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La Protegida Del Abuelo

La Protegida Del Abuelo

Status: Terminada
Genre:Malentendidos / Traiciones y engaños / Familias enemistadas / Amor eterno / Matrimonio arreglado / Completas
Popularitas:143.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Meche

Leoncio Almonte tenía apenas trece años cuando una fiebre alta lo condenó a vivir en la oscuridad. Desde entonces, el joven heredero aprendió a caminar entre las sombras, acompañado únicamente por la fortaleza de su abuelo, quien jamás dejó que la ceguera apagara su destino. Sin embargo, sería en esa oscuridad donde Leoncio descubriría la luz más pura: la ternura de Gara, la joven enfermera que visitaba la casa una vez a la semana.

El abuelo Almonte, sabio y protector, vio en ella más que una cuidadora; vio el corazón noble que podía entregarle a su nieto lo que la fortuna jamás lograría: amor sincero. Con su bendición, Leoncio y Gara se unieron en matrimonio, iniciando un romance tierno y esperanzador, donde cada gesto y palabra pintaban de colores el mundo apagado de Leoncio.

Pero la felicidad tuvo un precio. Tras la muerte del abuelo, la familia Almonte vio en Gara una amenaza para sus intereses. Acusada de un crimen que no cometió —la muerte del anciano y el robo de sus joyas—

NovelToon tiene autorización de Meche para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La inocencia de Leoncio.

Nervios en su interior.

El camino hacia el pueblo transcurrió en un silencio espeso. El coche avanzaba por las calles polvorientas mientras los caballos de fuerza del motor parecían rugir acompasados con los pensamientos de los dos ocupantes.

Leoncio iba en el asiento del copiloto, con los dedos crispados sobre sus rodillas. No había respondido a la última pregunta de su abuelo y el viejo Ulises, con la experiencia que daban los años, no necesitó más palabras para entenderlo todo.

El joven de veintitrés años llevaba una venda oscura sobre los ojos; desde los trece había perdido la vista a causa de una fiebre alta que se lo arrebató todo, menos la esperanza. Aun así, aquel día la ansiedad lo estaba consumiendo.

Llegaron al pueblo. Ulises giró hacia la calle principal y estacionó frente a la floristería.

—Espera acá —ordenó el abuelo, tomando su bastón y bajando con agilidad sorprendente para sus ochenta años.

—No tardes… —pidió Leoncio con un hilo de voz, sintiendo la opresión del pecho.

Ulises sonrió. Sabía que su nieto trataba de sonar firme, pero lo único que transmitía era un miedo infantil. Caminó hasta la floristería y, unos minutos después, regresó.

Cuando abrió la puerta del auto, solo traía una flor en la mano.

—Toma, muchacho. Le darás esta flor—

Colocó el tallo en la palma de Leoncio. El joven palpó, deslizando los dedos por los pétalos. Era una sola flor.

—¿Qué haces, abuelo? —protestó, frunciendo el ceño—. ¿No te alcanzó el dinero para un ramo? ¡Qué vergüenza!—

Ulises no pudo evitar reír. Y como era costumbre, le dio un suave golpe en la cabeza con los nudillos.

—Cabeza dura. Gara es una mujer sencilla y dulce. No necesita que la abrumes con ostentaciones. Créeme, con esta flor vas a derretir su corazón—

Leoncio torció el gesto, pero no dijo nada más. Su abuelo tenía esa autoridad incuestionable de quien ha vivido demasiado como para equivocarse en estas cosas.

El auto arrancó de nuevo y recorrieron unas pocas calles hasta estacionarse frente a un pequeño consultorio, donde la joven Gara trabajaba como enfermera.

Ulises bajó primero y rodeó el vehículo con su bastón, golpeando el suelo con firmeza, hasta llegar al lado de su nieto.

—Hemos llegado. Vamos, baja—

Leoncio tanteó el aire hasta encontrar la puerta y salió con torpeza. Se aferró al brazo del anciano.

—Abuelo… ¿qué debo decirle? —preguntó, nervioso.

—La verdad —contestó Ulises, negando varias veces con la cabeza—. Que vienes a disculparte con ella. Nada más—

Leoncio tragó saliva.

—¿Y si no me cree? ¿Y si se enoja?—

Ulises sonrió, como quien ya ha visto cien veces la misma escena en su vida.

—Por eso estoy aquí, para guiarte. Vamos—

Caminaron hasta la entrada del consultorio. Una vez allí, Ulises se colocó frente a su nieto y, con dos sacudidas, le acomodó la camisa.

—Esperarás aquí hasta que ella salga —le indicó.

Leoncio abrió los ojos detrás de sus lentes ocuros, aunque no pudiera ver nada.

—¿Qué dices, abuelo? ¿Me vas a dejar aquí solo? Yo no… no tengo experiencia. Estoy muerto de nervios—

Ulises lo sostuvo por los hombros, clavándole los ojos que todavía brillaban con malicia a pesar de los años.

—Leoncio, ¿confías en mí?—

El joven suspiró, derrotado.

—Sí, abuelo… confío en ti—

—Entonces harás al pie de la letra lo que diga tu abuelo. Tengo un plan que no puede fallar.

Leoncio alzó el rostro, expectante.

—Te escucho—

Ulises bajó la voz, como si revelara un secreto de estado:

—Pediré a otra enfermera que la haga salir. Tú la esperarás aquí. Cuando la tengas enfrente, te disculparás y le entregarás la flor. Estoy seguro de que la aceptará… y hasta un abrazo te dará—

Leoncio negó con la cabeza, con tristeza.

