Elysia renace en un mundo mágico, su misión personal es salvar a su hermano...
NovelToon tiene autorización de LunaDeMandala para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Golpe
Semanas después, Elysia se enteró por boca de uno de los administradores que Ernesto había decidido vender la antigua casa de campo que sus padres les habían dejado. Una propiedad pequeña, pero llena de recuerdos, un pedazo de herencia que aún los mantenía unidos a sus raíces. Y todo, para encargar un diamante a un joyero extranjero. Un regalo para Clariet.
La rabia y la desesperación se mezclaron en el pecho de Elysia. No podía permitirlo. Esa casa era lo único que les quedaba de sus padres, y Ernesto estaba dispuesto a malgastarla en un amor envenenado.
Lo enfrentó esa misma tarde, en la sala principal. Ernesto estaba de buen humor, hojeando catálogos de joyas, cuando ella entró con paso firme.
—¿Es cierto lo que dicen? —su voz temblaba, pero no de miedo, sino de furia contenida—. ¿Vas a vender la casa de nuestros padres para comprarle un diamante a Clariet?
Ernesto levantó la mirada, incómodo. —Elysia, no entiendes. Es una inversión en mi futuro. Cuando Clariet sea mi esposa, todo habrá valido la pena.
—¿Inversión? —ella rió con amargura—. ¡Le das tu vida entera y ella se burla de ti a tus espaldas! ¡Eres tan ciego que no ves que te está usando!
Las palabras lo hirieron más que cualquier golpe. Ernesto se levantó de un salto, los ojos rojos de ira.
- ¡si realmente te quisiera no necesitaría regalos costosos!
- Callate hermana…
- ¡Clariet es una interesada que te dejará en la ruina!
—¡No hables así de ella! —rugió, y en un arrebato, levantó la mano y la golpeó en el rostro.
Elysia cayó hacia atrás, sorprendida más por el acto que por el dolor. Llevó una mano a su mejilla ardiente, con lágrimas luchando por salir. Lo miró desde el suelo, incrédula.
—¿De verdad llegaste a esto, hermano? —susurró, con la voz rota—. ¿Golpearme… por defenderte de la mujer que te arrastrará a la ruina?
Ernesto respiraba agitado, con los puños aún tensos, pero en sus ojos había un destello de arrepentimiento que no alcanzaba a convertirse en disculpa. Él eligió mirar hacia otro lado, hundido en su obsesión.
Elysia se puso de pie lentamente, con la dignidad intacta pese al golpe. En ese momento comprendió que salvarlo sería aún más difícil de lo que había imaginado. Porque ya no luchaba solo contra Clariet y los futuros prestamistas, sino contra la propia ceguera de Ernesto.
Cuando Hans apareció al amanecer, como siempre, notó enseguida lo distinto. Elysia tenía el cabello suelto, intentando cubrir la hinchazón en su mejilla, pero la piel enrojecida no podía ocultarse del todo bajo la tenue luz.
Se inclinó hacia ella, con una calma tan peligrosa que helaba el aire.
—¿Quién fue? —preguntó, sin rodeos.
Elysia apartó la mirada, apretando los labios. —No es importante.
Hans rió por lo bajo, una risa seca, sin humor. —Chiquilla… conmigo no. ¿Quién te puso la mano encima?
—No quiero hablar de eso. —Su voz era firme, aunque temblaba por dentro.
Hans se levantó de la silla de golpe, caminando por la habitación como una fiera enjaulada. Sus ojos, fríos como acero, brillaban de rabia contenida.
—Fue tu hermano. —No lo dijo como una pregunta, sino como una certeza.
Elysia abrió la boca para negarlo, pero la mirada de Hans la atravesó. No tenía caso mentir.
Él se acercó de nuevo, inclinándose hacia ella, su voz baja y peligrosa:
—Escúchame bien. Nadie, ni siquiera tu sangre, tiene derecho a tocarte así. —Se enderezó, con los puños cerrados—. Me encargaré de él.
Elysia lo miró horrorizada, sacudiendo la cabeza. —¡No! Hans, no puedes… es mi hermano.
Hans ladeó la cabeza, esa sonrisa fría apareciendo en sus labios. —Justamente por eso no lo mataré. —Su tono era gélido—. Pero aprenderá que ni Clariet, ni los prestamistas, ni sus delirios valen más que la hermana que ya lo está salvando en silencio.
Ella sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. No sabía si Hans hablaba de darle una lección… o de quebrar a Ernesto hasta que nunca más se atreviera a alzarle la mano.
Elysia lo detuvo con una súplica desesperada: —Hans, por favor. Déjame a mí. Él es mi cruz, no la tuya.
Pero Hans ya había tomado su decisión. Y cuando Hans tomaba una decisión, el
mundo entero solía inclinarse a su voluntad.
Hans desde que le declaró sus sentimientos lo hizo con hechos y no con palabras, pero también entiendo un poco a Elysia, ella necesita que él le confirme su amor de viva voz🤔