Jazziel, es joven, bella, carismática e inteligente, le encanta su vida y agradece por lo que tiene; pero una dolorosa tragedia le hace cambiar su mundo y buscar un nuevo horizonte.
La llamativa belleza de Jazzi y su encantadora personalidad, la llevan a conocer a un atractivo exitoso abogado y empresario, que en su primer encuentro con la bella joven, queda flechado; pero Alex no sabe como manejar este nuevo sentimiento, El es un mujeriego que jamas se ha enamorado, para Él, el amor no es compatible, ni con su personalidad ni con su estilo de vida, pero ese amor, hará que su corazón se doblegue voluntariamente y caiga rendido ante una mujer que se convertirá en su todo.
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7-Rescatada por un Príncipe.
(Jazziel)
Esta situación ya me esta pareciendo fuera de lo normal, me llega un pensamiento de alerta.
¡¡Debo salir de aquí ahora mismo!!
Pero no voy a disculparme con este hombre maleducado, porque estoy segura que me empujó intencionalmente.
Trato de recoger mis cosas y marcharme, pues ya me di cuenta que este hombre, no es cualquier cinco de yuca, trae 4 guaruras que ya se hicieron notar, y debe ser por que es un mafioso, porque cara de gente importante no tiene, por eso debo salir de aquí y tratar de mantener perfil bajo, pero sin perder mi dignidad.
En el momento que agarro mis cosas el malvado e inescrupuloso hombre me tomó bruscamente.
Me asusto y paralizo... Y pienso en la manera como voy a salir de aquí.
Ya mis nervios empiezan a notarse hasta que...
...
Estoy en un cruce de emociones, por un lado, un vulgar hombre repugnante; sin ninguna clase de educación; por el otro lado, un hombre tan atrayente, que hasta su voz me suena cautivadora.
Angélica... // Mi amor//
Esas palabras hacen eco en mi mente.
Sé que no es mi nombre, pero fueron dirigidas a mí; y ese "mi amor" resuena en mi mente y hace palpitar mi corazón.
Sé que este hombre cayó del cielo, para ayudarme.
El desgraciado le dice que lo vio en la mesa de a lado, yo la verdad no lo había visto.
Pero le agradezco, por lo que está haciendo y le sigo la corriente.
Él me llamó Angélica, yo tambien debo pensar en un nombre para este Papacito.
Y debo pensar rápido para no dar lugar a dudas.
¡¡Pero que nombre le pongo!!...
No sé que nombre le conviene...
—Todo es tu culpa, "Anacleto". —Le digo, es el nombre que se me ocurrió decirle, al Papacito.
En ese mismo momento, lo tomo de la mano, y la verdad tengo que que aguantarme el impulso de soltarlo inmediatamente; al sentir un corrientazo en todo mi cuerpo y que se quedó estacionado en mi estómago, como millones de hormiguitas caminando dentro de mí.
Huuuu... esto es algo particularmente raro, pero no tan raro, como la cara que el Papacito puso cuando lo llame Anacleto.
Se quedó sin decir nada, solo viendo al vulgar hombre insípido, que le pregunta, con burla si el se llama Anacleto.
Como mi Amorcito postizo, no responde, tengo que salvar la situación y le digo al desgraciado.
Si... mi novio se llama Anacleto; ¿Hay algún problema con su nombre?
Quedamos todos en Silencio por algunos segundos, hasta que el abusivo hombre lanza una carcajada escandalosa y sus guaruras al unísono.
El Papacito aprovecha y le dice.
—Amigo, te parece muy gracioso, mi nombre por lo que veo.
El hombre no podía parar de reír, allí fue cuando el Papacito que aún tenía cubierta mi pequeña mano, entre la suya; Me dice.
—Ven, "mi amor" Es mejor que nos vayamos. Y dejemos al amigo, que disfrute riendo a costillas mías.—yo lo escucho y empiezo a caminar a su lado...
Su gigantesca mano hace una suave presión en la mia, y algo me ocurre.
La corriente que está en mi estómago me vuelve a recorrer por completo; sin embargo, mantengo disimuladamente mi mano entre la suya, la verdad no sé por qué esto me aturde tanto, pero no me molesta, en realidad lo estoy disfrutando.
