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"Rey Maldito"

"Rey Maldito"

Status: En proceso
Genre:Jujutsu Kaisen
Popularitas:944
Nilai: 5
nombre de autor: Vic82728

Morí sin ruido,
sin gloria,
sin despedida.

Y cuando abrí los ojos…
ya no eran míos.

Ahora respiro con un corazón ajeno,
camino con la piel del demonio,
y cargo el nombre que el mundo teme susurrar:
Ryomen Sukuna.

Fui humano.
Ahora soy maldición.
Y mientras el poder ruge dentro de mí como un fuego indomable,
me pregunto:
¿será esta mi condena…
o mi segunda oportunidad?

NovelToon tiene autorización de Vic82728 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 8: El Ojo del Infinito

Escena 1: El desafío de Gojo

Victor se encontraba en medio de un campo desolado, lejos del Instituto, rodeado por talismanes y barreras. Frente a él, Gojo Satoru ajustaba su venda con una sonrisa demasiado relajada.

—Listo, niño maldito —dijo, con un tono burlón—. Hoy te enseñaré dos cosas: a sobrevivir… y a no depender de Sukuna.

Victor tragó saliva. Sabía lo que significaba eso: dolor.

Y mucho.

—¿Y qué pasa si lo uso? —preguntó, serio.

Gojo sonrió más.

—Entonces me divertiré aplastándote.

Sin aviso, Gojo desapareció de la vista. Victor apenas pudo girar cuando una onda de energía lo arrojó varios metros.

—¡Increíble! —gritó Satoru, caminando lentamente—. ¡Incluso sin invocar a Sukuna, puedes soportar eso! Pero no es suficiente.

Victor se levantó, tosiendo. La energía maldita vibraba en su cuerpo, pero no quería usarla… aún no.

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Escena 2: Despertar sin Maldición

Durante horas, Gojo lo presionó. Lo atacó con velocidad, ilusiones, proyecciones de energía… sin tregua.

Victor no podía mantenerse en pie. Sangraba, sus músculos gritaban por descanso.

—¿Ya te vas a rendir? —preguntó Gojo—. ¿O le vas a ceder el cuerpo a Sukuna como un cobarde?

Victor tembló… pero cerró los ojos. Buscó dentro de sí.

Recordó el Incidente de Shibuya. El horror. El niño que salvó. El rostro de su yo anterior, muerto en un paso de peatones.

Y algo dentro de él… estalló.

Abrió los ojos, brillando con una nueva energía. No era energía maldita de Sukuna. Era su propia energía.

—No soy él… —susurró Victor, levantándose—. Pero usaré lo que tengo… para evitar que vuelva a suceder.

Con un grito, lanzó una ráfaga de energía maldita. No como las de Sukuna. Esta era inestable, cruda, suya.

Gojo la bloqueó con facilidad, pero sonrió con genuina satisfacción.

—Ahora sí estás listo para aprender.

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Escena 3: Dentro del espejo

Esa noche, Victor meditó. Entró a su mundo interior.

Allí estaba Sukuna, de brazos cruzados, mirándolo como si fuera una cucaracha interesante.

—No fue tan malo —murmuró—. Por primera vez, me diste curiosidad.

—No vine a complacerte.

—No. Pero empezaste a dejar de temerme. Eso es nuevo.

Victor lo observó fijamente.

—Yo no quiero tu poder. Pero no voy a negarlo. Está en mí. Y lo usaré… sin convertirme en ti.

Sukuna rio, su carcajada resonando como truenos en las cavernas de su mundo mental.

—Tú crees que puedes controlar el fuego… sin quemarte.

—Prefiero arder que convertirme en otro asesino de inocentes.

Sukuna no respondió. Por primera vez, se quedó en silencio.

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Escena 4: Nuevas amenazas

Mientras tanto, en el Instituto, Yaga y Utahime revisaban los informes de actividad maldita.

—Hay una anomalía en el oeste —dijo Utahime—. Una serie de asesinatos con patrones malditos… pero ninguno coincide con Sukuna ni Mahito.

—¿Y qué tipo de energía es? —preguntó Yaga.

Utahime mostró el reporte. En el papel maldito, un nombre emergía lentamente, como grabado con sangre.

“Himiko”

Yaga se levantó de golpe.

—Esa maldición no debería existir.

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Escena 5: Gojo y la revelación

De regreso en el campo de entrenamiento, Gojo se sentó junto a Victor, ambos exhaustos.

—¿Qué pasará si no logras contener a Sukuna… en una guerra?

Victor bajó la mirada.

—No lo sé. Pero tengo que intentarlo.

Gojo se quedó en silencio, y luego dijo algo que Victor no esperaba.

—Tal vez… por primera vez, Sukuna no es el verdadero monstruo en la historia.

Victor lo miró, confundido.

Gojo se puso de pie.

—Kenjaku no solo quiere desatar el caos. Quiere cambiar el tejido de la realidad. Y tú, con Sukuna dentro, eres la llave. O el sello.

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Final del Capítulo 8

Victor duerme profundamente. Pero su descanso es breve.

Una sombra se alza fuera de las barreras del Instituto.

Una figura femenina, de cabello largo, ojos vacíos y sonrisa sangrienta… observa desde la colina.

—Te encontré, rey de las maldiciones.

La Maldición Himiko ha despertado.

