El Idioma De Las Flores

Leonardo Devereux era un hombre metódico. Desde que había tomado las riendas de la empresa familiar, su vida giraba en torno a reuniones, balances financieros y estrategias de expansión. A sus casi treinta años, había construido un imperio respetado en el mundo de los negocios, y aunque sus padres insistían en que debía formar una familia, él nunca había sentido la necesidad de distraerse con el amor.

Para él, las relaciones eran un asunto complicado, un juego que no le interesaba. Sus padres, preocupados por su aparente desinterés, le organizaban reuniones con hijas de empresarios y jóvenes con un linaje impecable. Ninguna le había llamado la atención. Todas parecían seguir el mismo patrón: superficiales, predecibles, con sonrisas calculadas que no despertaban en él ni un mínimo de interés.

Sin embargo, todo cambió el día que visitó la mansión de su abuela.

No era una visita planeada. Había pasado semanas sin verla debido a sus compromisos laborales, y su madre insistió en que debía dedicarle tiempo. Leonardo cedió a regañadientes, estacionó su auto en la imponente entrada y caminó hacia la casa sin prisa. Pero al cruzar el jardín, la vio.

Vestida con ropa sencilla de trabajo, acomodaba sus herramientas con movimientos delicados y precisos. Sus cabellos caían en suaves ondas sobre su espalda, y aunque él no alcanzaba a ver su rostro completamente, sintió algo extraño en su interior.

Fascinación.

No podía explicarlo. Era absurdo. Él no era un hombre que se dejara llevar por impulsos, pero en ese instante, mientras el sol iluminaba su figura y el viento jugaba con su cabello, supo que ella era diferente.

Su abuela, desde la terraza, lo observaba con una sonrisa cómplice.

—Linda, ¿verdad? —comentó con tono tranquilo.

Leonardo, aún sin apartar la vista de Evangelina, frunció el ceño.

—¿Quién es?

—Una joven trabajadora. Ha cuidado mi jardín por un tiempo. Pero creo que hoy es su último día.

Esas palabras lo inquietaron sin razón aparente. Algo dentro de él se revolvió con una sensación desconocida. ¿Por qué le importaba si era su último día? No tenía sentido, pero cuando vio a Evangelina levantar la mirada y sonreír amablemente a su abuela antes de seguir guardando sus herramientas, supo que no podía ignorar lo que sentía.

Y el destino parecía estar de su lado.

Días después, mientras revisaba los nuevos proyectos de la empresa, su asistente le dejó un expediente en su escritorio.

—Las solicitudes de los investigadores para el nuevo programa de becas, señor.

Leonardo hojeó los documentos sin interés, hasta que un nombre captó su atención.

Evangelina Ríos.

Su pulso se aceleró.

El destino, al parecer, tenía sus propios planos para él.

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Creen que Evangeline le haga caso a Leonardo? Es que me parece súper curioso el amor a primera vez? Alguna vez lo sintieron? Yo lo sentí fue mi primer amor, tengo otra pregunta, ustedes creen el amor a primera vista? 😊

Creo que una historia tiene que interesarle al escritor para que ellos también tengan ese sentimiento que causa mucho entusiasmo ✨

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