Historias Cruzadas

Irina no dejo que la saludarán, giró su cabeza un segundo antes y le habla a Ivan.

Voy por mis cosas, no tardo- Giro su cuerpo miro a Zamira con una sonrisa y entró a la casa.

No le gustaba ser una persona arrogante, ni nada por el estilo, pero Iván le había hecho jurarle que no se dejaría pisotear nunca más por nada ni por nadie. Camino firmemente hasta llegar a su habitación, donde saco unas maletas y comenzó a guardar toda su ropa, un momento después la empleada que entró en la mañana con la caja llegó. Irina la vio y siguió en lo que estaba.

Si piensan que me voy a llevar algo que no es mío pueden estar todos tranquilo, todo lo que está en esta habitación me pertenece- dijo Irina sin siquiera mirar a la empleada.

¿Ja ja ja ja ja te crees que por estar casada eres alguien ahora? Ja ja ja ja sigues siendo peor que una cucaracha- respondió la empleada, largando todo su veneno.

Cuando Irina estaba por responder, Iván entró a la habitación con el ceño fruncido y claramente enojado por lo que acababa de escuchar.

Ja Una cucaracha que viste con las mejores ropas, con millones en sus cuentas bancarias y un esposo que daría la vida por ella. ¿Y tú? Eres una simple empleada en esta casa, solo dedícate a limpiar y ordenar cuando nosotros salgamos de aquí. Para eso se te paga- respondió él dejando muy avergonzada a la chica.

Perdón señor- dijo bajando la cabeza.

Nada de perdón, no te mereces no eso- contesto- ahora largo, sal de mi vista y procura no aparecer hasta que no salgamos de esta mansión.

La muchacha salió corriendo como alma que lleva el diablo, en el pasillo se cruzó a Zamira, pero siguió su camino hasta desaparecer por completo de la segunda planta.

No habíamos hablado algo Irina- giro Iván a mirarla

Ella derrotada se sentó en la cama, varias lágrimas se derramaron por sus mejillas, Iván se acercó y le tendió la mano, jaló de ella y la abrazó. Nunca se había sentido tan protegida en los brazos de alguien como lo hacía en los brazos de Iván.

Tranquila- le dijo secando sus lágrimas - nadie merece tus lágrimas, solo de felicidad.

No pudo evitar, estando sus labios tan cerca, sus respiraciones se cruzaban, él comenzó a acercarse lentamente y un beso tierno le dio en sus labios. Automáticamente, se separó, para no presionar a Irina y la volvió a abrazar.

Zamira veía todo desde la puerta, sus manos se apretaron en un puño, y sus uñas se clavaron en sus palmas, no podía creer como Irina había conseguido engatusar a un hombre como Iván.

Un rato más tarde, la pareja de recién casados bajaban las escaleras con las maletas en mano, Iván ayudaba hasta que un chófer se acercó corriendo a sacarle las maletas para cargarlas en el auto.

Abajo Enzo tenía la sonrisa del gato ensombrerado de Alicia en el pais de las maravillas, algo había hecho y lo estaba disfrutando.