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La Flor Del Imperio Raíces De Obediencia

La Flor Del Imperio Raíces De Obediencia

Status: Terminada
Genre:Yaoi / Posesivo / Dominación / Amor-odio / Enfermizo / Completas
Popularitas:4.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Anonymous (S.D)

Lo llamaban la flor del imperio. Tan perfecto, tan puro, tan irremediablemente suyo.

No era libre. No lo había sido desde que sus ojos cruzaron con los del emperador. Él lo llamo "La Flor del Imperio" y desde entonces no volvió a caminar solo.

Rodeado de lujos, pero encadenado al deseo de un hombre que confundía amor con poder, belleza con pertenencia.

—Eres mío— susurró —. Mi flor. Mi único tesoro y nadie roba lo que es del Emperador.

NovelToon tiene autorización de Anonymous (S.D) para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Corte de Sangre y Seda

Eirian

Desperté con el murmullo del viento contra la torre.

Por un instante, el silencio fue tan absoluto que me creí muerto. Pero no. Ahí estaba el frío. El peso del aire. Las sábanas que olían a lavanda… y a encierro.

Me incorporé. Mi cuerpo dolía en lugares que no recordaba haber usado. La espalda era un campo de tensión. Las muñecas, cicatrices vivas. Pero estaba de vuelta.

La torre me recibió igual que antes, como si nada hubiera cambiado. Pero todo había cambiado. Yo había cambiado.

Me acerqué al escritorio. Los libros seguían en su lugar. Las flores, marchitas. Un sirviente debió dejar agua y frutas frescas mientras dormía. Ya no me encerraban con candado, pero tampoco me daban libertad.

Como si lo supieran.

Como si supieran que ya no tenía a dónde correr.

Pasé la mañana en silencio. Observando la torre desde la ventana. El jardín donde Nerian me hablaba de cosas simples. Los cielos que ahora parecían más lejos.

Entonces llegó el vestido.

Una tela negra con bordes plateados. Ceñido. Elegante. De duelo y de poder. Un mensaje.

“Te vestirás con tus mejores espinas.”

Me lo puse sin protestar.

Al caer la noche, dos guardias me escoltaron por los corredores, siempre en silencio. El palacio estaba más iluminado que nunca. Candelabros, espejos, mármoles relucientes. Todo resplandecía… como si fuera una celebración.

Pero no había música.

Solo ecos.

Me llevaron al salón del trono. Estaba vacío, salvo por él.

El emperador.

Sentado en lo alto. Rodeado de sombras. Vestido con un manto oscuro que parecía beberse la luz. No llevaba corona. No la necesitaba.

—Eirian —dijo, sin sonrisa.

Hice una reverencia breve.

No me habló durante largos segundos. Solo me miró. Evaluándome. Como si quisiera encontrar la grieta exacta por donde romperme.

—Has florecido —murmuró por fin—. Justo como predije.

Bajó del trono y caminó hacia mí.

No me aparté.

Él alzó la mano, pero esta vez no fue para golpearme ni sujetarme. Fue para acariciar mi mejilla. Su tacto fue tan suave que dolió más que cualquier bofetada.

—¿Aún me odias?

—Sí —respondí, sin dudar.

Él sonrió. Como si le hubiera confesado amor.

—Perfecto —susurró.

Y me tomó de la mano.

No forcejeé. No corrí. Lo seguí, como un prisionero que ha dejado de creer en la fuga.

Me llevó a sus aposentos.

No eran lo que esperaba. Nada dorado, ni ostentoso. Paredes oscuras, con tapices que representaban guerras antiguas. Una chimenea encendida. Un lecho amplio cubierto de terciopelo negro.

—Desvístete —ordenó.

Mis dedos temblaron mientras deshacía los nudos del vestido. No por pudor. Sino por lo que venía. Por lo que sabía que vendría.

Él me miraba como si me deshojara con la mirada. Como si cada prenda que caía fuera una capa menos de defensa.

Cuando estuve desnudo, se acercó.

Sus manos eran firmes. Sus labios, crueles. No hubo ternura. Solo posesión.

Me acostó sobre las sábanas como se acomoda una reliquia, una ofrenda. Y entonces empezó.

El dolor fue lento. Meticuloso.

