Ella es la destrucción de él, poco a poco ambos caerán en la llama de la lujuria y ya nada podrá detenerlos.
Juntos son demasiado peligrosos e insaciables.
Una droga que los consumirá poco a poco.
Una mujer con un corazón roto es más peligrosa que el mismo diablo, Dalilah hará lo posible por salir adelante, pero no contaba con que los errores del pasado se repitieran.
Caebran hará todo para ser el mejor líder de la mafia rusa, desde la muerte de sus padres, juro vengarlos y reclamar el puesto. Ahora el tendrá que lidiar con el culpable y el deseo que lo carcome por dentro al conocerla.
Ella era su locura y el la de ella. Pero ambos no estaban dispuestos a demostrarlo. No todavía.
Dos corazones fríos, y arrogantes dispuestos a quemarse entre sí, luchando por un nuevo comienzo, una nueva vida.
¿Qué es lo peor que podría pasar?, pero… Alguien se obsesiono y eso termino en tragedia.
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C A P I T U L O 7
Caebran.
Es una maldita reina la jodida condenada, y lo sabe, sabe que puede gobernar el maldito mundo si así lo quiere. Puede pisotearte en un dos por tres, es increíble la manera en la que una mujer emane tanto poder. La necesito, joder claro que sí, me intriga demasiado, es una mujer fría, se nota a leguas.
Tenía que hacer este viaje por trabajo, Íngrid no me quería dejar ir porque dice que “me veré con mujeres”, es mi puto problema si lo hago o no, me estoy cansando de esto, pero tengo que soportarla.
—¿Porque la mirabas así?
Me hago el pendejo.
—¿A quién?
—A Dalilah.
Me rio entre dientes.
—Porque esta buena y lo sabe—. Contesto, simple.
—No puedes ver a otras que no sean yo.
—¿Quién lo dice?.. Que yo sepa no somos nada.
Ella me mira indignada y triste.
—Pero yo te amo.
¡¿Y?!
—Yo también te quiero—. Mentira la odio. No puedo amar a una persona culpable de la muerte de mis padres.
Sonríe y sigo conduciendo hasta llegar a mi pista de aterrizaje. Horas después abordamos el avión privado y nos ponemos en marcha. Dalilah está a unos cuantos metros de nosotros, Íngrid como siempre se sentó a mi lado.
—¡La pasaremos increíble. Estoy muy emocionada!
Ignoro el comentario de Íngrid y me concentro en la belleza que tengo a unos metros. Le está hablando a la azafata solo veo el movimiento de sus labios color carmín, segundos después la azafata se va y vuelve con una botella de vino blanco y una copa. Se la entrega y ella se sirve como toda una jodida profesional.
Interesante.
Íngrid sigue hablando como una loca y yo la sigo escrutando a ella. Acerca a sus labios la copa de vino y traga un sorbo. Veo como se pasa la lengua por los labios y joder… Es tan malditamente sexy hasta en el mínimo movimiento que hace.
Su mirada encuentra la mía y se le escapa una sonrisilla de suficiencia.
Maldita.
—¿¡Me escuchaste?! —Dicen a mi lado casi gritando.
—No me levantes la voz, ¿Qué quieres?—Le digo con voz fría.
Ella me mira con ojos de perro atropellado y yo suspiro.
No funciona conmigo.
—Quería saber... sí... sí —Tartamudea y me desespero.
—¡Solo dilo, joder!
—Quería ver si me podías comprar ropa o algo de lencería para modelarte.
No.
—No me gustan que me modelen en lencería—.Le digo en seco.
Es mentira, a la única que me gustaría ver en lencería ahora seria a la belleza que tengo enfrente y que me come con la mirada desde que abordamos el avión.
Ella ya no dice nada y así lo prefiero, las horas pasan y luego llegamos a nuestro destino. Hawái no sabre las puertas, con un caluroso clima soleado, las chicas están conversando y yo hablo con Dmitry acerca de los asuntos que tengo pendiente.
—Señor, hemos perdido la ruta del francés.
—¡Maldita sea!
Ese jodido francés me está tocando los cojones, tenía la maldita dirección, pero ya me di cuenta que a cada rato cambian de sitio, sin embargo todavía no puedo deshacerme de su castrosa hermana.
—Bien que las señoritas aquí presente, no se enteren de nada, te hablare si necesito algo.
Me da un asentamiento y voy hacia las chicas.
—¿Verdad que si amor?
—¿Qué? —le digo a Íngrid.
—Que esta pista de aterrizaje es nuestra.
No. Pienso.
Veo como Dalilah espera mi respuesta y…
—Si, es nuestra—. Le digo y forzó una sonrisa.
—Esta increíble—. Escucho como dice Dalilah y voltea a su alrededor con una sonrisa.
—Lo sé.
Escucho como suelta una risilla, y abordamos la camioneta, los coches los transportaran en unas cuantas horas para poder ir a donde queramos.
El transcurso fue rápido, llegamos a mi hotel y Dalilah se encamina a la recepción, no necesito escoger una habitación tengo la mía propia, es obviamente la más exclusiva.
Me acerco yo también.
—A ella póngale una de las mejores.
—Y a ella —.Señalo a Íngrid que esta distraída mirando no sé qué—. Una igual también. En diferente piso.
La recepcionista asiente y yo volteo para ver a Dalilah.
—¿Así que es tuyo?
—¿El que?— Me hago el pendejo.
—Todo esto —. Señala a su alrededor y sonrió.
—Si, es mío.
—Es increíble.
Llega Íngrid interrumpiendo la conversación y la recepcionista le da a cada una la llave de la habitación.
—¿No dormiré contigo? —Me pregunta Íngrid.
—No.
Camino y no espero respuesta por su parte, no es como si me importara pero tengo que fingir que lo hace. Abordamos el elevador en un silencio tenso. Las puertas se abren y rápidamente salgo para tomar un poco de aire.
—Oye ¿Por qué mi habitación está un piso antes y la de ustedes está aquí?
—No había otra suite y no te gustaría dormir en un cuarto normal me imagino.
Ella no habla porque sabe que tengo razón. La veo irse y cada uno entra a su habitación, la mía alado de Dalilah.
Sonrió para mis adentros.