Tras la traición de su padre y la ruptura de su familia, Rose se muda a la ciudad buscando un nuevo comienzo.
En el exclusivo colegio Goldline, todo podría ir bien… si no fuera por Malory, su prima, que la odia y está dispuesta a convertir su vida en un infierno.
Pero Rose no es tan frágil como parece.
Hay algo en ella que despierta cuando está en peligro… algo que no se detendrá ante nada.
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Subasta de Poder
El auditorio hervía de murmullos, los equipos acomodados en sus filas miraban con atención la gran pantalla donde aparecían los montos en tiempo real. El marcador inicial mostraba:
Equipo Verde: 50,000
Equipo Turquesa: 47,000
Equipo Azul: 45,000
Equipo Rosa: 45,000
Equipo Negro: 43,000
Equipo Magenta: 40,000
Equipo Café: 35,000
Equipo Morado: 25,000
Equipo Rojo: 20,000
—Nos dejaron hasta abajo —murmuró Cintia, frunciendo el ceño.
—Me extraña que Mabel no… —empezó Lea, pero su frase fue cortada por un grito que retumbó en el auditorio.
—¡Setenta y cinco mil! —anunció la profesora Elena, sorprendida—. ¡Han rebasado la cantidad mayor del año pasado!
El marcador cambió de inmediato:
Equipo Morado: 75,000
Equipo Verde: 50,000
Equipo Turquesa: 47,000
Equipo Azul: 45,000
Equipo Rosa: 45,000
Equipo Negro: 43,000
Equipo Magenta: 40,000
Equipo Café: 35,000
Equipo Rojo: 20,000
—¡¿Qué?! —exclamó Agustín, con los ojos abiertos de par en par.
—Ya se había tardado… —dijo Liam con una media sonrisa—. Mi turno.
Un pitido, un número en la pantalla, y entonces la profesora anunció:
—¡Noventa mil por parte del equipo rojo! ¡Empezamos con todo!
El tablero parpadeó:
Equipo Rojo: 90,000
Equipo Morado: 75,000
Equipo Verde: 50,000
Equipo Turquesa: 47,000
Equipo Azul: 45,000
Equipo Rosa: 45,000
Equipo Negro: 43,000
Equipo Magenta: 40,000
Equipo Café: 35,000
—Podemos ver cómo todos empiezan a agregar —comentó la profesora, casi con emoción deportiva.
En cuestión de segundos, los números empezaron a subir frenéticamente:
Equipo Turquesa: 100,000
Equipo Rojo: 90,000
Equipo Verde: 80,000
Equipo Magenta: 76,000
Equipo Morado: 75,000
Equipo Azul: 60,000
Equipo Rosa: 58,000
Equipo Negro: 55,000
Equipo Café: 50,000
—¡Rápidamente bajaron de lugar al equipo morado! —narró la profesora como si relatara una final de fútbol.
En la fila de los morados, Mabel se levantó despacio. Sus tacones resonaron en el piso de madera mientras caminaba hacia la mesa. Se detuvo un segundo, clavando los ojos en Rose y su equipo, y sonrió con una calma calculada. Luego pasó su tarjeta.
El lector emitió un pitido grave y la profesora, con una mezcla de incredulidad y entusiasmo, gritó:
—¡¿Doscientos mil?!
El público estalló en murmullos, algunos silbaban, otros aplaudían con euforia.
Equipo Morado: 200,000
Equipo Turquesa: 100,000
Equipo Rojo: 90,000
Equipo Verde: 80,000
Equipo Magenta: 76,000
Equipo Azul: 60,000
Equipo Rosa: 58,000
Equipo Negro: 55,000
Equipo Café: 50,000
—¡¿Están locos?! —dijo Agustín, mirando a los morados como si acabaran de anunciar que venderían un riñón.
Uno por uno, los equipos Café, Rosa, Negro y Magenta se retiraron. El marcador se redujo.
Equipo Turquesa: 210,000
Equipo Morado: 200,000
Equipo Verde: 200,000
Equipo Rojo: 90,000
Equipo Azul: 90,000
—La competencia es fuerte —comentó la profesora, aunque la tensión en el ambiente era palpable.