Sus uñas dejaron marcas. Sus dientes, huellas. No buscaba placer, sino control. Una sumisión que no le di con palabras, pero que le entregué con el cuerpo.

No lloré.

No grité.

Solo dejé que mi mente volara lejos, a otro lugar. A la voz de Nerian. A su risa. A la promesa que no pudo cumplir.

Cuando todo terminó, él se recostó a mi lado. Me envolvió con un brazo, como si fuéramos amantes exhaustos.

—Eres perfecto cuando dueles —murmuró contra mi cuello.

No respondí.

No cerré los ojos.

Miré el techo durante horas, con la espalda ardiendo, con el corazón convertido en cristal agrietado.

Y en ese silencio, una única certeza me mantuvo vivo:

Algún día, él sabría lo que era romperse.

Y yo estaría ahí para verlo.

El amanecer llegó sin color.

El cielo estaba gris, como si el sol también se negara a presenciar lo que yo me había convertido. Desperté sobre sábanas teñidas de rojo. Mi cuerpo era una colección de latidos rotos. Cada músculo dolía. Cada respiración era un eco de la noche anterior.

Intenté incorporarme y el mundo se tambaleó.

—Ah… —el gemido se me escapó entre dientes. Mordí mi labio hasta hacerlo sangrar, para no gritar.

Pero no bastó.

Cuando intenté ponerme de pie, un ardor agudo recorrió mi espalda y caí de rodillas con un alarido.

—¡AHH! —el grito se estrelló contra las paredes. Vacío. Sincero. Desgarrador.

Las puertas se abrieron de golpe. Dos sirvientes entraron, seguidos de una doncella de rostro pálido. Nadie dijo nada. Uno de ellos desvió la mirada al ver los restos en la cama. Otro tragó saliva con fuerza.

—El emperador ha ordenado que te prepares para la corte —dijo la mujer, sin emoción.

Me observó. Vio las marcas. La sangre seca. El temblor en mis piernas.

—¿Puedes caminar?

—Sí —mentí.

Intenté levantarme. Mis piernas no me respondieron del todo, pero logré sostenerme contra el poste del lecho. Mis uñas se clavaron en la madera. No pedí ayuda. No la aceptaría.

No frente a ellos. No frente a nadie.

Me bañaron con agua helada. Cada herida protestó. Cada roce fue un tormento. No grité, pero lloré en silencio. Lágrimas finas. Involuntarias. Que ardían más que el agua.

Me vistieron con un nuevo atuendo: una túnica larga, azul profundo, con bordes plateados. Liviana. Elegante. Y en el centro del pecho, bordado en hilo carmesí, una flor de cinco pétalos… con espinas.

Una burla. Una declaración.

Al salir de la habitación, mis pasos eran cortos, tensos. Caminaba como quien ha sobrevivido a una batalla que nadie verá.

El salón imperial estaba lleno.

Damas, nobles, soldados, embajadores de tierras lejanas. Todos esperaban con murmullos y abanicos temblorosos. El trono, elevado, aún vacío. Pero todos sabían lo que se anunciaría hoy.

Una nueva emperatriz.

Un nuevo espectáculo.

Las puertas se abrieron con solemnidad, y mi nombre fue pronunciado con voz firme por un heraldo:

—¡Eirian de la Torre, flor del Imperio!

El silencio se hizo.

Entré.

Los pasos dolían. El suelo de mármol era frío bajo mis pies. Cada paso era una cicatriz que se abría, pero avancé, sin mirar a nadie. Solo al frente.

Podía sentir sus ojos clavándose en mí. Murmullos. Gritos ahogados. Algunas risas discretas. Algunos jadeos de escándalo.

Mis labios estaban pintados con un leve carmesí. El cabello suelto, cayendo como seda negra sobre los hombros. Hermoso. Mortal.

Como él quería.

El emperador me esperaba junto al trono. De pie. Su rostro era de mármol. Ni una mueca. Ni una emoción.

—Has llegado tarde, mi flor —dijo en voz baja, cuando me detuve a su lado.

—Estaba recogiendo los restos de mi dignidad —respondí sin mirarlo.

Él sonrió. Apenas.

Se giró hacia los presentes y levantó las manos.

