TENTACIÓN...

Luego del almuerzo vuelvo a trabajar. No sé si es mi ansiedad o el tiempo hoy está encaprichado en pasar más lento. Siento que hago mil cosas por minuto y aún así sigue siendo la misma hora que miré momentos atrás.

Para mi sorpresa mi jefe me felicita por la eficiencia. Realmente no sé si es una broma o lo hace para hacer sentir más miserable a la pobre chica nueva. Seguramente es la segunda opción, él jamás da cumplidos reales ni realiza acciones que no afecten negativamente a alguien.

En fin, me importan un bledo las felicitaciones. Lo único que deseo es que lleguen las 17 horas para volar al café.

"¡Gonzalo!" pienso de repente, será mejor que le escriba para avisarle que tomaré el último tren. Debo pensar en una excusa diferente porque no va a creer que dos días seguidos haga horas extras cuando jamás había hecho antes.

Saco mi teléfono y comienzo a escribir el mensaje, debería llamarlo pero temo que mi voz nerviosa y ansiosa me delate.

"Cariño..." es todo lo que puedo escribir, no soy buena mintiendo, jamás he tenido necesidad. No es correcto lo que voy a hacer, ni lo que hice de hecho, pero no puedo evitarlo. Todo mi cuerpo me pide que acuda a esa cita.

De repente la chica nueva se me acerca con una pila de papeles.

__ Ana, ¿cierto? __Asiento con mi cabeza.__ El señor Pablo me envía para que me enseñes tu técnica de archivado, dice que pierdo mucho tiempo y tú lo haces en un abrir y cerrar de ojos.

Luce cansada, angustiada y parece que en cualquier momento se pone en medio de la oficina a llorar.

__ ¿Eso dijo?__ Me río fuertemente__ Jamás aprobó mi sistema de archivo, qué hombre más embustero.__ Me devuelve una sonrisa temblorosa__ ¿Cómo te llamas?

__ Lina.

__ Muy bien Lina, sígueme te explicaré como lo hago.

La muchacha me sigue con la pila de papeles y comienzo a mostrarle cual es la técnica tan eficiente que realizo.

Gracias a eso el tiempo vuelve un poco a su ritmo normal y ya no pasa tan lento. Una vez que terminamos con Lina de archivar los documentos comenzamos a charlar. Me cuenta que necesita mucho el trabajo pero que siente que hace todo mal y van a despedirla, la tranquilizo diciéndole que el jefe nos hace a todos la vida imposible. Se nota que es una buena chica, se la ve decente, tímida y temerosa, en definitiva es así como todos iniciamos en la empresa. En un par de meses seremos muy buenas compañeras, incluso hasta podemos ser amigas.

No tengo ninguna desde la adolescencia, la única amiga real se mudó al otro lado del mundo al terminar la escuela, el contacto duró un tiempo pero por lógica cada una hizo su camino y hoy solo somos dos conocidas que se siguen mutuamente en las redes sociales.

Si lo pienso bien me hace mucha falta tener a alguien que no sea Gonzalo o la familia para compartir inquietudes de mujer. Como por ejemplo el hecho de que tengo una cita con un ardiente hombre, soy casada y no me pesa en lo absoluto. Si tuviera una amiga seguramente sabría qué decirme.

Vuelvo a acordarme de Gonzalo y de la excusa que debo poner para llegar tarde hoy. Tomo mi teléfono y veo todavía titilando la palabra "Cariño..." decido inventar una pequeña historia con Lina, total no la conoce y me creerá. "...hoy ha sido un día fatal, Pablo tomó de punto a una pobre chica nueva que está al borde de un colapso nervioso. Cuando salgamos del trabajo le prometí tomar un café con ella para animarla y charlar. Esta vez prometo alcanzar el último tren y llegar puntual a la cena. Besos". Oprimo enviar y listo, la suerte está echada. Dudo mucho que Gonzalo desconfíe, jamás le he mentido... hasta ahora.

A los pocos minutos me llega su respuesta: "Está bien querida, te espero. Me alegra que puedas ayudar a esa chica. Nos vemos."

Cuando el reloj por fin decide llegar con sus perezosas agujas a las 17 salgo volando de la oficina. Son algunas cuadras hasta la estación por lo que camino rápidamente, a pocos metros de llegar me paro frente a una vidriera para chequear mi estado en el reflejo, acomodo mi cabello y me digo a mí misma "¡Deja los nervios!"

Entro al café y lo veo de inmediato en una esquina, su cabello cae en mechones sobre su frente, tiene las mangas de la camisa arremangadas, al verme entrar sonríe y yo me derrito por dentro otra vez.

