ojos una mezcla de preocupación y algo más suave, más humano. Las palabras de Lilith resonaron en su mente: Uno de ellos está enamorado de ti.
Sin pensarlo, se acercó lentamente a Gael, tocó su mejilla con delicadeza. Él apoyó la cabeza contra su mano, y ella, sin dudar, lo besó.
El beso fue intenso, una mezcla de alivio y tormenta contenida. Gael correspondió, acercando su rostro y apretando sus manos contra la cara de ella.
Pero entonces, en un instante inquietante, la figura de Gael empezó a distorsionarse. Su rostro se desvaneció, revelando la sonrisa cruel y fría de Ravena.
—¿En serio creíste que podrías escapar? —susurró la reina, con voz venenosa.
Rosana intentó gritar, pero sus labios no respondían. Su boca se selló, mientras un sabor amargo y ardiente bajaba por su garganta. La manzana que Gael había introducido en su boca se volvió negra y podrida.
—Tranquila, querida —dijo Ravena, mientras una daga brillaba en su mano—. Todo terminará pronto.
Pero antes de que la daga atravesara su pecho, la espada de Zev apareció, interceptando el ataque con un choque de acero.
—¡Blancanieves! —gritaron todos al unísono.
En medio del combate, Ravena desapareció en una cortina de sombras. Tobías corrió hacia Rosana, arrodillándose junto a ella mientras Luciel trataba de ayudarla. Lágrimas escaparon de sus ojos, y lentamente, Rosana cerró los ojos, cayendo en un sueño profundo, incierto.
***
Rosana sintió cómo la oscuridad la envolvía, como si la estuvieran arrastrando a un abismo sin fondo. No podía mover ni un músculo, ni abrir los ojos, aunque el peso en su pecho la ahogaba.
Entonces, una voz familiar, con un tono burlón pero calmado, rompió el silencio.
—No que ni que, aunque Henry Kelvin te hubiera ofrecido la manzana, la habrías mordido.
Rosana parpadeó y vio frente a ella a Lilith, sentada con las piernas cruzadas en un espacio etéreo que parecía flotar entre la niebla y la luz.
—¿Tú otra vez? —murmuró Rosana, confundida.
—Eso debería decir yo —respondió Lilith con una sonrisa—. Te puse en esa historia para que sobrevivieras, no para que te mataran en la primera temporada. Aún no has hecho ningún cambio y tu vida ya peligra de muerte. ¿Dime que hice lo correcto al enviarte allí?
Rosana cerró los ojos un momento, tratando de procesar todo.
—Ella me engañó...
—Claro que iba a hacerlo, es una bruja. ¿Qué esperabas?
—¿Y ahora qué se supone que haga?
—Esperar a que deduzcan cómo despertarte.
—¿La escena del beso?
—Sí, bueno, yo no puse las reglas.
—Perfecto...
—Pero tranquila, esto los motivará. Ahora ven, siéntate a mi lado y veamos cómo reaccionan ante su pena.
Rosana rodó los ojos, pero obedeció. Se sentó al lado de Lilith, y frente a ellas apareció una especie de pantalla luminosa y translúcida. Allí comenzaron a ver imágenes y sonidos del campamento.
***
Reacciones en el campamento
El ambiente estaba cargado de tensión y desesperación. Gael se arrodilló al lado del cuerpo inerte de Rosana, apretando sus puños con furia contenida, sus ojos ardiendo de impotencia y miedo.
—No puede ser... No la perderemos. No así —murmuró, mientras miraba fijamente su rostro pálido.
Zev, siempre el más coqueto, dejó caer por primera vez su máscara de ligue. Sus labios temblaban mientras intentaba encontrar palabras, pero sólo logró un suspiro pesado.
—La princesa... no puede dejarnos ahora.
Nikolai, con su habitual calma gélida, observaba sin parpadear, analizando cada detalle. Sin embargo, su rostro reflejaba una sombra de tristeza que rara vez mostraba.
—Esto cambia todo. Ravena no solo nos está jugando con ataques directos, está destruyendo nuestro espíritu.
Luciel, con su rostro de monje sereno, se acercó lentamente. Se arrodilló junto a Rosana, posando sus manos con cuidado sobre su pecho. Cerró los ojos un momento y murmuró palabras antiguas, llenas de fe y esperanza.
—No está muerta... Sólo está en un sueño profundo. La magia la mantiene suspendida entre dos mundos.
Tobías se sentó a su lado, sujetando su mano con fuerza, las lágrimas amenazando con caer. Su voz se quebró cuando habló.
—¿Pero cómo la despertamos? No puedo soportar pensar en perderla.
Elías ajustó sus lentes, nervioso, buscando en sus libros y notas cualquier indicio que pudiera ayudar.
—Debe haber alguna forma... La magia tiene reglas, pero también grietas. Sólo tenemos que encontrar la forma correcta de romper este hechizo.
Rurik, el fornido y bonachón cocinero, se acercó con expresión seria, dejando atrás su humor habitual.
—Si necesitamos fuerza o resistencia para protegerla cuando despierte, aquí estoy. No la perderemos.
Todos compartieron una mirada, una promesa silenciosa de que lucharían con todo para traerla de vuelta.
***
Rosana y Lilith observaron todo desde ese extraño limbo.
—Ves? —dijo Lilith—. Ya están listos para la guerra. Para lo que venga. Y tú... tú eres la chispa que los mantendrá unidos.
Rosana apretó la mandíbula, sintiendo cómo un fuego nuevo crecía en su interior, un fuego que ni la manzana podrida podría apagar.
—Entonces... vamos a despertar.
— Para eso ya tengo un aliado en mente...— dijo con una sonrisa que a cualquier enemigo haría temblar...
/Facepalm/
/Facepalm//Facepalm//Facepalm//Drool/