—¡Hoy el Imperio se renueva! —anunció—. Hoy, ante la mirada de ustedes, consagro una verdad: las flores no son solo decoración. Pueden florecer entre espinas. Sobre sangre. Contra el hierro.

Me tomó de la mano.

—Hoy, presento ante ustedes a Eirian, quien a partir de este día será conocido no como prisionero, ni como flor, ni como regalo… sino como mi consorte oficial.

Hubo un murmullo brutal. Asombro. Desacuerdo. Voces elevándose en protesta.

—¡Eso es impensable! —gritó un noble del sur.

—¡No tiene título! ¡No tiene linaje! —vociferó una dama de la casa Virelion.

—¡Es un juego, un insulto a la corona! —gritó otro embajador, rojo de furia.

El emperador no pareció molesto.

Solo alzó una ceja.

—¿Alguien más desea gritar antes de que los haga callar… definitivamente?

El silencio se hizo. Como un sudario.

Él volvió a mirarme. Me tomó del mentón, como si aún estuviéramos en sus aposentos.

—Sonríe, Eirian —susurró—. Este es tu gran día.

—No soy un adorno —respondí, firme.

—No. Eres mi obra maestra.

Me soltó y giró hacia la corte.

—A partir de hoy, él estará a mi lado. En mis decisiones. En mi mesa. En mi cama.

Sus palabras fueron cuchillas. Lo dijo para que todos supieran. Para que todos entendieran quién mandaba. Para que yo nunca olvidara.

Y sin embargo… mientras los rostros se llenaban de horror y murmuraban como enjambres, sentí algo diferente dentro de mí.

No vergüenza. No miedo.

Furia.

Estaba plantado allí, ante todos, convertido en trofeo.

Pero un trofeo con garras.

Un arma con forma de flor.

Mi mirada se cruzó con la del emperador.

—¿Y tú? —le pregunté en voz apenas audible—. ¿Estás listo para acostarte con algo que sangra?

Él solo sonrió.

—Ya lo hice —susurró.

Y entonces, me besó frente a todos.

Un beso que no era amor. Era dominio.

Pero yo lo devolví.

Y en ese beso, escondí mi espina más afilada.

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La fantasma sin rostro
El final del protagonista no me gustó, pero siento que si es un final que el decidió ya que el en si mismo ya no poseia voz y esto es como revelarse ante el emperador
Anonymous: Exacto 👌.
total 1 replies
La fantasma sin rostro
🥰
Yendi Jaramillo Avila
Excelente
🌌Itza-san🏳️‍🌈💞🍙🍡☯️
Estoy llorando en este momento 😭
♓️Izabell🍀
yo también por favor 🙏.💔
Flor Romero
la novela no ha sido bonita es cruel y poco creíble, no hay quien resista tanto
Candelaria Melian Garcia
pues me encantaría una segunda parte y sobre todo si la reencarna ya que se merece ser feliz y que el niño ponga en su lugar al emperador gracias por la novela /Heart/
Mily \♥️/
Muy lindoo, aunque llore mientras lo leía, me dejó con una sensación pero aún espero que el hijo se vengeee, ese emperador merecee todo tipo de venganza 😭😡
Mily \♥️/
yo estoy de acuerdo!!! quieroo venganzaaaa 💔😡
Mily \♥️/
😭😭😭😭
Mily \♥️/
aaaaaa 😭😭💔
Guisela Yupanqui Ramirez
a mí igual ae que reencarne y se vengue
Julii ♥️
Si por favor
Julii ♥️
Estas bien demente ya mandenlo a dormir
Angelica Gil
porfabor aslo telo pido 😭
nairoby rodriguez
pues a mí me parece muy bien si haces la segunda temporada..
nairoby rodriguez: la espero con ansias
total 1 replies
Angelica Gil
😐😐 Nooo como que murió yo tenia la fe que ocuriria que rencarnara o que el árbol fuera mágico y lo tegresara a la vida y el pudiera alfin ser libre y feliz
🌌Itza-san🏳️‍🌈💞🍙🍡☯️: Totalmente de acuerdo, el maldito lo merece.
Mily \♥️/: yoo quiero que el hijo se vengeee😡😡 lo vengeeeee
total 3 replies
Julii ♥️
Bienvenido a tu jaula de oro
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