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Nunca Es Tarde Para El Amor

Nunca Es Tarde Para El Amor

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Reencuentro / Embarazo no planeado
Popularitas:12.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Rosa ángulo

esta hermosa novela se trata de una mujer que dejó de vivir sus sueños juventud por dedicarse a sacar adelante a sus hermanos también nos muestra que que no importa la edad para conseguir el amor.

NovelToon tiene autorización de Rosa ángulo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 6

Victoria intentó zafarse de los brazos del hombre, pero él la sostuvo con firmeza. Al ver que no tenía escapatoria, se llenó de valentía y lo miró directamente a los ojos.

—Señor Quintero… ¿qué es lo que quiere de mí? O más bien, ¿por qué no me dice a qué está jugando?

—Te quiero a ti.

Esa respuesta hizo que ella bajara la mirada.

—Pues no puedo decirte, Victoria, que estoy enamorado de ti porque sería una mentira —continuó él—, pero sí quiero confesarte que me atraes mucho.

—Gracias, señor Quintero, pero no estoy buscando tener sexo con usted ni con nadie. Más bien dígame para qué me necesitaba.

El hombre notó que ella estaba a la defensiva, así que la atrajo hacia él con delicadeza, regalándole un abrazo.

—No siempre las personas están para atacarte, ni para hacerte daño.

—Me lo dice usted… el hombre que desde que lo conocí —que no hace mucho, por cierto— siempre tiene una cara de hierro. Con esa mirada uno no sabe si correr o quedarse ahí, porque es demasiado intimidante, y con su estatura y su elegancia hace sentir pequeño a cualquiera.

Al escuchar lo que la mujer dijo, él la soltó. Se sentó en su asiento, tomó un lapicero y comenzó a girarlo entre sus dedos; su expresión no cambió.

—No siempre lo que se ve por fuera es lo que realmente es —dijo al fin—. No siempre las personas que llevan una sonrisa son amables o buenas personas. Tampoco significa que sean felices. Así que no te confundas por mi seriedad ni por todo eso que has dicho de mí… porque el día que te regale una sonrisa será porque realmente me nace.

No te la daré con hipocresía, sino con el alma.

Victoria se quedó callada al escuchar todo lo que él había dicho. Cada palabra tenía razón. Ella siempre tenía una sonrisa en los labios… y por dentro era una mujer infeliz.

—Lo siento, señor Quintero. No quise ofenderlo ni hacerlo sentir mal. Pero ahora sí… ¿para qué me necesitaba?

El hombre volvió a recorrerla con la mirada.

—Tome asiento.

Ella se sentó donde él le indicó. Él permaneció un largo rato con la cabeza inclinada, mirando unos papeles mientras la observaba disimuladamente. La mujer era sencilla, pero no había que ser adivino: el imbécil de su tío Franco le había dejado una gran desconfianza hacia los hombres.

Enrique de la Torre, al llegar a la inmensa mansión de su familia y ver el letrero grande con su apellido, dio un gran suspiro mientras abrían la reja. Condujo despacio y, al bajarse, caminó con lentitud observando cada detalle. Algunas cosas habían cambiado.

El mayordomo abrió la puerta y lo recibió con una inclinación. Él entró.

Sentada en una silla estaba su madre. Desde que su padre había muerto —hacía apenas tres años— ella había cambiado muchísimo. Ya no era la mujer prepotente, arrogante y fría que él había conocido. Ahora se veía más humana.

Él se acercó, tomó su mano y le dio un suave beso.

—¿Cómo estás, madre?

La mujer, con mirada cansada y triste, solo dijo:

—Muy bien…

Pero mientras decía eso, una lágrima rodó por su mejilla. Él la limpió enseguida.

—No tienes que estar triste. Mi padre está cuidando de ti. Lo sabes, ¿cierto?

La mujer no lloraba por la pérdida de su esposo, sino por lo mala madre que había sido. A pesar de ese pasado, ahí estaba él, tomándola de la mano con ternura, y eso era lo que más la desgarraba.

