Anna Lía nunca tuvo suerte en el amor, su vida no fue lo que esperaba, pero con su hija la historia no se repite, sino que empeora. Será que nunca serán felices?
Es una novela acerca de la violencia de género y la desaparición forzada de personas.
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Nuevas relaciones
Debido a mi nuevo oficio me había tenido que relacionar con casi todos en el pueblo, daba los masajes a domicilio porque mi casa estaba fuera del pueblo y las personas que lo requerían estaban lastimadas o no se podían mover, así no solo los conocía a ellos sino también a las familias y me iban recomendando a sus familiares y amigos, me fue tan bien que tuve que hacerme tiempo para atender también por las mañanas. No quería desatender a la tía, ya me había encariñado mucho con ella y de verdad disfrutaba de su compañía, nos hicimos confidentes, me platicó su vida, la cual había sido muy dura, resulta que de joven se casó con un hombre que la trataba mal, tanto así que cuando quedó embazarada comenzó a engañarla y ella al reclamarle se ganó una golpiza qué hizo perder a su bebé y quedó estéril, después el marido la trataba peor, le decir cosas horribles y la hacia sentir peor que basura, pero como la educaron para aguantar el matrimonio hasta que la muerte los separe, se conformó con esa vida de insultos, golpes y miseria. Hasta que él falleció en un accidente por estar muy borracho, se cayó de un caballo de cabeza y se desnuco. Quedo viuda y sin hijos. Se dedicaba a vender comida y así se sostenía hasta que el cuerpo no le dejó seguir. Desde entonces vivía de los ahorros qué había guardado y lo que le daba su familia. Yo también le conté lo mio, bueno mi versión de lo ocurrido cuando me fui a estudiar.
También al ganar confianza comenzó a enseñarme a cocinar todo lo que le gustaba, yo le acercaba todo lo necesario y ella preparaba lo que podía y me decía como hacer lo que no. Ahora entiendo de dónde la mamá de mi amiga sacó el sazón y las recetas. Me gustaba pensar que me estaba heredado su sabiduría como si fuera de su familia, yo ya la consideraba así.
En fin que terminé haciendo nuevas relaciones con gente de mi edad y seguido me invitaban a algunas reuniones, si bien es cierto que a veces no podía asistir por el trabajo, mi padre querido me alentaba a salir a distraerme. Vicente fue uno de los que más me buscaba, nos hicimos buenos amigos, pero yo no estaba lista para tener novio, aunque estaba ya próxima a cumplir los 18 yo aún tenía miedo a salir nuevamente lastimada. Varias de las chicas del pueblo que también eran amigas de Lorenza se volvieron cercanas a mi y todo fluia muy bien entre nosotros. A veces íbamos a tomar helados y a platicar. Una de ellas de nombre Renata estaba por irse a Culiacán a estudiar.
Lorenza espaciaba cada vez más sus visitas al pueblo y yo pasaba tiempo con su familia para que no la echaran de menos, En fin, mi vida estaba pareciendo más normal, yo ayudaba con los gastos de la casa y podía juntar dinerito para mi, si algo aprendí de la tía Tere es que debe uno ahorrar, yo en ese momento pensaba en quedarme soltera para siempre. No podía confiar en los hombres.
Renata por fin se fue a estudiar y la despedimos con una fiestecita. Ella prometió regresar cada que le fuera posible. Cosa que hizo, aunque no era tan seguido como a todos nos hubiera gustado. Después de unos meses regresó muy entusiasmada y me dijo que quería ir a mi casa para platicar conmigo y con mi papá. Yo estaba desconcertada, que podría querer platicar con mi papá? Pero me dejó con la duda y no tuve más remedio que llevarla para saber que se traía entre manos. Resulta que en su escuela estaban organizando un curso rápido de enfermería, y ella rápidamente pensó que yo debía tomarlo, en el pueblo hacían mucha falta los servicios de salud, así que como yo ya me dedicaba a ello y si ofrecía más servicios sería mejor para todos, ya tenía todo planeado, me invitó a quedarme en el cuarto para estudiantes que ella rentaba, solo eran 3 semanas las que duraba el curso, no era muy extenso, pero aprendería a tomar la presión, poner inyecciones y sueros, a dar primeros auxilios y a desinfectar y suturar heridas, cosas muy necesarias en la comunidad. Además viajariamos juntas de ida y vuelta, prometió a mi padre que no me dejaría sola y nos comportar íbamos bien. El me dijo que yo tomara la decisión y el me apoyaría como siempre. Me daba miedo, pero Renata tenía razón, para mi y para la gente del pueblo eran necesarios estos servicios. Acepté pero tenía que arreglar muchas cosas antes de poder irme, así que como no había tiempo que perder al otro día fui a hablar con la mamá de Lorenza y después con la tía, Las dos me apoyaron y me animaron diciéndome que no me preocupara y que ya se las arreglaran unas semanas sin mí. Así que hice las maletas y me despedí nuevamente de mi papá, ahora con más experiencia no dejaría la oportunidad de lado y solo me concentraron en lo que era importante, nada de chicos.