—Abuelo, por Dios… ella no me creerá—

El viejo sonrió de medio lado.

—Claro que lo hará. Te quedarás ahí parado y cuando ella te pregunte con quién andas, le dirás que solo—

—¿Solo? —repitió Leoncio incrédulo—. ¡Pero si estoy contigo!—

—Ella no tiene por qué saberlo —replicó el abuelo con picardía—. Yo me apartaré, fingiré que no existo. Así ella se sentirá en la obligación de acompañarte a casa… y tendrás todo el camino para conversar—

Leoncio se llevó la mano libre al rostro, desesperado.

—Esto es una locura—

—Las mejores historias de amor nacen de las locuras —sentenció Ulises, orgulloso de su frase.

El joven se quedó en silencio, con la flor apretada en la mano.

—¿Y si me rechaza? —preguntó en voz baja.

El anciano lo miró fijo.

—Si te rechaza, será porque no vale la pena. Pero yo sé que esa muchacha es distinta. Lo vi en sus ojos, Leoncio. Ella siente algo por ti, aunque todavía no lo sepa—

Leoncio tragó saliva.

—No me siento preparado—

—Nunca se está preparado para amar —dijo Ulises, golpeando el suelo con el bastón—. Ahora escucha: quédate aquí, erguido, con la flor en la mano. Cuando la veas, sonríe. Aunque no puedas verla, ella sentirá tu sonrisa—

Leoncio asintió, resignado.

—Está bien… pero no me dejes solo demasiado tiempo—

Ulises rió.

—Soy viejo, pero no cruel. Estaré cerca, observando—

—¿Observando? —Leoncio arqueó las cejas.

—Bueno… escuchando —corrigió el anciano, divertido—. No olvides que la vista no es la única forma de vigilar—

Leoncio suspiró hondo. El corazón le latía con tanta fuerza que temía que Gara pudiera escucharlo desde dentro.

El abuelo le dio una palmada en la espalda y se alejó hacia la puerta del consultorio. Antes de entrar, giró y lanzó su última instrucción:

—Y recuerda, nieto: a veces una sola flor vale más que mil discursos—

El joven se quedó quieto, con la flor entre los dedos temblorosos. Podía sentir cada nervio de su cuerpo ardiendo. La espera se le hizo eterna.

El abuelo quería unir a ese par, sabía que ellos podrían estar juntos, no hay barreras para la dulzura de Gara y la inocencia de Leoncio, sería lo último que haría en este mundo, no se marcharía hasta no saber qué Leoncio ha sido encaminado.

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Magby Klaret Garcia
Coño a estos dos para no hacer ese tipo de trabajo están muy involucrados 🤨
Magby Klaret Garcia
Ahí Dios mío jajaja 😂😂
Anonymous Carmen diaz
Leoncio y Gara su amor a pesar de la maldad por el dinero podrán luchar por que sean felices
Anonymous Carmen diaz
Gracias escritora muy bonita historia
Anonymous Carmen diaz
Hubiera sido bueno que hubieras visto a tu abuela antes de morir Gara pero regresar a tu pasado con tu esposo e hijos es bueno para ti madre
Yolanda Edith Cruz Arredondo
Excelente novela, muchas felicidades.

Saludos desde mexico.
Magby Klaret Garcia
Ajá Leoncio y que querías que la matarán a ella junto a su bebé 😓 que canijo estás siendo 🤨
Anonymous Carmen diaz
Gara y Leoncio un amor que deberá salir adelante por la avaricia de su madre y tío por culpa de la fortuna de su familia a pesar de la adversidad aunque tarde su amor triunfará
Anonymous Carmen diaz
Felicidades escritora bella historia la disfrute gracias por compartirá
Anonymous Carmen diaz
Gara volviste a donde empezó tu amor por Leoncio y ahora con tu familia aunque ya no el abuelo Ulises y tu abuela la vida sigue y podrán con todo como familia
Anonymous Carmen diaz
Hay Gara tu abuela ya murió no conoció a sus bisnietos pero tu madre debe recuperar tu vida y de tus hijos
Anonymous Carmen diaz
Papá sin precaución ni modo Leoncio tu hija te demostró su amor
Anonymous Carmen diaz
Sientes emoción Leoncio tu familia y gara y tus hijos tu mundo por quien ser fuerte y luchar por todo
Anonymous Carmen diaz
Pobre Leoncio su miedo será quien dicte si lega al final del parto o entra en pánico o se desmaya
Anonymous Carmen diaz
Te conoces Leoncio estas temblando pero si no vaz con ella te perderás el momento de ver nacer a tu segundo hijo y Gara se podría sentir triste o desilusionada
Anonymous Carmen diaz
Leoncio recuerda ya hara tuvo un niño es su segundo parto y era enfermera así o más información
Anonymous Carmen diaz
Bravo la parejita pero igual hubiera sido si fuera niño el amor de los padres a sus hijos es lo mejor
Anonymous Carmen diaz
Leonardo lo importante será que tendrás un hermanito y además serás el mayor tienes a tus padres junto a ti
Anonymous Carmen diaz
Su amor si hojeo y el que viene es lo que más quieren y el que Renato los fue a buscar para matar a Leoncio fue algo bueno ya que se quedara en Francia y podrán estar ya tranquilos de lo que pueda hacerles Gara es momento de buscar a ru madre y abuela y mostrarle a tu hijo o hijos si esperan que nazca antes de irlas a ver
Anonymous Carmen diaz
Está creciendo y no disfrutando su niñez Gara debes cuidar esa etapa para Leonardo
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