El equipo azul se retiró también.
Equipo Turquesa: 250,000
Equipo Verde: 230,000
Equipo Morado: 200,000
Equipo Rojo: 90,000
—El equipo turquesa se mantiene en la cima —dijo la profesora.
En el equipo morado, Mabel inclinó la cabeza hacia una de sus compañeras.
—Hazlo, Sofía.
La chica caminó con paso firme y pasó la tarjeta. El pitido esta vez fue más prolongado.
—¡¿Trescientos mil?! —exclamó la profesora—. Si alguien no ofrece más, podemos terminar.
Equipo Morado: 300,000
Equipo Turquesa: 250,000
Equipo Verde: 230,000
Equipo Rojo: 90,000
Mabel volvió a su asiento con una expresión de pura superioridad.
En el equipo rojo, Lea se levantó sin decir palabra. Pasó su tarjeta y la profesora abrió los ojos con gran sorpresa.
—¡Trescientos cincuenta mil!
Equipo Rojo: 350,000
Equipo Morado: 300,000
Equipo Turquesa: 250,000
Equipo Verde: 230,000
Los equipos turquesa y verde se retiraron.
Rose apretó los dientes. —¡Les dije que no pasaran de los trescientos mil! Es una pérdida de dinero. Solo para la presidencia no tiene sentido.
Cintia la miró con frialdad. —Con todo respeto, Rose… si no vas a añadir, no opines.
Pasó su tarjeta.
—¡Cuatrocientos cincuenta mil para el equipo rojo! —anunció la profesora.
Equipo Rojo: 450,000
Equipo Morado: 300,000
—Se queda en cuatrocientos cincuenta mil a la una, a las dos… —empezó la profesora, pero fue interrumpida por un nuevo pitido—. ¡Medio millón! ¡Tenemos medio millón! —gritó, incrédula.
Equipo Morado: 500,000
Equipo Rojo: 450,000
—¡¿Qué estás haciendo, Mabel?! —le espetó Mónica.
—Lo necesario para ganar —respondió Mabel con frialdad.
—¡Tus padres se enojarán! —advirtió Alex.
—Eso no importa.
Antes de que pudiera decir más, Mabel fijó la mirada en alguien entre el público y se quedó en silencio. Algo había cambiado en su rostro: tensión, quizás miedo.
Liam aprovechó el momento y pasó su tarjeta.
Equipo Rojo: 510,000
Equipo Morado: 500,000
Mabel se inclinó hacia sus compañeros. —Agreguen cien mil.
—¡Nos meteremos en problemas! —protestó Alex.
—No importa, yo se los… —pero volvió a callar, clavando la vista en ese mismo punto del público.
El equipo morado se retiró.
—¡El equipo rojo es el ganador! —anunció la profesora.
¡Plas, Plas, Plas!
"Así concluimos el evento. Agradecemos su presencia, favor de retirarse en orden".
El equipo de Rose se marchó sin ella, con rostros serios.
—Rose —la llamó la profesora Marisol.
—Dígame, profesora.
—Noté que no diste nada de dinero. Pensé que serías de las que más aportarían.
—La idea era no pasar de los trescientos mil, pero ellos insistieron.
—En realidad vale la pena. El consejo estudiantil es invitado a eventos privados, tienen ventajas… incluso recuperan gran parte del dinero, si no es que más.
—Aun así, la escuela se queda con una gran parte. Usted y yo sabemos cómo son los negocios. Era más conveniente usarlo después, sin alguien que controlara nuestro presupuesto.
—Sí… pero de otra forma no habrían ganado. A veces hay que arriesgar.
—Ya no importa, ellos ya gastaron. El mío podrá usarse después.
Marisol sonrió—. Eres muy inteligente, Rose. Espero verte como presidenta.
Se dio media vuelta y se marchó, dejando a Rose con la mirada fija en la puerta por la que había salido Mabel, preguntándose quién había sido esa persona en el público capaz de silenciarla en un instante.
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Lyn 🥀
