Después de una ruptura, Camila encuentra consuelo en un hombre prohibido con el que descubre sensaciones que nunca había sentido, Pero las cosas cambiarán cuando descubra que es casado
NovelToon tiene autorización de cinthya Verónica Sánchez Pérez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Primera vez.
Al día siguiente... por la noche...
Estaba realmente convencida de que Stiven sería la persona perfecta para que yo tuviera mi primera experiencia sexual. Me aseguré de limpiar cada rincón de mi cuerpo, y afortunadamente no necesité depilarme, ya que mi piel era naturalmente suave y libre de vello, lo cual era un punto a favor. Escogí el bikini más bonito y atrevido que tenía; esa noche estaba decidida a olvidar cualquier tabú y a disfrutar del momento, sin preocuparme de que mi primera vez fuera con el típico príncipe azul.
Salí de mi habitación vestida con la ropa más sexy que pude encontrar, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.
—¡Te ves hermosa! Stiven se volverá loco contigo —dijo Violeta con una sonrisa cómplice, mientras me miraba con admiración.
Un chófer nos llevó al lugar al llegar nos percatamos que había una carrera de autos clandestina y al ver al conductor del carro ganador ahí estaba Sebastián quien estaba rodeado de chicas.
Tu hermano, es una cajita de sorpresas.!_ dijo violeta.
El papel del chico bueno se le acabó.!_ dije alejándome con violeta del bullicio.
Empezamos a beber, y en ese momento no había comido nada, así que el efecto del alcohol comenzó a manifestarse en mi cuerpo de forma más rápida. Con cada movimiento que hacía, podía sentir la mirada intensa de Sebastián posada sobre mí, un poco más lejos. A pesar de ello, intentaba concentrarme en Stiven, quien era el chico más atractivo de nuestra universidad. No podía creer que Sebastián, a quien consideraba una distracción, especialmente teniendo a alguien tan guapo como Stiven a mi alrededor.
Iré por unos tragos.!_ dijo Stiven yendo con violeta que ya estaba en la barra de bebidas.
Miré mi teléfono y vi que tenía dos llamadas perdidas de papá. Decidí que lo mejor sería mandarle un mensaje en lugar de llamarlo. Así que escribí:
Perdón, papá, no pude contestar. Pero no te preocupes, estoy bien y en este momento voy a dormir... Te amo.
Justo cuando estaba finalizando el mensaje, sentí que alguien se paraba justo detrás de mí. Mi corazón dio un salto y, de repente, escuché la voz de Sebastián, quien, con un tono serio y casi asustadizo, me dijo:
Sabes que mentir es malo.
Me sobresalté por su inesperada aparición.
—Y leer conversaciones privadas también está mal —dije, sintiéndome molesta mientras lo miraba a los ojos. No obstante, no podía evitar distraerme con su figura; llevaba una camisa negra que acentuaba los músculos de su torso. Además, el aroma de su perfume era absolutamente cautivador, y sus intensos ojos azules me miraban con una profundidad que me generaba una mezcla de tensión y atracción.
—Deberías irte ya; has tomado demasiado. No quiero que... —comenzó a decir Sebastián, pero se detuvo antes de concluir su idea.
—¿No quieres que qué? ¿Que me entregue a una noche de desenfreno con Stiven, acaso tu mamá te mando a cuidarme.? —repliqué, soltando una risa mientras giraba la mirada hacia el horizonte, donde podía ver a Violeta y Stiven conversando animadamente.
No quiero que hagas el ridículo, Vamos te llevaré a tu casa.!_ dijo Sebastián tomando mi mano.
—¡Vaya! Para, no voy a irme. Realmente me estoy divirtiendo mucho y no seas aguafiestas. Además, tú también estás tomando, y lo puedo notar porque tu rostro se está poniendo rojo. ¿Qué tipo de ridículo no quieres que haga? Ir a la pista de baile y bailar de una manera tan sexy que te dé vergüenza... —dije, soltándome de su agarre y dirigiéndome a la pista.
—No seas ridícula, vámonos —dijo Sebastián, tomando mi mano con la intención de sacarme de la fiesta.
