Cristell obtiene una pasantía en una empresa de renombre. ¡Una oportunidad única! Sobre todo porque el CEO le da un puesto demasiado cercano a su corazón y así, ella descubre que su jefe se encuentra enamorado de una secretaria dulce. ¿Quién es esa señorita afortunada?
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RICO
—Tranquilo, mi madre es buena onda —quiero que se sienta relajado, me causa gracia verlo nervioso.
—¿Seré de su agrado?
—Sí, ella es la única que sabe que tú y yo somos novios de apariencia.
—Dijiste que ella dijo que yo estaba loco por pedirte algo así.
—¡Exacto!
—Está bien. ¿Crees que le gusten las flores que compre?
—A ella le gustan las gerberas entonces elegiste bien.
Estoy sonriendo por verlo nervioso y preocupado. Su mirada brilla como la de un niño pequeño. ¿Por qué me parece tierno?
—Creo que es momento de bajar —dice él.
Su auto está estacionado frente a mi casa, esta vez fui copiloto y él condujo. ¡Es la primera vez que traigo a un hombre a mi casa! Caminamos hasta la puerta, hago girar la perilla y un aroma a canela nos recibe.
Lo invito a pasar, su elegancia combina con el ambiente cálido de mi hogar.
—¿Ya llegaron? —Pregunta mamá, su voz viene de la cocina.
—Sí, ya llegamos. ¿Por qué huele a canela? —Quiero saber.
—Es que Sebas horneó unos roles de canela para el postre —dice ella.
Se da la vuelta para mirarnos, sonríe con amplitud mientras termina de freír un molote.
—¡Huele rico! —Sonrío para ella.
—¡Y sabe rico! Ya puse la mesa —responde ella.
—Mamá, quiero presentarte a...
—¿Tu novio?
Massimo me mira con sorpresa y siento que esto es algo muy dulce. ¡Presentare a mi novio de apariencia!
—Sí, quiero presentarte a Massimo Ferrazzi, que también es mi jefe.
—¡Mucho gusto, señora! Le he traído unas flores —Dice él.
Mamá se emociona. Apaga el fuego de la estufa y se dirige a él. ¿Qué pensará mi madre sobre mí?
—¡Qué detalle! —Parece estar emocionada—. Me encantan las flores, muchas gracias. Mi nombre es Mariam, soy la madre de tu secretaria —entonces ella mueve sus cejas de forma chistosa—. ¿Mi hija aceptó tu propuesta?
Massimo está desprevenido, parece no saber qué responder. Le doy un golpe suave en el brazo para que reaccione y con una sonrisa le hago saber que estamos en confianza.
—Su hija es una buena persona, la educó muy bien, un gusto conocerla a usted —dice él.
—Que muchacho tan gentil —la sonrisa de mi madre es sincera y su mirada brilla al ver los ojos de Massimo—. ¿Tienes hambre? He preparado molotes. ¡Ven! Te llevaré a la mesa.
Entonces mamá toma del brazo a Massimo y lo jala a la mesa.
—¿Los muchachos? —Me atrevo a preguntarle.
—¡Aquí estamos! —Dice Miguel con una sonrisa llena de picardía.
—¡Vamos a cenar! —Dice mamá.
Massimo se sienta en la cabecera de la mesa, en aquel lugar donde mi padre solía sentarse. Mamá se sienta a su derecha y la silla a su izquierda está reservada para mí. Esta vez me sentaré al último.
—¡Hola! —Sebastián saluda a Massimo—. Soy Sebas.
—¡Massimo, mucho gusto! —Mi jefe es cordial.
Voy a la cocina por la cesta de molotes. Mamá se encargó de poner en la mesa los platos, la lechuga, las salsas, la crema, el queso y el agua fresca. ¡La mesa se ve tan acogedora! Mi apetito se abre cuando pongo la cesta sobre la mesa.
—¿Tú eres mi cuñado? —Miguel mira con picardía a Massimo.
—Sí. ¿Tú eres el hermano menor? —Massimo intenta seguir la conversación.
—¡Es correcto! ¿Cuántos años tienes?
—Treinta. ¿Y tú?
—Quince.
Mi madre me mira con curiosidad y sé que se siente cómoda.
—¿Les parece si cenamos? —Mi madre interrumpe su conversación.
Verlo comer con las manos y saborear el sabor de la comida casera, es algo que me hace sonreír. ¿Cuando iba a imaginar que un hombre del estilo de Massimo terminaría comiendo en la mesa de mi casa? Ahora se le ve más tranquilo, mamá lo consiente y le prepara su plato con otra ronda de molotes.
—¿Te gustó la salsa? —Mi madre está tan contenta.
—Sí, le quedó muy rica —dice él.
Se lleva un molote a la boca. Muerde. Sus labios se manchan con crema y salsa. Mis ojos se clavan en su boca y de forma natural, tomo una servilleta de papel y la uso para limpiarle. ¡Se congela ante mi acto! Sus ojos se clavan en los míos y cuando alejo la servilleta, sonrío para él.
—Que romántica eres, nunca imaginé verte limpiarle la boca a un muchacho —dice Sebastián.
Massimo se ruboriza, mamá me observa con una sonrisa amplia.
—Yo tampoco imaginé ver a mi hija enamorada y aquí está, ¡todo una dama que cuida de su caballero! —Lo que dice mi madre causa algo en mi corazón, una cosquilla suave.
—Cris es muy atenta —Massimo me mira con ternura y sus labios me gustan.
Siento que su zapato me choca el zapato por debajo de la mesa y me siento halagada por él.
—¿Quieren postre? —Miguel interrumpe mi momento—. Iré por los roles de canela.
...🫦🫦🫦...
El aroma del Huele de Noche es dulce, nosotros estamos sentados en la banca de madera y estamos solos.
—¿Qué te pareció mi familia?
—Son demasiado cálidos y muy agradables —responde él—. Creo que le caí bien a tu mamá.
Sonrío.
—A mi mamá le encantaste. Te consintió mucho esta noche, pude notarlo.
—Te pareces mucho a ella.
—Creo que sí. Mamá es muy fuerte y generosa. Siempre está sonriendo.
—Igual que tú. ¡Tu sonrisa es hermosa!
—¿Te gusta?
—Sí, esa es otra razón por la que me gustas. Cuando sonríes siento que mi mundo puede ser mejor.
Sonrío de forma espontánea.
—Tú también tienes una sonrisa que me gusta. Me causa curiosidad ver cómo tu barba se mueve y tus dientes brillan como porcelana.
—¿Algo más que te guste de mí?
—Sí. Me gusta tu sencillez. Fuiste muy amable con mi familia y también percibo tu comodidad con nosotros.
Y no sé, pero sin darme cuenta, mis manos están aferradas a su brazo derecho y el contacto visual es tan único que me hace sentir bastante a gusto.
—Fue una gran idea cenar en tu casa. ¡Tu familia me agrada!
—Me da gusto que te agraden.
—Mañana te llevaré a conocer la casa donde crecí.
—¡Es verdad! Le llevaré flores a tu mamá.
—¿Qué flores le llevarás?
—Mañana lo sabrás —mi voz es coqueta, muevo mis cejas.
Su mirada juega con la mía, estamos fluyendo.
—Prometí llevar el postre. ¿Qué deberíamos llevar? —Sus cejas están curveadas de forma coqueta.
—¿Helado?