Destino

Mientras viajaban en el automóvil, Ana llamó a una agencia de viajes y proporcionó la dirección correspondiente. Al llegar a casa, Alana agradeció sinceramente la ayuda que les ofrecieron para cargar las pertenencias en el camión. Pedro ofreció su ayuda y tambien así, para guiar a las personas del camión de viaje. Alana, por su parte, ayudó rápidamente a su madre, puesto que debía ir a trabajar.

Ya eran las 3:50 de la tarde y Alana debía presentarse en su empleo. Ana se quedó organizando las últimas cosas, mientras Pedro llevó a Alana al restaurante y luego regresó para ayudar a Ana. Alana expresó su más profundo agradecimiento por toda la asistencia recibida, de parte de pedro.

Posteriormente, Alana inicia su jornada laboral. Hoy fue un día bastante tranquilo; Martín no se presentó en el restaurante y eso no fue un inconveniente, ya que ella no deseaba volver a verlo. Ana finalizó el proceso de mudanza y decidió escribir una nota para Juan.

Nota: No comprendo por qué actúas de esta manera. Creía que era suficiente con habernos dejado solas durante tantos años. Pensé que te conocía, pero ahora me doy cuenta de que nunca les importamos. Aquí te dejo las llaves de tu casa y esperamos no volverte a ver.

Te pedimos encarecidamente que no vuelvas a aparecer en nuestras vidas. Mi hija no merece seguir sufriendo debido a tu presencia. Ha tenido que afrontar suficiente tiempo sin ti, y ahora no tenemos nada más que compartir. Deseamos que encuentres la felicidad que buscas.

Al finalizar la carta, solicitó a la vecina que, por favor, se la entregara a Juan. Se despidió con un abrazo y se marchó.

Al llegar a su nuevo hogar, Pedro y algunos vecinos la ayudaron a descargar todas sus pertenencias. Ella les agradeció sinceramente por el apoyo brindado durante ese día.

Por otro lado, Alana solicitó a su jefe el día libre para mañana, con el fin de ayudar a su madre a organizar su nueva casa. Máximo accedió a su petición, entendiendo la situación que estaba atravesando.

Eran las 11 de la noche cuando Alana salió del restaurante y llamó a Pedro, quien la fue a recoger. Al llegar a casa, trajo la cena y le sugirió a su madre que descansaran, asegurándole que mañana se encargarían de organizar las cosas. Tras cenar, ambas se retiraron a descansar.

Al día siguiente, se levantaron a las 7 de la mañana. Alana se encargó de preparar el desayuno y, posteriormente, comenzaron a organizar la casa. Aproximadamente a las 9 de la mañana, sonó el timbre. Alana abrió la puerta y se encontró con Pedro, Olga y sus dos hijas, Olivia, de 18 años, y Paulina, de 16.

Olga les dio los buenos días y comentó: Hemos venido a ofrecer nuestra ayuda con sus cosas, si no es molestia. Aprovecho también para presentarles a mis hijas, Olivia y Paulina.

Alana respondió: No es ninguna molestia, por favor, pasen. Mucho gusto en conocerlas, soy Alana, y ella es mi mamá, Ana.

Ana: Un placer conocerlas, princesas.

Olga, Agradezco sinceramente su ofrecimiento de ayuda, muchas gracias.

Olga: Como ya te mencioné, estoy aquí para lo que necesiten.

Más tarde, todos comenzaron a organizarse. Alana y las demás chicas se llevaron muy bien. Olivia le preguntó a Alana cuántos años tenía, a lo que ella respondió que tenía 18 años. ¿De verdad? Yo también tengo esa edad, comentó Olivia. Y aún no trabajo.

Alana: A mí me toca y me gusta, además estudio en la universidad. ¿Y tú?

Olivia: Actualmente estoy cursando la carrera de Administración de Empresas en la universidad. ¿Y tú, qué estás estudiando?

Alana: Parece que estamos en sintonía, ya que también me he inscrito en la carrera de Administración. Además, me gustaría estudiar idiomas, pero primero finalizaré mi carrera, ya que por motivos laborales no puedo con ambas cosas. ¿Cuántos años tienes, Paulina?

Paulina: Tengo 16 años y estoy a punto de finalizar la preparatoria.

Olivia: Me encantaría ser tu amiga, Alana.

Alana: Entonces, ¡seamos amigas!

Olivia, en un gesto sincero, abraza a Alana. Paulina, con entusiasmo, expresa su deseo de ser también su amiga, sin importar la diferencia de edad. Alana sonríe y confirma: Por supuesto, seamos amigas. A continuación, continúan organizando sus actividades.

Hoy se entregaban los resultados de la prueba de ADN de Alana. Martín se encontraba en su oficina, revisando algunos documentos, cuando Alex llegó con los resultados. Martín abrió el sobre y, al leerlo, exclamó: Es la legítima hija de Juan.

Alex, con preocupación, le advierte: Amigo, piénsalo bien antes de actuar. Martín, con determinación, responde: Ese hombre me debe una considerable suma de dinero.

Esta dispuesto a entregarme a su hija con el fin de eludir el pago que me corresponde; amigo, soy consciente de lo que estás pensando, pero también sabes que necesito encontrar una mujer para casarme. Ella permanecerá en casa, no le haré daño. De hecho, para que te sientas más tranquilo, no la tocaré; simplemente la tendré en casa y saldrá cuando necesite acompañarme a visitar a mis padres.

Alex: Ella está de acuerdo con esto.

Martín: Eso no es mi problema; es cuestión de su padre, quien ha gestionado este trato.

Alex mostró una expresión que parecía advertirle a Martín que tuviera precaución antes de despedirse. Posteriormente, Martín hizo una llamada a Juan.

Martín: 📲 ¿Puedes venir a mi oficina en una hora?

Juan: 📲 Por supuesto, yo llegó puntualmente en ese tiempo.

Una vez que colgó, Juan reflexionó: Ya he recibido los resultados, podré saldar esa deuda y contar con más recursos para avanzar.

Se levantó rápidamente y se apresuró hacia la oficina. Exactamente, una hora después, llegó a las instalaciones de Martín, donde lo hicieron pasar y tomó asiento a la espera de su llegada, ya que Martín había salido momentáneamente.

En cinco minutos, Martín llegó y, al entrar, comentó: Qué buena puntualidad la tuya, Juan. Juan se levantó y le estrechó la mano. Martín comenzó a hablar: He recibido los resultados y está claro: sí, es tu hija. Ahora, cuéntame, Juan, ¿sigues considerando la idea de entregarme a tu hija para saldar la deuda y obtener algo más? Te recuerdo que después de firmar no hay vuelta atrás. Juan respondió: Mi propuesta sigue en pie. Está bien, dijo Martín, mientras sacaba unos documentos. Necesito que la traigas hoy mismo. Juan contestó: No hay problema.

Martín observó a Juan firmar los documentos y le expresó: ¿No te preocupa lo que pueda sucederle a tu hija? Tal vez no me sirva y termine con ella.

Juan, levantando la mirada, respondió: ¿La matarás?

Martín contestó: Si no me sirve, tendré que hacerlo.

Juan, pensativo durante unos minutos, manifestó: Ya he completado todos los trámites; no puedo hacer nada más. Solo espero que ella se comporte bien contigo para que no corra el riesgo de morir.

Martín afirmó: Quiero que la traigas aquí hoy mismo, a más tardar a las 7 de la noche. Así será, respondió Juan.