Mariza, una mujer con una extraña profesión, y que no cree en el amor, se convierte en la falsa prometida de William, un empresario dispuesto a engañar a su familia con tal de no casarse.
Por cosas del destino, sus vidas logran cruzarse y William al saber que ella es una estafadora profesional, la contrata para así poder evitar el matrimonio.
Lo que ninguno de los dos se espero es que esa decisión los llevaría a unir sus vidas para siempre.
NovelToon tiene autorización de Leóylu para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capítulo 8
Eran aproximadamente las doce del mediodía cuando llegamos al estacionamiento de mi hotel. Fran y Daisy estaban a mi lado, al igual que Maia y William. Luego de organizar todo, William puso a mi disposición su avión privado, y todos viajamos rápidamente a París. Al ingresar, el gerente se acercó de inmediato y dijo:
—Señorita Grinch, lamento hacerla venir, pero...
—Ahora no —lo interrumpí—. Hablaremos con todo el personal, y quiero una lista de los empleados que estuvieron de turno ese día. También copias de los videos de seguridad. Le pido que, por el momento, no le informe de esto a mi hermano. Me haré cargo de toda la situación.
—Sí, señorita... ¿Sus invitados se hospedarán con usted?
—Sí, solo nos quedaremos esta noche. No planeo extender esto por mucho tiempo. Envíe cinco almuerzos a mi suite y entrégueme la información que le pedí junto con ellos.
El hombre solo nos observó mientras subíamos al ascensor, luego se dirigió a cumplir mis órdenes. En cuanto las puertas se cerraron, Maia fue la primera en hablar:
—Vaya, eres igual a mi hermano cuando se pone en modo profesional.
La miré con una sonrisa, suavizando mi expresión.
—Lo siento. Prometo terminar con todo esto lo antes posible para poder agradecerles que me hayan acompañado. De todos modos, mientras soluciono esto, pueden ir a recorrer las tiendas.
—Tranquila, Mariza. Tú haz tu trabajo, no te preocupes por mí. Pero creo que te haré caso, aún me faltan algunas cosas del ajuar.
Asentí ante sus palabras y, cuando las puertas del ascensor se abrieron, nos dirigimos a mi habitación.
En cada hotel, mi hermano y yo teníamos una suite exclusiva. Desde pequeños nos habíamos hecho cargo de los negocios familiares y, como nuestro hogar se sentía vacío sin nuestros padres, vivíamos prácticamente en los hoteles. William y Maia notaron al ingresar el ligero toque hogareño que tenía la suite, así como las fotos de mi hermano y yo cuando éramos niños. Aunque Santiago me llevaba doce años, siempre fue un gran hermano mayor y me dio la mejor niñez posible. Muchos de esos recuerdos estaban plasmados en las fotografías que decoraban la habitación.
Después de instalarnos y almorzar, Maia salió a recorrer las calles parisinas, mientras mi equipo y yo nos enfocamos en estudiar minuciosamente lo sucedido. Pronto descubrimos que el supuesto empleado que había dado aviso a los medios y dejado entrar al actor en su habitación no aparecía en los registros.
—Esto es muy extraño —comentó Daisy—. Ese hombre estuvo días antes en el hotel y luego volvió justo el día del escándalo.
—¿Crees que esté coludido con el actor? —preguntó.
Fran fue más directo:
—Aquí hay mucho más de lo que vemos. Investiga al actor: escándalos, registros bancarios, antecedentes... todo.
Mientras ellos hablaban, yo ya me había sumergido en la búsqueda. No tardé en dar con el motivo y exclamé:
—Bingo, lo tengo.
Daisy, Fran y William, que no dejaba de observar cómo trabajábamos, me miraron expectantes.
—El tipo está en quiebra —expliqué—. Su mánager rescindió el contrato y hace más de dos años que no tiene trabajo. Tiene antecedentes por consumo de alcohol y conducir ebrio, algo que no agradó a sus fans. Se ha valido de escándalos para mantenerse a flote, pero las demandas que ha hecho a restaurantes y revistas no le han dado resultado.
—Yo logré hackear las cámaras de seguridad de los locales que dan al estacionamiento —intervino Daisy—. Miren esto.
En una de las grabaciones se ve al sujeto esperando a que todo termine. Cuando el actor se dirige a su auto, se los ve conversando, y luego el primero le entrega un sobre antes de marcharse.
—Astuto —dijo Fran—. Buscó un punto ciego para hacer ese movimiento.
—Muy bien. Fran, contáctame con ese tipo.
William seguía trabajando en su tablet, pero al ver que tomaba el teléfono para hacer la llamada, dejó todo y comenzó a prestar más atención.
—Hola, buenas tardes. ¿Me comunico con el señor Felipe Cruz?
—Así es. ¿Quién habla?
—Mi nombre es Mariza Grinch, vicepresidenta de la corporación hotelera Holding. Llamaba para concretar una cita y hablar sobre la violación a su privacidad que sufrió en nuestro hotel.
—Si llama para pedirme que retire la demanda en contra de su hotel, esta...
—Llamo para compensar los daños a su imagen. No creo que sea necesario hacer esto más grande de lo que ya es. Esto afecta tanto su reputación como la nuestra. ¿Tiene tiempo esta noche? Me gustaría resolver todo hoy mismo.
Hubo un breve silencio antes de que respondiera:
—Muy bien. Aceptaré solo porque uno de los dueños se ha tomado la molestia de contactarme personalmente. ¿Dónde será la cita?
—En mi hotel, por supuesto. Lo espero a las ocho de la noche en el restaurante. Por favor, sea puntual. Muchas gracias.
Al colgar, miré a mis amigos y anuncié:
—Aceptó. Quiero todas las estafas que ha realizado hasta el momento en una memoria y el video del estacionamiento en mi celular. Le voy a enseñar a ese tipo que con mi hotel y mi reputación, nadie se mete.
Fran y Daisy sonrieron, cumpliendo de inmediato con mis indicaciones. William, por fin, se animó a hablar mientras se acercaba a mí.
—Ustedes tres dan miedo.
—No tiene de qué preocuparse, señor Friedman. Recuerde que jugamos en su equipo.
—Y eso es lo que me deja tranquilo. Trabajan muy bien entre los tres...
—Llevamos haciendo esto desde la universidad —agregó Fran.
—Y también porque nos conocemos muy bien —dijo Daisy.
—Y porque los tres somos socios. Aquí no hay líderes, todos somos parte del mismo equipo.
—Ya veo... ¿Y qué planes tienes para ese sujeto?
—Ya lo verás.
Sin más, seguimos trabajando. Pronto, ese tipo confesaría la verdad.
, no podías ser tan wey, como vas y besas a esa cucaracha mal habida