—Lo siento, hijo mío —dijo mientras más lágrimas caían—. No he sido una buena madre, tampoco una buena abuela. Lamento no haberte apoyado cuando perdiste a tu esposa. Sé que tu hijo me odia, y me lo he ganado a pulso. Quisiera devolver el pasado y comenzar de cero… pero como ves, el tiempo no retrocede. Él sigue avanzando, y a medida que avanza tenemos que cambiar… o empeorar. Yo fui de las que no avanzó de buena manera.

Diana estaba en la escalera y escuchó todo. Bajó con elegancia, arrogancia y la misma altanería que su abuela había tenido cuando era joven. Se acercó sin saludar a su tío y dijo, con voz altanera:

—Si llego a la edad de mi abuela y me ven así… quiero que me pegues un tiro. ¿Lo entiendes?

Enrique la miró de arriba abajo. No tenía nada de su madre. Su cuñada Raquel era dulce y amable, y Diana no tenía ni un rastro de ella.

—Diana, ¿cómo estás? Veo que el divorcio te ha sentado muy bien… estás hermosa.

—Gracias, eso ya lo sé, querido tío. Pero si piensas reprocharme, no pierdas tu tiempo. No me iba a quedar con un hombre fracasado. Yo no nací para eso.

Ella no sabía que Sergio Guzmán no había perdido su empresa; su hijo se había asociado con él, y ahora era una compañía muy próspera.

Victoria llevaba mucho rato sentada y el hombre no decía nada.

—Señor Quintero… ¿me piensa decir para qué me necesitaba? ¿O va a seguir leyendo sus papeles?

—¿Tú conoces a una persona que pueda venir a pintar las habitaciones de otro color?

—Claro que sí.

—Perfecto. La primera habitación que quiero pintar es la mía y luego el resto. Los quiero aquí mañana. Tú estarás al pendiente de todo.

—No se preocupe, señor Quintero. Yo seré quien pinte toda su finca.

Él la miró sorprendido. Era un trabajo enorme.

—Olvídalo. Tú sola no lo harás. Necesito hombres. Haz caso.

—¿Cree usted que una mujer no es capaz de hacer este trabajo?

—Claro que sí, pero esta finca es demasiado grande y tú sola… sería abuso de mi parte.

Ella entendió que tenía razón.

—Está bien…

Él se levantó, dejó los papeles a un lado y tomó la mano de la mujer.

—Te mostraré cómo quiero que quede mi habitación.

Ella se tensó.

—Tranquilízate —dijo él—. Nunca en mi vida he abusado de una mujer. Siempre que he estado con una ha sido por decisión propia.

Victoria respiró hondo y lo siguió. Cuando entraron, la habitación resultó enorme. Aunque ella conocía cada rincón de esa casa… jamás había entrado allí.

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Arely Anahi Pacheco Mezo
aaaahhhh ya no tengo uñas x tanto suspenso del capitulo, ahora si agárrate melisa pq esta no te la perdona Enrique ya veremos como te descubren todo lo malo que hiciste y ver tu caída 🤭🤭🤭
Elsa Espindola
me encantó buenísima la trama cuántas maldad hay en esa mujer
Elsa Espindola
me encantó buenísima la trama cuántas maldad hay en esa mujer
Elsa Espindola
me encantó peye. final yá terminó???
Elsa Espindola
me encantó peye. final yá terminó??? pre junto??
Mártá Orti Bia
la novela es buena pero con muy muchos errores que tenemos que descifrar pero buen relato p
Cuquy De Cristofano
tierna historia 🥰
Mayka Puche Velasquez
Hola saludos está interesante la novela , pero que no se tan larga
mariela
Victoria tu mejor decisión fue criar y educar a tus hermanos no dejarlos por amor a un hombre que por lo visto es cruel si lo hizo con su sobrino y a su hermano le quitó prácticamente la herencia a Enrique lo humillaron y lo golpearon por eso es frío y dominante.
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