Endeudada y sin dinero, engañada y traicionada, manipulada y desechada...yo solo quería que todo acabara, y si de verdad existía un infierno, pedirle a Dios el poder ver de nuevo, al único hombre que he amado realmente. Sin embargo, jamás pensé que mi alma sería arrebatada por una maquiavélica IA, quien con ayuda de un sistema, me obligará a entrar a la historia de terror, que yo misma escribí, con un único objetivo: convertirme en la esposa principal del villano y ayudarlo a traer el fin del mundo. ¿Será posible sobrevivir a mi propia creación?
NovelToon tiene autorización de Guadalupe Nieves para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPÍTULO 10
Solomon, quien en ese día había decidido tomarlo libre de su trabajo como director de la escuela, por fin había llegado a su residencia principal; una pequeña pero lujosa finca ubicada en los terrenos de la familia Valentine.
Luego de vestirse con sus típico y lujoso traje italiano de dos piezas, color negro, el hombre de 36 años se fue de su recámara y caminó con lentitud hasta su despacho.
Su mirada, antes radiante, se había oscurecido tanto que su escolta prefería no mirarlo, agradecido de que lo ordenara quedarse fuera de su despacho. Sino fuera por el jugoso salario que era el proteger Solomon, ya hace tiempo se hubiera ido del miedo tan profundo que aquel hombre irradiaba a metros de distancia.
Sin embargo, Solomon no se dio cuenta de eso. Una vez dentro, moviendo un grabado de León que había en su escritorio, el sonido de un clic resonó en la estancia casi vacía. Para, en cuestión de segundos, la pared donde estaba la chimenea se movió.
Ingresando por el angosto pasillo, la pared se cerró tras de sí, mientras era monitoreado por una cámara de seguridad.
Al final del pasillo, bajo una tenue luz, se encontraba un ascensor, el cual solo podía ser abierto por una tarjeta de acceso roja que sacó de su chaqueta.
Una vez dentro del ascensor, observó el panel de botones, donde solamente estaba El lector de la tarjeta y un botón que lo llevaba al que parecía ser un único piso: el número cero de acuerdo a la pantalla en el ascensor.
Presionando el botón, comenzó a descender por alrededor de 10 minutos, hasta finalmente llegar a una ubicación varios metros de profundidad. Apenas dio un paso fuera del ascensor, las luces se encendieron y unas escaleras se iluminaron.
Descendiendo unos cuantos metros más, llegó a una puerta de metal la cual solamente se abrió cuando permitió que un escáner revisara sus ojos.
..."Bienvenido, doctor Solomon"...
Saludó el sistema de seguridad, dando a descubrir así su verdadera identidad. El lugar, que estaba por completo oscuro, sin sentido de lado a lado y dejó ver un segundo despacho, que cuál estaba provisto de un color blanco y con un aire lúgubre, por completo frío, en cada centímetro.
Solomon caminó hasta un pequeño clóset que había al lado de un escritorio, donde tomó una gata blanca la cual tenía sostenida un gafete de identificación.
—Enciende el sistema de cámaras—ordenó Solomon—quiero ver cómo está mi prometida.
Una vez se sentó en su enorme escritorio blanco, mientras el aire comenzaba a enfriarse gracias al sistema interno de refrigeración, una enorme pantalla curva de computador se encendió enfrente de él, y el sistema automatizado de inmediato abrió el programa de vigilancia.
La habitación de Serah, en el hospital, no solo era custodiada por varios escoltas personales de él, sino también por varias cámaras de seguridad que transmitían en vivo El paso a paso de su prometida, no solo dentro de la habitación, sino también fuera de ella.
Frunciendo un poco su seño, Solomon comenzó a presionar algunos botones de su escritorio, fue ahí que pudo visualizar la cámara interna del baño de la habitación de Serah. Allí notó que su prometida se había caído, y estaba intentando levantarse apoyándose en el lavamanos.
Al darse cuenta de que él mismo iba a llamar a la enfermera en jefe para que auxiliaran a Serah, se detuvo un momento antes de esbozar una pequeña pero satisfactoria sonrisa macabra.
—Eso...—susurró tocando la zona de la pantalla curva, donde podía visualizar las imágenes de Serah—por más que intentes levantarte tú sola, no vas a poder hacerlo. Date cuenta, que sin mí, tú no puedes hacer nada.
Mientras aquellos momentos de debilidad no perjudicaran la integridad de la vida del amor destinado que representaba Serah para él, no la auxiliaría. Quería que ella cada vez se desesperara tanto por su debilidad, aún en las pequeñas cosas, que no hubiera cabida para otra posibilidad que no fuera depender de él.
Por eso, no había solicitado servicio de enfermería privado, si bien quería mostrarle un poco de su apoyo a su prometida, no podía darle de todo lo que él podía hacer, ya que aún no había caído por completo en la dependencia absoluta que él esperaba que le tuviera en el futuro.
—Alice—habló mientras se recostaba contra el espaldar de su silla—comunícame con el laboratorio número 4, y enlaza el sistema de cámaras. Quiero ver lo que está ocurriendo.
—¡Si, señor!—respondió la IA encargada de servirlo exclusivamente a él—iniciando el sistema de cámaras del laboratorio número 4, y estableciendo comunicación con este de inmediato.
Una ves la voz dejó de escucharse por medio de los parlantes internos de su despacho, las imágenes en la pantalla curva en su escritorio cambiaron.
—¡Doctor Solomon!—respondió un científico.
El hombre, un importante científico a cargo del funcionamiento del laboratorio número 4 y de supervisar todos los exámenes y pruebas que allí ocurrían, no había podido descansar en toda la noche cuando fue solicitada su presencia.
—¿Cómo va la prueba que he mandado a realizar?—cuestionó Solomon con los ojos cerrados.
—Debido a que los dos sujetos de prueba fueron traídos en distintos tiempos, procedimos a realizar primero la prueba con el muchacho—respondió el científico.
—¿Y ha ocurrido algo con este?—preguntó curioso.
—Ha sucumbido la prueba y se ha convertido en un nuevo espécimen—continuó relatando el hombre misterioso, cubierto bajo un traje de riesgo biológico blanco—no obstante, la muchacha sigue dentro de la zona y aún no se ha encontrado con este.
—¿Es decir...?—preguntó bastante curioso, con una sonrisa sádica—¿qué aún no ha sucumbido?
—No, señor—respondió el científico bastante temeroso—en estos momentos, la señorita Valeria se encuentra en estado de búsqueda.
Solomon agrandó aún más su sonrisa, la noche anterior, mientras estaba encargando de resolver el asunto de Rebeca y Serah en el hospital, había ordenado buscar a los estudiantes desgraciados del ataque que había sufrido su futura esposa.
Quería hacerlos pagar con un castigo peor que el que le dieron a Serah, pero su equipo apenas había logrado secuestrar al estudiante mientras iba en camino un segundo escuadrón en búsqueda de Valeria.
Que todo ese dolor, traumas, sufrimiento, arrepentimiento y remordimiento que tiene lo vuelva en coraje, valentía y poder de hacer lo que tenga que hacer para estar bien