Nunca el roce de un hombre, me ha causado tantas emociones, y eso no quiere decir que tenga mucha experiencia; solo he tenido un novio, y fue un verdadero desgraciado traidor; pero después de esa mala experiencia y con todo lo que paso con Mamá ya no quiero pensar en hombres.
Así, que esto que me sucede ahora, se siente bonito, no lo puedo negar; me gusta el contacto físico, con este Señor, que quizá debe tener la edad de mi Papá, o solo unos pocos años menos.
Su mano es tan grande...
Pero lo impresionante, no es el tamaño, sino lo que causa en mí, su toque.
Seguimos caminando... tomados de la mano, como si en realidad fuéramos novios, y no es algo que me incomode ir con este Papacito, que porrrrrr vida está cayéndose de bueno.
Es un hombre, un poco mayor, pero bien cuidado físicamente, se ve que hace ejercicios; porque a pesar de que lleva traje formal, se puede notar un cuerpo bien tonificado.
A este hombre se le nota la clase por encima, se vé fino y tiene un excelente gusto para vestir, pues se le puede ver; Elegante, formal, y sencillo a la vez.
Pero en realidad, no es la ropa es Él.
Y es que con ese porte que tiene, me está haciendo pensar incoherencias.
Así que creo que aunque quiera seguir caminando tomada de su mano ha llegado el momento de soltarlo.
Después de una cuadra caminando, sin ninguna prisa, y sin voltear a ver atrás, para no demostrar temor, trato de soltarme aunque no es lo que mi cuerpo quiere, por mí detuviera el tiempo, por unas varias horas, para seguir sintiendo esto bonito que siento.
Pero, mi querido Anacleto, hace un poco de presión, y voltea a verme, y por primera vez, nuestros ojos se encuentran, su mirada es impactante y profunda, sus ojos me quitan toda la estabilidad que creía tener.
Sus ojos son hermosos y su mirada impresionante.
Podría ver sus ojos por horas y horas y creo que no me aburriría jamás, tiene una mirada seductora...
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Me suelto, con rapidez, volteo a ver a mi alrededor, gracias a Dios ya estamos lejos de la cafetería, eso me anima.
—Bueno, creo que ya es momento de despedirnos; de verdad, muchas gracias por ayudarme.—Le digo al Papacito con una leve sonrisa.
—Yo, quiero preguntar algo pequeña.—Me dice, el Señor buenote, un poco serio.
—Dime.—Le digo atenta a su pregunta.
—Por qué me llamaste, Anacleto.
Por qué no se te ocurrió otro nombre, como Dante, David, Antonio... que sé yo tanto nombre normal que existe y tú me llamaste Anacleto.—Me dice mi Novio de mentirijillas.
—Jajajajaja, no puedo evitar carcajearme, perdóname, es solo que cuando empezaste a actuar como mi novio, quise pensar en un nombre adecuado, pero no se me ocurrió. —Le digo entre risas.
—Así, mira y yo buscando, un nombre bonito, para ti, y tú piensas que el nombre adecuado para mí es Anacleto.
Pero, eso me ganó, por salvarte de ese matón.—Me dice haciéndose, el mártir.
—Bueno, mira no lo tomes a pecho, de verdad de todo corazón te agradezco que hayas intervenido, sé que ese hombre no debe ser alguien de fiar, pero tú me ayudaste escapar.
Muchas gracias, de verdad.
Ahora me tengo que ir, supongo que tú tienes cosas, que hacer también.
Adiós, Ana...—El Guapo me interrumpe, no me deja terminar y dice.
—No te atrevas a volverme a llamar así.
Mi Nombre es Bruno Alejandro Villavicencio.—Me dice serio.
—Alejandro Villavicencio... Que bonito nombre.—Le digo al Papacito.
—Si, me llamo Bruno Alejandro, y no tiene nada de parecido a un Anacleto.—Me dice con sus ojos fijos en los mios.
—Si, tienes razón, sabes que no te miras como un Anacleto, no señor...
Te miras como un Alex, si yo fuera cercana a Ti, así te llamara.
Pero créeme que siempre te recordaré como el Anacleto que salvo mi vida...