NovelToon NovelToon
Permitir Acceso.

Permitir Acceso.

Status: En proceso
Genre:Terror / Aventura / Viaje a un juego / Supersistema / Mitos y leyendas / Juegos y desafíos
Popularitas:522
Nilai: 5
nombre de autor: Ezequiel Gil

Permitir acceso.
Un juego perdido. Una leyenda urbana.
Pero cuando Franco - o Leo, para los amigos - logra iniciarlo, las reglas cambian.
Cada nivel exige más: micrófono, cámara, control.
Y cuanto más real se vuelve el juego...
más difícil es salir.

NovelToon tiene autorización de Ezequiel Gil para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 9: Silencio.

El nivel 7 no tenía música.

Tampoco tenía menú de carga, ni cartel de bienvenida, ni texto. Solo aparecías ahí, en el margen de un barrio abandonado, de pie, en el borde de una calle sin nombre, sin inventario, sin habilidades. El personaje, quieto. La pantalla, estática. El ambiente… incómodo.

Lucas lo notó enseguida.

—¿No se habrá colgado? —preguntó.

Moví el mouse. La respuesta fue instantánea: el personaje caminó, lento, como si le pesaran los píxeles. No, no estaba colgado. Solo… callado. Más que los demás.

El silencio era denso. Y no se sentía vacío, sino lleno. Como si el juego ocultara algo, como si respirara desde el fondo del código.

Solo se escuchaban los pasos.

Nuestros pasos.

Uno detrás del otro, cada pisada con un eco seco, irregular.

Probamos todo: caminar, inspeccionar, tocar objetos, presionar teclas. No había enemigos. No había diálogos. Solo un vecindario fantasma, de casas pixeladas con ventanas negras y puertas que no abrían a ningún lado.

Volvimos a Reddit.

Nada claro.

“¿Se puede pasar el nivel 7?”

“Ayuda urgente, llevo tres días atrapado.”

“La atmósfera está mal hecha a propósito.”

Hasta que uno, un tal ReflexZero, comentó:

“Prueben cambiar la resolución del juego. Ultra-wide. Lo digo en serio.”

Probamos.

Y el juego se expandió.

Literalmente.

Con la nueva resolución, la pantalla mostraba más terreno lateral.

Y ahí, en el borde izquierdo, donde antes no se veía nada, apareció un arco caído cubierto de maleza.

Pasamos por debajo.

Y entonces, algo cambió.

Primero, el sonido.

Un resoplido leve, apenas un hilo de aire.

Después, un ritmo apagado.

Lento. Sordo. Como un corazón latiendo bajo el agua.

—¿Escuchás eso? —preguntó Lucas.

Asentí. No quería hablar.

La atmósfera era asfixiante. El sonido crecía a medida que avanzábamos. Si retrocedíamos, desaparecía. Era como si estuviéramos siendo guiados, o peor: arrastrados.

Me dirigí un poco hacia el oeste.

Cuanto más me alejaba, más raro era todo.

Los pasos cambiaban de timbre. A veces no hacían ruido. Otras, sonaban con eco.

Hasta que escuché algo más.

Una voz.

No se entendía lo que decía. Era como una frase al revés, repetida una y otra vez. Apenas un susurro, pero uno que parecía pegado al hueso.

Y entonces, otra voz.

Aguda. Familiar.

Parecía la mia.

Y una tercera, aguda, apenas audible.

Era… la de Lucas.

Me quité un auricular.

Los tenía bajísimos. Casi sin volumen.

No había forma de que sonara tan fuerte.

—¿Dijiste algo?—pregunte, con el corazón que me latía sin control.

El nego con la cabeza y el celo fruncido.

Cambie de rumbo. En la base de una colina Lucas señaló una escalinata que descendía entre edificios derruidos.

—Vamos por ahí.

Bajamos.

El ambiente se oscureció.

Tuvimos que subir el brillo del monitor al máximo.

El personaje, apenas visible, caminaba entre postes doblados, paredes agrietadas y árboles sin textura.

Y ahí, al fondo, vimos una casa.

Entera. Limpia.

No encajaba con el resto.

Era pequeña, de ladrillos pixelados, con techo de chapa.

En la puerta había un cartel ilegible.

Nos acercamos.

—Che… ¿esto no se parece a coso? —pregunté.

Lucas tardó en responder.

—¿El supermercado del Pato?

—Sí.

Entramos.

Y era idéntico.

Los estantes, las baldosas, el mostrador, el cartel de “fiambres” torcido. Incluso había una heladera sin puerta, como la que el viejo Pato había tenido años atrás. Solo que en esa versión de aldea, de juego retro.

Y en el piso, un NPC tirado.

Un cuerpo. Sin animación. Boca abajo.

Vestía como un cajero. No se podía interactuar con él.

—¿Y ahora? —preguntó Lucas.

Revisé los archivos.

Nada.

Ese NPC no tenía rutinas, ni eventos, ni colisión.

Solo estaba ahí. Muerto. Como si siempre hubiera sido parte del fondo.

Salimos.

Exploramos cada esquina del mapa. Probamos todos los objetos. Golpeamos paredes. Presionamos teclas al azar. No pasó nada.

Fuimos a Reddit otra vez.

Había cientos de publicaciones.

“Logré pasar el nivel 7 (no clickbait)”

“Secreto oculto a las 3 AM”

“Cómo salir del nivel 7 en 5 pasos”

Pero todos eran falsos. Videos editados, montajes, teorías delirantes.

Nadie tenía una solución real.

Pasaron tres días así.

Lucas venía menos. A veces miraba un rato, probaba alguna teoría, se frustraba y se iba.

Hasta que una tarde, después de probar un glitch con las texturas, se quedó sentado al borde de la cama. Miró la pantalla un rato en silencio.

—Ya fue —dijo.

—¿Qué cosa?

—El juego. Me emboló. No se puede pasar.

—Pero si le damos otra chance...

—Vos seguí si querés. Si alguien lo pasa de verdad, me avisás. Lo jugamos juntos.

—Bueno, dale.

Y se fue.

Apagué la luz. Dejé solo la notebook encendida.

Abrí el juego.

Nivel 7. Otra vez.

Recorrí el mapa completo.

Fui al supermercado.

Nada había cambiado.

Pero al volver… la vi.

Una silueta, delgada, lejana, al fondo del escenario.

Inmóvil. Sin rostro. Sin detalles.

Apenas un contorno blanco entre la niebla oscura.

Me quedé quieto.

No me moví.

Esperé.

Y en un parpadeo… desapareció.

No me asusté.

O eso me repetí.

Solo cerré la notebook.

Pero el silencio siguió ahí.

Más fuerte que cualquier sonido.

Me acosté.

Y antes de dormirme, pensé:

Éste juego no me va a ganar.

1
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play