—¡Ya basta! Tú no eres nadie para decidir por mí. No eres un santo, te vi en la carrera y estoy segura de que te acuestas con la mayoría de las chicas —le respondí, dándole a entender que no iba a dejar que me controlara.
Soy consciente de que no significo nada para ti, pero créeme, te vas a arrepentir si continúas con Stiven. Él no es la persona adecuada para ti, afirmó Sebastián, observándome con una expresión que me resultaba completamente incomprensible.
¿Y quién se supone que es el indicado para mí, Sebastián? ¿Tú? ¿El hombre perfecto? No creo que tú puedas hacerme sentir mujer, o si?, respondí sonriendo mientras dirigía mi mirada hacia sus labios, sabiendo que solo estaba siendo sarcástica.
Fui hasta donde estaba Sebastián y lo toqué en el pecho, asegurándome de que nadie nos estuviera mirando. En ese momento, solo estábamos él y yo, inmersos en nuestra propia burbuja. Sin embargo, cuando decidí soltarlo para regresar con Stiven y Violeta, sentí que algo especial se había creado entre nosotros.
De repente, Sebastián me agarró de la cintura y me tomó del cuello, acercándome a él. Me besó con una intensidad que me dejó sin aliento, como si mi cuerpo anhelara más de ese contacto. Sin pensarlo, respondí a su beso, dejándome llevar por la pasión del momento.
Mis manos recorrían suavemente su pecho, sintiendo la firmeza de sus músculos bajo mis dedos. Era una sensación deliciosa, un contacto que despertaba mis sentidos. Sus labios eran simplemente perfectos, con una forma y un color que me fascinaban; además, poseía una habilidad para besar que me dejaba cautivada, haciendo que cada encuentro fuera un momento memorables y lleno de pasión.
“No creo que eso sea lo correcto”, dijo Sebastián, mientras nos alejábamos el uno del otro, visiblemente alterados.
Era un sentimiento que ya esperaba. “¡Sabía que no podrías!” siempre as sido un cobarde, respondí entre risas, aunque por dentro, experimentaba una punzada de dolor en el pecho por su desprecio.
Sebastián me volvió a abrazar y me besó, esta vez con una intensidad mucho mayor.
¡Sube al auto!, exclamó Sebastián con una voz potente y cargada de emoción.
Sin pensarlo ni un instante, obedecí su orden.
Él tomó el volante y, en cuestión de minutos, llegamos a la casa donde me estaba quedando. Mi corazón latía con fuerza, como si quisiera salirse de mi pecho. Cuando llegó el momento de bajarnos del auto, Sebastián tomó mi mano con firmeza y continuó besándome. Logré abrir la puerta, y juntos nos dirigimos hasta mi habitación.
Sebastián, con destreza y rapidez, me desabrochó el vestido, y yo no hice nada para detenerlo; en realidad, deseaba que siguiera adelante. Tan pronto como él se quitó la camisa, lo miré fijamente y, impulsada por la emoción del momento, le di un suave beso en el pecho. Al sentir mi gesto, él sonrió con complicidad.
El me miraba con tanto deseo que lo sentía en la piel, quería hacer todo con el.
Sus dedos recorrían mi piel, asta que llegó a mi sexualidad, sentí como sus dedos me exploraron y su toque me hacía jadear.
En segundos el estaba encima y podía sentir una gran precisión que quería entrar.
Cerré los ojos y tome con fuerza la cobija, cuando entro.
Mmm ahhh, duele demasiado dije mientras el volvía a besarme y escuchaba su voz.
ahhh, estás deliciosa, solo espera unos segundos el dolor va a desaparecer, me encantas._ dijo Sebastián mientras me devoraba mis senos y yo sentía crecer dentro de mi una sensación indescriptible que me hacía temblar y jadear tan fuerte que cuando sentí la explosión me aferré a Sebastián y ambos temblamos de placer.
ahhh Sebastián no pares.!_ dije sintiendo que mi cuerpo se fundia con el de el. Y quedé completamente dormida.