dos vidas al borde del abismo, sus sentimientos y emociones se cruzan, sueños inalcanzables.
Sora un chico de 19 años que ha abandonado sus sueños y Mai una chica de 18 que no sabe como avanzar, a donde nos llevará su encuentro.
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capitulo 8: colores del alma
Sora se despidió de Emili, sintiendo que se metió en medio de una relación de amistad muy dura, Emili se alejo de él con una sonrisa muy débil, dejando a Sora sumido en sus pensamientos.
Mientras caminaba por el pueblo, Sora se preguntaba que podría estar pasando en la vida Mai. ¿Qué la había llevado a aislarse de sus amigos? ¿ que dolor o miedo la estaba consumiendo?
Decidió ir al supermercado donde trabaja Kaito, por que recordó que también allí estaba Mai
Pero al llegar al super vio que Kaito había faltado, solo estaba Mai, quien lo recibió como si nada hubiera pasado
Tenía un aura totalmente diferente a la de esa noche, era más habladora y sonriente, tanto así que asustaba un poco a Sora.
"Hola, Sora", dijo Mai, con una voz alegre.
"¿Qué te trae por aquí?"
Sora se encogió de Hombros. "Solo estaba buscando a Kaito. ¿Sabes si esta bien?"
Mai se rió. "Sí, esta bien. Solo se tomó un día libre. ¿Quieres que le de un mensaje por ti?"
Sora negó con la cabeza. "No, no es necesario. Solo quería hablar con el sobre... algo".
Mai lo miró con curiosidad, pero no insistió.
En su lugar, comenzó a charlar con Sora sobre temas triviales, como el clima y los últimos eventos en el pueblo.
Sora se sintió aliviado al ver que Mai parecía haber dejado atrás la oscuridad de la noche anterior. Sin embargo, no podía evitar preguntarse si está era la verdadera Mai o solo una máscara qué ella usaba para ocultar sus verdaderos sentimientos.
Mientras charlaban, Sora se dio cuenta de que Mai era una persona muy diferente cuando estaba en un entorno familiar. Era más relajada y divertida, y Sora se encontró disfrutando su compañía nuevamente.
De repente, Mai se detuvo y miró a Sora con una sonrisa. "Quieres hacer algo divertido el fin de semana?", preguntó.
Sora se exaltado un poco, "¿que tienes en mente?"
Mai pensó por un momento antes de responder. "¿Quieres ir a pasear conmigo?, podemos ir al parque y disfrutar del sol".
Sora sonrió, sintiendo que está podría ser una oportunidad para conocer mejor a Mai. "Me encantaría", dijo. "¿Cuando querías ir?"
Mai sonrió. "¿Qué tal el sábado? Podemos ir por la tarde y disfrutar del atardecer".
"Sí claro, el sábado, ¿te paso a buscar?".
"Dale, dale, te esperare en casa"
Sora se despidió de Mai con una sonrisa, sintiendo una sensación de emoción, poco disimulable. Mai también sonrió y se despidió con un gesto amistoso.
El resto del día, paso lento, el atardecer parecía detenerce sobre las montañas qué parecían prenderce fuego por el sol.
El pueblo estaba más tranquilo que nunca, sus pequeños arroyos corrían suavemente, y su sonido era tranquilidad para quienes lo escuchaban.
En los bordes del lago la gente caminando con amigos, familiares o sus mascotas, dio a Sora una foto en sus ojos.
Sora agarro un cuaderno un lápiz, comenzó a trazar líneas y garabatos en él, pronto iban tomando forma.
Sora estaba tan tranquilo, que cuando se dio cuenta ya había terminado un dibujo que lo dejó perplejo.
Busco un bastidor de esos pequeños unas acuarelas, y con un pincel empezó, primero el amarillo, lo merco con un marrón y un naranja para obtener el color del cielo.
Mientras pintaba observaba a las personas y las retrataba como pequeñas líneas a lo lejos, las casas que tomaban un ligero color salmón y los árboles qué se tornaban entre naranja rojizo y un bermellon, era lo que más le llamaba la atención.
Eri quien había visto a Sora subir las escaleras, pensaba que quizás se quedó dormido o que algo le había pasado.
Subió despacio por las escaleras, "¿que pasa?", le pregunta Yuka, "no es nada", le dice Eri.
Al llegar arriba camina despacio por el pasillo de madera qué rechinaban con cada pisada, pero Eri al ver que Sora no se percato siguió su camino.
Llega a la puerta y la empuja solo un poco para poder ver dentro de su avitacion, y allí estaba Sora.
En el pequeño balcón, con un bastidor apoyado en un atril, el parado totalmente concentrado, tanto que no se percato que su madre estaba parada adelante de la puerta.
Eri al ver tal escena se sorprendió un poco, luego inclina su cabeza más hacia la derecha y ahí lo pudo ver.
Sora había estado pintado por casi cuatro hora, Eri pone sus manos sobre su boca como en señal de sorpresa.
La emoción le gano y sus ojos comienzan a llorar, yá que la felicidad que le causó a ver a su hijo pintando de nuevo era algo inigualable para ella.
Los colores del cuadro la llenaron por completo, felicidad y entusiasmo la rodearon, hizo un paso hacia atrás luego otro y otro, hasta llegar a la puerta.
Eri cierra la puerta mientras ve a Sora entre ese pequeño espacio entre la pared y la puerta entre abierta.
Al cerrar la puerta Eri queda arrecostada a la misma, llorando de alegría, sabía que si su hijo estaba pintado era buena señal.
Se seco las lágrimas y baja a donde estaba yuka preparando café. El aroma hizo que Eri recordará viejos momentos.
Yuka al ver a Eri, noto que algo había ocurrido pero Sabía que era algo bueno, le da la taza de café a Eri y le dice, " toma, te lo dije o no te lo dije, mi nieto es fuerte"
"Si", dice Eri mientras cazaba la taza con ambas manos , una lagrima pequeña dejo caer por su mejilla, y la abuela Yuka, se hacerco a ella y la abrazo.
"Le llevare a Sora una taza de café, o se enfriara en la terraza", dice Yuka. Eri la queda biendo pensando en como ella se había dado cuenta si no le dijo nada de eso.
Yuka la mira y sonríe, "Soy su abuela y tu madre, ya he pasado por mucho como para no saber lo que ustedes dos piensan", "jajaja, tenes razón", dice Eri.
Yuka sube a la habitación de Sora, habré la puerta y se hacerca a Sora, "ten mijo, o te enfriaras aquí afuera".
"He, gracias abuela", le dice Sora, mientras tomaba un sorbo de café, mientras veía con detenimiento su cuadro.
"Es hermoso", le dice Yuka, "es como si capturaras al pueblo y lo pintaras con los colores de tu alma".