Ella siempre fue un experimento y nunca había visto el mundo exterior. Cuando al fin la dejaron salir, experimentó de primera mano la complejidad de los humanos y sobre todo, la vida en sí misma, salpicada de melodias alegres y tragicas.
NovelToon tiene autorización de Koh para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 9
Alice abrió los ojos, y notó que estaba en su cama de la cabaña. Estaba oscuro a excepción de la luz tenue de la mesa al lado de la cama. Se llevó la mano a la cabeza al sentir un dolor sordo por toda su cabeza, pero ya no era punzante como cuando le empezó el dolor.
Se sentó lentamente en la orilla de su cama mientras intentaba escuchar algún ruido en la casa, pero parecía estar demasiado silenciosa. Miró el reloj holográfico de la mesa de noche, mostraban a penas las siete de la noche.
Se levantó y cuando ya no se sintió mareada, caminó hacia afuera de su habitación. La casa estaba iluminada y cuando llegó a la sala, encontró a Roger leyendo documentos desde su SIA, y al tío Jeff atareado en la cocina, pero no había rastro del tío Adonai.
Caminó hacia Roger, y él escuchó sus pasos, levantó la cabeza.
-¿Cómo te sientes?
-Bien. Aún hay un poco de dolor en mi cabeza pero está disminuyendo – miró a Roger – Siento haber causado conmoción. No comprendo el alcance de mis capacidades…
-No es tu culpa, los científicos no cuantificaron tus capacidades en entornos reales, solo simulados. Nosotros tendremos que cuantificarlos para saber tus límites reales y evitar la sobrecarga neuronal.
-Está bien – miró alrededor de nuevo – ¿Dónde está el tío Adonai?
El rostro de Roger se volvió más serio.
-Está recibiendo su castigo.
-¿Castigo?
-Siempre fue un descuidado y demasiado exigente con los nuevos reclutas, además de un presumido y por su negligencia, casi surge una baja y atrasa la misión, además de la destrucción de una de las salas de entrenamiento.
Alice no supo que decir. Tenía una extraña sensación en su pecho al recordar los rostros asombrados de todos cuando hundió el suelo, y esa misma sensación pareció crecer cuando Roger mencionó el castigo al tío Adonai.
-¿Puedo ir a verlo?
Roger la miró y Alice sintió la necesidad de esquivar su mirada.
-Está en el campo de carreras. No interrumpas su castigo.
-Sí.
Alice no dudó en salir de la casa y dirigirse hasta el circuito de carreras. Desde unos metros lejos logró ver una silueta, con la cabeza en el suelo, manteniendo el equilibrio solo con su cuerpo inclinado, sin la ayuda de sus manos, pues estas estaban en la espalda.
Al acercarse, podía ver que él estaba colorado, con la ropa totalmente empapada de sudor y las venas de su cuello saltadas.
-Tío… señor Alexander…
-Hola mocosa – le contestó sin un atisbo de molestia o enojo – ¿Ya estás bien?
-Sí. Um… yo… - se sentó a su lado mientras él permanecía en la misma posición – Hay algo que estoy sintiendo y por eso vine a verte.
-¿Qué estás sintiendo? Espero que no sea amor.
-¿Amor?
-Olvídalo. Dime qué es lo que sientes exactamente.
Alice miró hacia el horizonte, donde el sol se estaba ocultando. Estaba pensando cómo describir lo que estaba atorado en su pecho.
-Siento algo aquí – apretó su pecho, pero notó que Alexander no podía ver – Cerca de mi corazón, como una punzada.
-¿por qué sientes eso? ¿Estás enferma? ¿Es consecuencia del electrochoque?
-No – negó con la cabeza – Lo sentí cuando hice el enorme agujero en la sala de entrenamiento, y más ahora que el señor Ryan dijo que estabas castigado. Hay algo que siento que no está bien…
Alice escuchó una risilla, y lo miró confundida. Estaba un poco molesta porque parecía tomarse como un juego sus palabras, hasta que él habló.
-Parece que sientes arrepentimiento o culpa.
-¿Culpa? Pero…
-Sientes que hiciste algo malo – era una afirmación y no una pregunta, pero aun así ella le respondió:
-Sí…, como si hubiera hecho algo que no debía, pero no lo entiendo del todo.
-Es normal – al fin él se levantó cuando su SIA sonó con un pitido. Se sentó a su lado mientras jadeaba – Sentiste miedo al saber que sin el control adecuado, las cosas podían salirse de las manos. Es algo que todos llegan a sentir. Algunos intentan enmendarlo, a otros no les importa y otros más nunca creen tener la culpa de nada – le palmeó su cabeza – No te sientas mal. Nadie te culpa por lo que pasó. En todo caso yo te guíe hasta el desastre. No te sientas mal por el castigo que me dieron. Acepto mi culpa y te aseguro que no volverá a pasar.
Alice miró a Alexander.
-Aun no se quita esa sensación.
Alexander soltó una carcajada.
-Es normal. Aun cuando hayas enmendado tu culpa, a veces sientes que no es suficiente. En tu caso, si quieres sentirte un poco mejor, ayúdame a llegar a la casa porque ya no siento ni mis piernas ni mis brazos.
-Está bien – Alice asintió. Se paró y ayudó a Alexander a ponerse de pie, aunque él parecía uno de esos modelos de esqueleto, tan suelto en todas las articulaciones.
Llegaron justo a tiempo para la cena. Aunque Alexander quería tomar un baño, primero quiso llenar su estómago, porque estuvo en esa misma posición de castigo desde que regresaron del gimnasio y solo había tomado agua, el malvado de su líder no lo dejo comer ni un solo bocado de nada, ni las benditas bolsas de soluciones nutritivas. Debía decirse que él estaba muy enfadado.
Y a decir verdad también él mismo se sentía frustrado y responsable de lo que había pasado, y más aún, sobre el estado en el que había permanecido Alice al realizar esa descarga eléctrica en ese cuerpo pequeño de niña.
Ciertamente, si no hubiese sido un engreído… pero todo ya estaba hecho, ninguna disculpa sería suficiente para el dolor y el susto que sintió la pequeña.
Comió un bocado de su comida aunque casi se le resbala, porque su brazo estaba tan cansado, que no podía sostener un simple tenedor. Alice lo ayudó a alimentarse. Parecía que esa era su forma de aliviar la culpa que sentía al ocasionar ese alboroto.
Sonrió agradecido. Al parecer, la niña comenzaba a reconocer las emociones escondidas.