__ Disculpa la demora, Gabriel.__ Él se levanta y lo saludo con un beso en la mejilla, ahí está otra vez esa electricidad tan poderosa.

__ Ningún problema, valió la pena la espera.

Nos sentamos e inmediatamente viene la mesera a tomar el pedido. Ordenamos y nos quedamos solos.

__ He contado los minutos del día para verte Ana.__ Su tono de voz es suave y profundo, moviliza todo mi ser__ ¿Cómo has estado?

__ Para ser honesta muy nerviosa__ Suelto una risita__ Yo también conté los minutos.

__ Quiero conocerte más, quiero dar respuesta a esto que me está pasando. Perdona que sea tan directo.

__Oh, está bien, me gusta que lo seas. De hecho, yo también siento que quiero conocerte mejor.

La mesera trae nuestra orden y la conversación se torna más superfial, hablamos de trabajo, de algunos gustos y de viajes que nos gustaría hacer.

Me siento cómoda y relajada, parece que nos conocemos desde hace años.

Miro el reloj y esta vez me decepciona saber que el tiempo ha pasado demasiado rápido, ya casi es hora de irme.

Gabriel nota mi expresión y me toma de la mano.

__ Ana, no quiero que pienses que soy un desquiciado, lo que voy a pedirte acepta por completo un no como respuesta, solo quiero que lo consideres.__ Hace una pausa y respira profundamente__ El beso que nos dimos en la estación... fue algo en lo que no dejo de pensar. Quisiera que se repita. ¿Puedo besarte, Ana?

Por dentro todo mi ser grita que sí, pero la realidad es que no puedo simplemente besar a un hombre en un café cuando cualquiera podría vernos y Gonzalo podría enterarse. Ha llegado el momento de hablarle de mi marido.

__ Gabriel, yo tampoco he dejado de pesar en ese beso. Lo que me sucede es inexplicable, siento una conexión contigo...__ Esta vez soy yo quien toma aire__ Hay algo que no te he dicho... Soy casada.

Bajo mi cabeza, porque de algún modo me avergüenza la realidad.

__ Ya veo__ Dice mientras suelta mi mano, ese gesto me demuestra decepción, seguramente me dirá que ya no quiere nada conmigo__ No había considerado que fueras casada. Lo siento, no quiero causarte problemas.

__ Lo sé, está bien. Perdona por no haberlo mencionado antes. Realmente me gustaría conocerte.

__ Es una locura lo que cruza por mi mente, he soñado contigo desde antes de conocerte y verte en el tren ese día... pensé que era una señal.

Quedo pasmada luego de escuchar eso ¿Ha soñado conmigo? ¿De la misma manera que soñé yo? ¡¿Qué diablos es esto?!

__ No juegues conmigo Gabriel. ¿Realmente has soñado conmigo? ¿Qué tipo de sueños?

Lanza una carcajada.

__ Sueños muy tentadores...__ Puedo ver un brillo candente en sus ojos__ Sueños que quería volver realidad pero...

__ Sí, ya sé... mi matrimonio.

Asiente y fija su mirada en la taza de café.

__ ¿Sería una locura si te pido que tengamos un momento a solas?

__ ¿A solas? ¿Quieres decir en otro lugar?

Vuelve a asentir.

__ Sí, en un lugar más privado... lo siento, no sé ni lo que digo, es una locura.

__ No te disculpes Gabriel. Sé que es una locura pero para ser sincera, también quiero descubrir qué es todo esto.

__ Hagamos un trato. Piensa bien en lo que hemos hablado y cuando tengas una respuesta me escribes o me llamas. Voy a esperarte.

__ De acuerdo, lo pensaré.__ Vuelvo a mirar el reloj__ Ya debo irme, no quiero perder el tren.

__ Está bien, gracias por este hermoso momento.

__ Yo también lo he pasado muy bien contigo.

Me levanto y me acerco para saludarlo, mi intención es besar su mejilla pero en el último momento busco su boca. Realmente perdí el juicio. Beso a un desconocido en pleno café a la vista de todos. Pero realmente también me importa un bledo. La sensación de besarlo es sublime.

Él se sorprende pero no me detiene, toma mi nuca y presiona aún más su boca contra la mía, nuestras lenguas danzan al compás de los latidos del corazón.

__ Esa es mi respuesta__ Susurro contra sus labios. Él sonríe y me da un ligero beso.

__ Me encanta esa respuesta. Adiós, hermosa.

Nos separamos y luego de decir adiós salgo del café flotando en una nube.

He sucumbido al deseo... No voy a dar marcha atrás.