Capítulo 8 (Parte 2): El Ojo del Infinito

Escena 6: Himiko, la Maldición Espejo

A varios kilómetros del Instituto Jujutsu, el aire se volvía denso. La presencia maldita de Himiko distorsionaba la realidad. Su cuerpo estaba compuesto de espejos rotos flotantes, reflejando rostros distorsionados y fragmentos de vidas perdidas.

—Te encontré, rey de las maldiciones —dijo con una voz aguda y reverberante—. No eres como eras antes… estás incompleto.

Desde lo alto de una torre abandonada, Himiko extendió su mano. Uno de los espejos flotantes comenzó a brillar, y en su superficie, la imagen de Victor dormido apareció.

—Despierta, pequeño monstruo… quiero ver si tu alma aún sabe matar.

La maldición desapareció, dejando atrás un rastro de reflejos quebrados y risas distorsionadas.

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Escena 7: Entrenamiento mental

En el interior del Instituto, Victor descansaba luego de su sesión con Gojo. Pero no durmió tranquilo.

Soñó… o quizás fue arrastrado.

Se encontraba en un templo de cristal. Su reflejo se multiplicaba en cientos de direcciones, cada uno mostrando un “él” diferente: uno riendo como Sukuna, otro llorando, otro destruyendo todo a su paso.

—¿Esto es… mi mente?

—No —respondió una voz—. Es lo que Himiko quiere que veas.

Frente a él apareció Toge Inumaki, quien estaba protegiendo su habitación con un talismán. Sus palabras eran breves, como siempre:

—“No hables.”

Victor comprendió. Si hablaba, Himiko lo encontraría dentro del sueño.

Pero fue tarde.

Uno de los espejos estalló… y de él salió Himiko.

—¡Al fin cara a cara! ¿Quién eres ahora, Sukuna? ¿Una sombra con alma? ¿Un niño jugando a ser villano?

Victor retrocedió, levantando su energía.

—¡Soy Victor! ¡Y tú no me conoces!

—Pero te mataré… como lo haría con él.

El combate onírico comenzó. Himiko lanzó fragmentos de espejo como cuchillas, cada una reflejando sus temores: el rostro del niño que murió en Shibuya, el dolor de su antigua vida, la sangre en sus manos…

Victor bloqueaba con energía maldita, pero el dolor emocional lo debilitaba.

Hasta que escuchó una voz:

—No huyas. Úsalo.

Era Sukuna. No en burla. Sino como si lo retara… a luchar como él.

Victor canalizó su maldición. Una versión imperfecta de “Desmantelar” atravesó los espejos. La sala estalló.

Himiko retrocedió con sorpresa.

—¡Tú… no eres él… pero tampoco eres tú!

—Soy los dos. Y eso me hace más fuerte que antes.

Victor lanzó una explosión de energía maldita pura, y con ello, despertó de golpe.

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Escena 8: Gojo entra en acción

Gojo entró en la habitación justo cuando Victor abrió los ojos.

—Sentí la perturbación. ¿Himiko?

—Entró en mis sueños… me atacó con reflejos de mi pasado.

Gojo se frotó la frente, molesto.

—Perfecto. Maldiciones tipo ilusión. Las odio. Bueno, cambio de planes. Reúne a Yuji, Maki, Megumi y Nobara. Vamos a cazarla.

—¿Y tú?

—Yo… iré a hablar con alguien que sabe más de Himiko de lo que quisiera admitir.

Gojo desapareció con su técnica de teletransporte. Su destino: el Tumba de los Antiguos Hechiceros, donde una de las fuentes del conocimiento maldito estaba sellada.

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Escena 9: Misión: Caza de Sombras

Victor, Yuji, Megumi, Nobara y Maki partieron hacia una zona rural donde Himiko había sido vista. La niebla cubría todo. El ambiente se sentía demasiado tranquilo.

—¿Alguna idea de cómo encontrarla? —preguntó Nobara.

—Reflejos —dijo Victor—. Ella ataca desde espejos, charcos, cristales. Todo lo que refleje.

Maki rompió su botella de agua.

—Entonces vamos a cegarnos.

La batalla no tardó.

Desde los cristales de una casa abandonada, Himiko emergió con gritos distorsionados. Atacó a Megumi primero, hiriéndolo en el hombro.

Yuji la golpeó, pero atravesó su cuerpo sin hacerle daño. Ella se dividía como el cristal.

Nobara preparó su martillo, pero las ilusiones la confundían.

Victor, concentrado, gritó:

—¡Todos cierren los ojos! ¡Confíen en su energía maldita! ¡No en su vista!

Guiado por instinto, Victor extendió su mano, canalizando el poder de Sukuna. No para destruir… sino para cortar la ilusión.

Un "Cortar" imperfecto cruzó el aire… y la verdadera Himiko gritó.

El cristal se rompió. Su cuerpo apareció al descubierto, vulnerable.

—¡Ahora! —gritó Maki.

Entre todos, la derrotaron. Pero no la destruyeron. Himiko se desvaneció con una sonrisa, diciendo:

—El espejo ya está abierto. Kenjaku… ya sabe que el alma de Sukuna ha cambiado.

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Escena 10: En la oscuridad, Kenjaku sonríe

Desde las profundidades de su guarida, Kenjaku observaba a través de un espejo flotante.

A su lado, Mahito reía.

—La Maldición está creciendo dentro de ese niño. Pero… tiene voluntad.

Un error de cálculo… delicioso.

Kenjaku sonrió.

—Déjalo crecer. Quiero que llegue lejos.

Así, cuando lo destruya… todos sabrán que ni siquiera el Rey de las Maldiciones puede escapar de mi plan.

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